Aunque para la mayoría de las personas una visita a Rumanía implica conocer Transilvania y Valaquia, hay una tercera provincia más al norte que resulta igual de atractiva o más. Se trata de Moldavia, de la que en 1991, al caer la URSS, se desgajó una parte hacia el Este para formar un país independiente que los rumanos siguen reclamando como suyo porque la mayoría de su población es de etnia y lengua rumanas; equivale a la antigua Besarabia.
Es algo parecido a lo ocurrido con Macedonia respecto a Grecia. Pero aquí quiero hablar de la Moldavia de Rumanía. Y más concretamente de una de sus regiones, la montañosa Bucovina, donde a lo largo del siglo XVI se construyó una serie de monasterios que tienen como característica común los espectaculares pinturas al fresco que decoran sus iglesias. No sólo en el interior sino también por fuera,unos de monjes y otros de monjas: Radauti (el más antiguo, del siglo XIV), Agapia, Varatec, Putna, Neamt, Dragomirna, Arbore, Sucevita, Moldovita, Humor Voronet...
Los monasterios rumanos se parecen bastante a los fortines de las películas del Oeste o los castillos medievales, con una muralla perimetral a la que se adosan, por dentro, los edificios. Sólo queda exenta, a manera de torre del homenaje y en medio del recinto tapizado con un césped intensamente verde, la iglesia, que atrae la atención inevitablemente con la sinfonía cromática que la envuelve.
Porque, salvo el tejado, el resto de su superficie (paredes, ábsides) está cubierta hasta el horror vacui de pinturas que representan escenas bíblicas e históricas en un estilo que combina bizantino y gótico. Un auténtico cómic a todo color, aunque con predominio de un tono diferente en cada convento (son característicos el azul de Voronet y el verde de Sucevita, por ejemplo). Lo más curioso es que, en una zona tan lluviosa como ésa, se conserven tan bien; la única excepción son las paredes orientadas al norte, donde el deterioro es patente.
La función de esos frescos era pedagógica: en una época en la que el analfabetismo era lo corriente, el pueblo podía aprender los episodios sagrados de forma visual. Se deduce, pues, que la clausura de esos sitios siempre fue relativa. Menos estricta que en los cenobios católicos, que en general siguen una regla de mayor rigidez.
En Moldovita unas paredes cubiertas de piedra encierran una preciosa iglesia , con fecha de fundación durante la primera mitad del siglo XV, y completamente reconstruida por Petru Rares en 1532. Los frescos fueron pintados por Toma de Suceava en 1537.
La fachada está dominada por el Himno a la Virgen y el Árbol de Jeseo, pintados sobre un fondo azul claro. En el interior se conserva mobiliario del s.XVI, entre el que destaca el sillón principesco.
Las pinturas del axis muestran la procesión tradicional de los santos llevando a la Virgen sentada en un trono con su Hijo en el regazo. Debajo de ellos una representación del Cordero pascual recuerda a los creyentes que Cristo ganó a la muerte con su sacrificio en la Cruz.
En el lado sur, un elegante Árbol de Jeseo, con un fondo azulado, florece desde el cuerpo tumbado de Jeseo a los pies de la pared para formar la ascendencia familiar de Cristo alrededor de la Sagrada Familia.
Jesucristo Pantocrátor
El Asedio de Constantinopla a lo largo de la pared sur, muestra los cristianos haciendo retroceder a los infieles con arcos, cañones e iconos milagrosos que se muestran desde los terraplenes (fortificados). Aún visibles son las pequeñas firmas rasgadas por las tropas Austriacas durante el siglo XVIII.
La crucifixión de Jesús
Los muros defensivos exteriores, de 5 metros de altura y más de un metro de grosor, incorporan edificios de piedra blanca con azoteas negro-escalonadas. Las celdas de las monjas se sitúan a un lado del complejo, mientras en la esquina noroeste hay una residencia principesca restaurada, usada actualmente como museo de arte eclesiástico y religioso.
En Suceava podemos ver el Monasterio de Sfantul Ioan cel Nou del s.XVI, la Iglesia Mirauti del s.XVII y la casa Hanul Domnesc del s. XVI, sede del Museo Etnográfico.
El Monasterio de Arbore, desprovisto de cúpula típica, posee unas dimensiones reducidas, y en el predominan los tonos verdes, combinados con el rojo, azul y el amarillo. Las pinturas más importantes se hallan en el muro oeste (en los contrafuertes), donde se describen escenas del libro del Génesis. Destacan, además, dos losas enormes en el patio de la iglesia con 15 pequeños recipientes donde se preparaban los colores.
El Monasterio de Humor,se encuentra al sur de la población de Solca.Fundado en el año de 1530 por orden del príncipe Pedro Rares y el canciller Toader Bubuiog, tiene unas dimensiones modestas, pero todos sus muros exteriores están pintados.
Sus pinturas hacen referencia a un poema dedicado por el Patriarca Sergio de Constantinopla a la Virgen María por haber salvado la ciudadela del ataque persa en el año 626. Lo más destacado de sus frescos son los del “Hijo Pródigo” y la escena donde aparece el Diablo en forma de mujer golosa.
Continuando al sur de Humor, se encuentra el Monasterio de Voronet, llamado la “Capilla Sixtina del Este”. Fue edificada por Esteban el Grande en el año de 1488 y pintado durante el principado de Pedro Rares en 1547. Destaca por sus vivos colores, en los que prevalece el azul de Voronet, convirtiéndose en una de las mejores adaptaciones del arte bizantino-rumano.
En la fachada occidental se describen dramáticamente las escenas del Juicio Final, mientras que en el muro sur se puede contemplar el Árbol de Jeseo, con la genealogía de Jesucristo. En el muro norte, se conservan escenas del Génesis y de la leyenda del Pacto de Adán.
Sucevita,es el más grande de todos los Monasterios de Bucovina y el que cuenta con un mayor número de imágenes pintadas. El monasterio, edificado en 1584 por orden de Movila, está rodeado por una muralla con 4 torreones en medio de un paisaje cautivador.
En el muro norte se despliega “La Escalera de las Virtudes” y en el sur, el Árbol de Jeseo, símbolo de continuidad entre el Viejo y el Nuevo Testamento.
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