El monasterio de Rila es un conjunto monacal del siglo X fundado por San Iván de Rila, un ermitaño que vivió toda su vida dentro de una cueva, durante el reinado del zar Pedro el búlgaro (927-968). San Juan de Rila, cuyas reliquias se exhiben a los peregrinos en la iglesia principal, vívía, de hecho, en una cueva cerca del complejo del monasterio actual.
El monasterio en sí se considera obra de sus aprendices, que llegaron al lugar para ser instruídos por él.El cenobio está enclavado entre montes y bosques, en el valle del río Rilski y junto al Drushlyaviysa. Un muro considerable de 22 metros de altura lo encierra y defiende e impidió que lo desvalijaran durante sus muchos siglos de existencia. En sus buenos tiempos, los monjes contrataban a una especie de samuráis, un cuerpo de élite armado de 40 guerreros, que guardaban el recinto y lo protegían de las numerosas incursiones de partidas de bandoleros, y, en caso de ataque, se refugiaban monjes y guardianes en la Torre Jreliyova vecina a la iglesia.
Durante los diez siglos posteriores a su creación, incluso durante el dominio otomano, el monasterio gozó de privilegios especiales por parte de los dirigentes, que lo expandieron hasta convetirlo en un centro de la cultura y uno de los puntos más importantes de la religión ortodoxa.La construcción de los edificios de viviendas, que forman un cuadrilátero irregular alrededor de la iglesia central, se iniciaron en 1816.
En el centro del patio interior se alza el edificio más antiguo del complejo, una impresionante torre de piedra, erigida en 1334.
Una pequeña iglesia, que es sólo unos pocos años más joven (1343) se encuentra junto a la torre. En tiempos más recientes se le añadió a la torre un campanario.
A mediados del siglo XIX empezó la edificación de la iglesia principal del monasterio, la iglesia de la Natividad de la Virgen.
La básilica cuenta con una cúpula, tres hornacinas en el altar y dos capillas laterales. Los objetos más valiosos que alberga la iglesia son su iconostasio de madera con incrustaciones azules además de una serie de importantes iconos producidos entre los siglos XIV y XIX.
Cuando se traspasa el arco de la entrada,uno se queda deslumbrado por ese enorme monasterio bizantino cuya templo luce con arcos pintados con franjas simétricas en blanco y negro, acebradas, que dan al conjunto un aire árabe. El interior de esa arcada exterior, que rodea la iglesia del monasterio, es una especie de capilla Sixtina del arte bizantino en el que no ha quedado un solo espacio por decorar. Escenificaciones de milagros, tentaciones de diablos, representados como repugnantes murciélagos, hechos relevantes religiosos e iconos de santos y patriarcas decoran muros exteriores y techo de la iglesia obra de los maestros de Samokov y Bansko. El interior de la iglesia Rozhdestvo Bogorodichno, como todo templo ortodoxo, huele a incienso y está sumido en la semipenumbra de las velas y la luz tenue de una inmensa araña central que cuelga de la más grande de las cinco bóvedas que tiene. Tampoco queda en el interior un solo espacio sin decorar con pinturas murales que emplean el pan de oro, pan de oro que brilla también en los retablos de madera repujada con trenzados geométricos de inspiración islámica.
Los turcos, que todo lo arrasaban a su paso, que no les agradaban los iconos, respetaron el monasterio de Rila en sus cuatrocientos años de dominación musulmana de Bulgaria. Quizá no les interesaba en demasía ese lugar perdido y refugio de inofensivos monjes.
Una de las piezas exquisitas de ese monasterio, declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra en el museo. Es una cruz de madera con 36 escenas bíblicas grabadas en ella y 600 figuras en miniatura, proeza que le costó al padre Rafael, el sufrido artesano tallador, la ceguera y puede que le regalara la santidad.
En el recinto cuadrangular, que rodea y protege el monasterio, distribuidos en los corredores de sus tres plantas que dan la vuelta completa, están las residencias de los monjes, un centenar de celdas.
Como indiqué antes el aspecto actual del monasterio se remonta al siglo XIX. La construcción de los edificios de viviendas, que forman un cuadrilátero irregular alrededor de la iglesia central, se iniciaron en 1816.
El monumento es un ejemplo característico de la Resistencia Búlgara (del siglo XVIII al siglo XIX) y simboliza el sentimiento de identidad cultural eslavita después de siglos de ocupación por el Imperio Otomano.
Hoy es el segundo templo en importancia del mundo ortodoxo, tras el paradigmático monte Athos de Grecia, un conjunto religioso que tiene a sus espaldas algo más que la historia de Juan de Rila. A finales del siglo XIV el pujante imperio otomano invadió las tierras que hoy conforman Bulgaria, en ese entonces un campo de batalla para los terratenientes locales, conocidos como boyardos, nómadas tártaros, nobles venecianos, genoveses, húngaros y serbios. El sinfín de batallas terminó de un sopetón con el golpe de autoridad turco: fuera cristianos de estos montes. Los otomanos seguirían su desenfrenada estampida hacia el norte pero habían encontrado en las montañas búlgaras un puesto avanzado donde descansar sus tropas en busca del imperio germánico.
En 1396, los turcos ganan las batalla de Nicópolis y se hacen con toda la región. Los cristianos serán ahora ciudadanos de segunda, los nobles huyeron y los campesinos acabaron esclavizados, la cultura búlgara, tan próxima a sus vecinos bizantinos, terminó aislada y su religión acorralada y casi que olvidada. Los búlgaros aguantaron el ímpetu turco durante casi cinco siglos porque hasta 1878, merced al tratado de Stefano y gracias a los rusos, que dominaron a los otomanos,en la región no volvió a ondear la bandera de la cristiandad.
Cinco siglos durante los que Rila, y el espíritu de Juan, o Iván Rilski, fueron el último refugio de la cultura ortodoxa, el último hálito del espíritu búlgaro y el motor de la resistencia contra el invasor. Hoy, el monasterio, la iglesia, el complejo religioso, ofrece la tranquilidad de sus doce monjes que intentan en vano huir del mundanal ruido, las coloridas pinturas del pintor decimonónico Zahari Zograph son un gran centro de atracción . El último rincón de la cristiandad en los Balcanes.
Como se puede observar,el monasterio desempeñó un importante papel en la vida espiritual y social de la Bulgaria medieval. Fue destruido por el fuego en el s. XIX pero se reconstruyó entre los años 1834 y 1862. Del periodo anterior se conserva la torre Hrelyu. El resto de las construcciones ocupan un rectángulo con dos entradas decoradas con frescos. En el centro se puede ver la catedral de la Asunción, cuyos frescos exteriores impresionan por los motivos que representa.
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