Los temas que Caravaggio trató en su pintura fueron similares y se
conocen muchas variaciones y copias de los mismos. Esta situación era
común en la pintura de la época, como ocurre también en los pintores
españoles (Pacheco y Zurbarán).
Caravaggio introduce una nueva manera de tratar la pintura religiosa,
en arreglo a los nuevos dictados de la Iglesia Católica, que pretendía
aproximar el dogma a los fieles incultos. De este modo, Caravaggio
comienza a desmitificar los personajes y las situaciones, poniendo a los
ángeles y a los santos los rostros de chicuelos de la calle, e incluso
su propio retrato. En el lienzo que ahora nos ocupa, la anécdota
religiosa es minimizada frente al aspecto cortesano y de género de la
escena. Se trata de la reconvención que Santa Marta hace a Santa María
Magdalena, a la que reprocha su vanidad en las cosas mundanas. La
vanidad femenina se pone de manifiesto a través del riquísimo vestido,
el cuidado peinado de la dama, la florecilla, el peine de marfil y
especialmente, en el espejo, que simboliza la belleza superficial, no
duradera. Caravaggio ha considerado la escena casi como la de una joven
dama asistida por su criada y sólo el título de la pieza orienta acerca
de su significado religioso, pues ningún otro elemento podría hacer
pensar que no es una obra profana.
http://www.artehistoria.com/v2/obras/2248.htm
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