Entre 1870-1871 Monet estuvo en Londres debido al estallido de la Guerra Franco-Prusiana. Las noticias que recibía de París no eran nada buenas ya que en enero de 1871 murió su padre y las tropas francesas destruyeron buena parte de los cuadros que Pissarro y Monet guardaban en Louveciennes. Desmotivado por estas noticias y por estar en un lugar extraños, sólo la inauguración de la galería de Durand-Ruel le proporcionó alguna alegría.
No son muchos los cuadros pintados por Monet en la estancia londinense, interesándose más por visitar los museos donde pudo apreciar los cuadros de Turner y Constable. Precisamente serán estos artistas los que influirán en sus trabajos, al crear sensacionales efectos atmosféricos gracias a la neblina que envuelve tanto los edificios como los barcos del Támesis. El bullicio y ajetreo del puerto londinense están captados de manera perfecta, utilizando el humo para reforzar la sensación de bruma. Los ligeros rayos de sol que buscan abrirse paso entre las nubes forman sombras coloreadas, cercanas al color violeta, contrastando esta viva tonalidad con el cromatismo sombrío del conjunto. Las pinceladas rápidas y concisas vuelven a protagonizar la escena, aplicando el color con pequeños trazos, especialmente en el río donde se obtiene sensación de movimiento.
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