miércoles, 27 de junio de 2018

TOULOUSE LAUTREC,AT THE MOULIN ROUGE


Cuando Francesc Oller y su mujer Teresa Roca, propietarios de una pequeña empresa textil en Tarrasa, decidieron emigrar a Francia a mediados del siglo XIX estableciéndose en París, no se podían ni imaginar que su hijo Josep, aquel pequeño que iba a compartir una nueva etapa de sus vidas, sería el fundador del Moulin Rouge, uno de los music-hall o cabarets más famosos del mundo.
En efecto, Josep Oller i Roca, el hijo de aquel matrimonio catalán convertido años después en un destacado empresario del mundo del espectáculo parisino y propietario de varias salas como "La Bombonniere" o el "Theatre de Nouveautés", inauguraba en el mes de octubre de 1889,  junto con su socio francés, el también empresario Charles Zidler, el mítico Moulin Rouge.
Se dice y seguramente es verdad, que el Moulin Rouge no habría sido nada sin Toulouse Lautrec y este no habría sido nada si no hubiera existido el Moulin Rouge. En efecto, ambos nombres van unidos pues, Lautrec le dió esa fama mundial de la que goza y vive en la actualidad y el Moulin Rouge le abrió sus puertas y le ofreció, a través de su música y de sus "danseuses",  la inspiración que el buscaba para crear su pintura, así como, ese amor que otras mujeres le habían negado fuera de aquellas paredes. Allí dentro conseguía huir de los fantasmas que le perseguían como él mismo confesaría a su madre antes de abandonar el hogar que compartían: “…usted sabe tan bien como yo que, en contra de mi voluntad, llevo una vida realmente bohemia a la que no logro acostumbrarme del todo ya que, me pesan una serie de consideraciones sentimentales que tengo que tirar por la borda si quiero logra algo”.
Desde el mismo día de su inauguración, Toulouse Lautrec acudirá casi todas las noches al Moulin, vestido elegantemente, con su pantalón a rayas y su sombrero hongo y tendrá allí siempre reservada su mesa sobre la que poder dibujar y beber incansablemente toda la noche además de charlar y coquetear con esas bailarinas y prostitutas tan queridas por él y a las que inmortalizará tantas veces en sus cuadros.
Seguramente, en una de esas mesas es donde él retratará a esa serie de personajes asiduos al local y que podemos contemplar en el cuadro . Esos cinco personajes que parecen mantener una agradable e interesante conversación son todos ellos conocidos a través de la historiografía que rodea el mundo de Toulouse Lautrec y así, la mujer del pelo rojo y que se sienta de espaldas a nosotros es Jane Avril, una bailarina del Moulin Rouge a la que apodaban "La Melinite" por su forma frenética y estereotipada de bailar comparable a la  melinita, un potente explosivo. También era conocida como "Jane la Folle" (Juana la Loca) debido a que tenía una afectación neurológica que en alguna ocasión le había producido convulsiones parecidas a las de tipo epiléptico por las que había llegado a estar internada algún tiempo. Jane Avril, además de bailarina fue siempre una gran amiga y también una amante de Lautrec a la que él apreciaba mucho pues era una mujer inteligente con la que mantenía largas e interesantes conversaciones.
Volviendo a la mesa, junto a Jane Avril y en el sentido de las agujas del reloj se encuentra Edouard Dujardin,  un crítico literario y musical y redactor de revistas de la época como "Fin de siècle" y la "Revue Independante". A su lado aparece una mujer, otra bailarina del Moulin y conocida artísticamente como "La Macarona" y de nombre Georgette. Muy aclamada en el Moulin moriría poco después de pintada esta tela en el curso de una operación. Junto a "La Macarona" se sienta Paul Sescau, un fotógrafo muy querido por Lautrec y al que a menudo utlizaba para documentar sus pinturas y fotografiar a sus modelos favoritos. Al lado de Sescau vemos a otro amigo de Lautrec, el también fotógrafo Maurice Guibert, un juerguista impenitente y un asiduo visitante a todos los locales nocturnos de Montmartre. De él comentaría el periódico "Fin de Siecle" que era el hombre "que mejor conoce a todas las prostitutas de París". Guibert era también un conocido representante de la firma del champagne Moët Chandon. Lautrec le retrataría en su famoso cuadro "En la Mie".
Mientras estos cinco personajes charlan podemos ver al fondo de la sala a un hombre alto, con chistera, a cuyo lado se encuentra Toulouse Lautrec. Este hombre, un médico llamado Tapié de Céleyrand, era el primo de Lautrec y también uno de sus mejores amigos que solía acompañarle a todos los sitios y al que Lautrec retrataría en numerosos dibujos. También en la sala vemos a dos mujeres de pié y charlando entre ellas. La mujer que parece retocarse el pelo corresponde a la famosa bailarina Louise Weber,  "La Goulue" (La glotona), apodada así por sus desmadrados apetitos de todo tipo. La otra mujer, también bailarina del Moulin es "Mome Fromage", la amante de "La Goulue" y a la que apodaban así debido a su atracción por el queso. "La Goulue" fue la estrella del Moulin entre 1890 y 1895. Su agilidad, su procacidad bailando con la "quadrille" o como pareja con Valentin le Désossé hacían furor en el salón. Se cuenta que "La Goulue", muy querida por Lautrec y a la que haría famosa con su célebre cartel publicitario, pintado en 1891 para promocionar el Moulin y del que se editarían más de 3.000 copias, una vez convertida en la reina del Moulin Rouge y otros music-halls de Paris, llegó a cobrar 800 francos al mes atesorando un gran capital con el que se compraría una casa en Montmartre y en la que viviría con su amante "Môme Fromage" durante varios años. Nada hormiguita, "La Gouloue" moriría en 1929 en la más completa miseria.
Todavía hay otro personaje más en la escena y es ese que aparece en primer plano a la derecha del lienzo. Una mujer cuyo rostro iluminado por alguno de los faroles del salón, parece el de una máscara muy maquillada y adornada con una peluca rubio-amarillo que mira escudriñando fijamente al espectador convirtiéndose también ella en espectadora. Este rostro corresponde, al parecer, a la cantante y bailarina inglesa May Milton. Aunque actuó durante poco tiempo en el Moulin, Lautrec la retrató en este cuadro y en unos carteles que May Milton le encargó para una gira que iba a emprender a los Estados Unidos. 
En este cuadro el espectador se introduce en la escena, en el ambiente y, colocado al lado de la balaustrada que recorre parte del cuadro, puede observar a todos esos personajes que charlan y se mueven por ese fantástico Moulin Rouge sintiéndose casi como uno más de ellos. 
"At the Moulin Rouge" fue pintado entre 1892 y 1895 y se conserva en el Chicago Art Institute, Estados Unidos en la Helen Birch Bartlett Memorial Collection. Este cuadro se pudo ver en España en el  año 1917 en el Palacio de Bellas Artes, Salón des Artistes Français, Barcelona. Como dato curioso comentar que según indica en su web el museo, la franja del lienzo en la que aparece el rostro de May Milton fue recortada del cuadro, tal vez por Lautrec o tal vez por el marchante pensando en que tendría mejor salida sin esa tira. La obra fue reparada nuevamente hacia 1914.

http://www.artic.edu/aic/collections/artwork/61128
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martes, 26 de junio de 2018

VITOREA CARPACCIO Y EL ENCUENTRO DE LOS PEREGRINOS CON EL PAPA CIRIACO



En esta escena, cada figura proyecta su propia sombra, lo que indica la hora en que tuvo lugar este encuentro histórico que Carpaccio envuelve en una atmósfera encantada.

Aunque la puesta en escena de las representaciones y su disposición en perspectiva en el espacio pongan de manifiesto una serie de desaciertos, ya se puede encontrar en esta obra las características de lenguaje de Carpaccio: el ritmo lento, suspendido como por arte de magia, cuyo momento crucial se enfatiza; los efectos de luz observados minuciosamente hasta en los más mínimos detalles; la extraordinaria vitalidad de las sombras coloreadas. Con los años, el arte de Vittore Carpaccio se vuelve cada vez más abstracto y adquiere simultáneamente más realismo, sublimado a través de líneas de perspectiva laterales y profundas, colores cuidadosamente escogidos y detalles de gran verismo.

viernes, 22 de junio de 2018

FORD MADOX BROWN...THE LAST OF ENGLAND


A principios de la década de 1850 se inició un movimiento migratorio provocado por la llamada "fiebre del oro" a raíz del descubrimiento y explotación de unas minas de oro en Australia y que atraería a este continente a un elevado número de inmigrantes procedentes de Gran Bretaña e Irlanda huyendo de la escasez y la falta de trabajo en sus paises. Entre ellos iban trabajadores manuales y agrícolas pero también artistas como fue el caso de Thomas Woolner, escultor inglés y uno de los fundadores en 1848 de la "Hermandad Prerrafaelita" el cual, había decidido emigrar a Australia atraído también por la prosperidad económica que nacía en ese continente, embarcándose hacia el mismo en 1852.
Se cuenta que el pintor Ford Madox Brown, (Calais 1821- Londres 1893), muy relacionado con la "Hermandad Prerrafaelita" aunque nunca llegase a pertenecer a ella, quedó impresionado con la marcha de su amigo Woolner pues, el propio Madox, llevaba algún tiempo dándole vueltas a la idea de emigrar a la India juntándose a esos miles de emigrantes ingleses que estaban abandonando Inglaterra en busca de nuevos paraisos. Ford Madox se imaginó a si mismo, embarcado, acompañado de su mujer y sus dos hijos y saliendo de su tierra natal como el último inglés que la abandonaba, el último de Inglaterra. De esa idea nació el cuadro que hoy visitamos "The last of England".
En este cuadro, Ford Madox se autorretratará a sí mismo acompañado de su mujer y modelo habitual en muchos de sus cuadros, Emma Hill, representando la escena en la que una pareja de emigrantes abandona las costas inglesas a bordo de un barco repleto de pasajeros, entre ellos sus hijos.
La escena, vista como si el espectador la observase con un catalejo, gira entre lo dramático y lo satírico o esperpéntico. El drama del viaje aparece reflejado en las caras de circunstancias de ambos sentados en la cubierta del barco, tal vez en la popa, mientras la fuerza del viento agita con fuerza el pañuelo o cinta rosa de Emma y levanta el ala del sombrero de Ford (amarrado este con una cuerdecita al boton del abrigo)  encrespando amenazadoramente el verdoso mar. A su alrededor, cuelgan de las barandillas coles o lechugas (tal vez para mantenerlas más frescas durante el viaje ) añadiendo la nota cómica o grotesca al cuadro, aunque, algunos, hayan querido ver una indicación del pintor de que el viaje será largo. También añaden una nota esperpéntica a la escena los dos individuos que se divisan al fondo, uno de ellos desdentado y con chistera, riendo y haciendo unos gestos tal vez de odio a la tierra que abandonan y que contrastan con la pose hierática y ceremoniosa de la pareja.
La niña rubia que come una manzana a la espalda de Ford es su hija Katty, fruto de su primer matrimonio con Isabel Bromley fallecida unos años antes con solo 27 años. La manita que aparece asomando por el chal o capa de Emma y que ella agarra con su mano corresponde a Oliver, el otro hijo de Madox y que solo tenía unos meses cuando este pintó el cuadro. Este detalle aporta una nota de ternura y nos indica la preocupación que en el fondo trasmite Madox en su cuadro a embarcar en ese viaje a toda su familia. Su hijo Oliver moriría muy joven, con solo diecinueve años, cuando ya empezaba a prometer como artista y poeta.
El cuadro es minucioso y resulta francamente entretenido revisarlo con calma y descubrir los acantilados blancos de Dover que aparecen al fondo y el vapor con su larga estela de humo y esa larga pipa de arcilla de alguien que está fumando y también, al individuo pelirrojo que coloca las verduras en ese bote salvavidas blanco en cuyo casco figura el irónico nombre del barco, "El Dorado".
Ford Madox contaba que pintó este cuadro casi totalmente al aire libre ( anticipándose por tanto algo a los impresionistas ) para intentar reflejar la sensación de frío en las manos y la cara así como la luz proyectada sobre el mar en los días lluviosos. Iniciado en 1852 lo terminó en 1855 cuando - ironías del destino - su amigo Thomas Woolner había regresado a Inglaterra una vez que el paraíso australiano comenzaba a desaparecer.
Esta pintura también es parte de la historia de la vida cultural de Birmingham. 
El director británico Derek Jarman le robaría a Madox en 1987 el título del cuadro para su poética película "The Last of England" (1987) basada en la pérdida de la tradicional cultura inglesa, indicando que unos de sus antepasados también habían realizado un viaje similar.
Este cuadro se conserva en el Museum and Art Gallery de Birmingham y una copia del mismo en el Fitzwilliam Museum de Cambridge. Una réplica en acuarela realizada en 1864 se conserva en la Tate Britain. Del 25 de febrero al 3 de junio de este año se puede visitar en el Museum of Fine Arts de Gante con motivo de la exposición: "Ford Madox Brown - Pionero de los Prerrafaelitas".

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jueves, 21 de junio de 2018

IGNACIO ZULOAGA Y EL RETRATO DE LA CONDESA MATHIEU DE NOAILLES


El retrato de la condesa Mathieu de Noailles representa a la poetisa parisina de origen greco-rumano Anna Elisabeth de Brancovan. Unos pesados cortinajes enmarcan el retrato, subrayando así su carácter escenográfico. Sin embargo, Zuloaga opta por abrir la composición a un celaje inspirado, también, en los fondos de El Greco, cediendo todo el protagonismo a la sensual figura de la mujer. Por último, en el ángulo inferior derecho, dispone sobre una mesa un bodegón con libros, que evocan la devoción por la literatura, un collar de perlas, distintivo de la pasión, y un jarrón con rosas, símbolo del amor: un pequeño compendio simbólico de la personalidad de la condesa y, a su vez, una actualización del tema de la vanitas del barroco español. A pesar de ser considerado por la crítica artística internacional de comienzos del siglo XX como uno de los mejores pintores del momento, en España, sin embargo, Zuloaga fue acusado de exaltar el atraso nacional. Su formación ajena al mundo académico, la influencia de los círculos intelectuales parisinos y su vinculación con la Generación del 98, le llevaron a tomar como referencias la cultura popular y la pintura españolas del siglo XVII y la figura de Goya. Todas esas influencias proporcionaron a sus obras expresividad y penetración psicológica, que, junto a la visión romántica y a su habilidad en la ejecución, fueron los factores clave de la producción posterior de Zuloaga.
La condesa Mathieu de Noailles fue una famosa poetisa y aristócrata nacida en París en 1876 como Anna Elisabeth Bibesco-Bassaraba de Brancovan. 
Hija de un príncipe rumano y una pianista griega se casaría muy joven con un descendiente del ducado de Noailles, un tal Mathieu de Noailles, apellido por el que se la conocería en adelante en los círculos de la alta sociedad parisina.
Anna de Noailles, una mujer con una formación y un espíritu artístico de raíz, se rodearía también de la élite intelectual que se movía por París en esos años convirtiéndose ella misma en una famosa poetisa después de publicar en 1901 su primer libro de poemas "Le Coeur Innombrable", una obra que tendría un gran éxito y al que seguirían una nueva colección de poesía y varias novelas.
Mujer culta, inteligente y con una gran capacidad para las relaciones sociales debido a la atracción que su persona ejercía, convirtió su salón parisino de la avenida Hoche en un lugar de reunión de intelectuales, artistas y escritores entre los que se encontraban personajes de la talla de Paul Claudel, André Gide, Paul Valery, Pierre Loti, Marcel Proust o Jean Cocteau por citar algunos. Este último le llegaría a escribir en una de las cartas pertenecientes a la afectuosa correspondencia que mantuvo con la condesa, comparativos como estos: "Es usted más exquisita que Ronsard, más noble que Racine y más magnífica que Hugo".
También fueron varios los pintores que la retrataron, muchos de ellos atraídos por su personalidad y otros a instancias de la propia Anna de Noailles en su deseo de dejar el recuerdo de su figura a generaciones futuras como ella misma contaría más tarde. A ella la retratarían Jean de Gaigneron, Antonio de la Gandara, Edouard Vuillard, Kees Van Dongen, Jacques Émile Blanche, Phillip Alexis de Laszlo, Jean Louis Forain e Ignacio de Zuloaga que la plasmó en 1913 en el lienzo que hoy visitamos, "Retrato de la condesa Mathieu de Noailles"
Por esas fechas, Zuloaga tenía abierto su estudio en París en la rue Caulaincourt y había llegado a introducirse en 1912 en el circulo de la condesa, al parecer, a través del salón de Madame Bulteau una dama de la alta aristocracia parisina a cuyas tertulias solía acudir Anna de Noailles de vez en cuando. Sería esta la que, conocedora de la fama como retratista que había ido adquiriendo Zuloaga, desearía posar para él. De la correspondencia que se ha conservado entre el pintor y la condesa se sabe que entre los dos se estableció una agradable comunicación y un acuerdo en los preparativos del retrato en cuanto a la elección del vestido y el tejido y la decisión de pintar en el estudio del pintor para que tanto ella como el pintor pudieran posar y trabajar en calma, respectivamente.
Zuloaga retrata a la condesa recostada en un diván recubierto por unas telas verdes que contrastan con el llamativo vestido de gasa rosa que ella luce. Muy teatral la pose, Anna aparece en un primer plano mientras el telón de fondo aparenta un cielo azul en el que se dibujan unas nubes de tonos también rosados. La escena se enmarca con unos pesados cortinajes floreados muy del gusto de Zuloaga que empleará esta misma escena para varios de sus retratos. En primer plano aparece una mesa sobre la que descansan un jarrón con unas rosas, unos libros y un collar de perlas, objetos todos ellos, según cuentan algunos, de acuerdo a una actualización de la "vanitas" del barroco español  y en los que estarían simbolizados el amor, su afición a la literatura y la pasión, respectivamente. 
Sin ser una mujer excesivamente bella, Zuloaga la hace bella y demuestra su maestría como buen retratista del alma que era sacando toda la fuerte personalidad que esta mujer poseía y que puede descubrirse en su poderosa y penetrante mirada. Anna de Noailles debió quedar encantada con su retrato y con el sentimiento de inmortalidad que este le proporcionaba. Ella le escribió una vez terminadas las sesiones de posado que "Debo decirle con qué emocionante reconocimiento pienso en la perdurable gloria con la que usted me ha colmado por la presencia en el mundo de un divino lienzo sobre el cual todas las miradas se posarán asombradas cuando ni usted ni yo estemos ya."  
El retrato de la condesa de Noailles no se mostró al público en Francia exponiéndose sin embargo en diversas ciudades de Estados Unidos unos años después, en 1916 y 1917. En 1919 apareció en la Exposición Internacional que se celebró en Bilbao siendo adquirido por 100.000 pesetas por el empresario naviero Ramón de la Sota quien lo donaría posteriormente al Museo de Bellas Artes de Bilbao donde se puede contemplar en la actualidad y del que se puede decir que es la joya de la corona de este entrañable museo.
Anna de Noailles, murió en 1933 y sus restos descansan  en el cementerio de Père-Lachaise en París. De ella escribiría el poeta nicaragüense Rubén Darío: "La condesa de Noailles es una rara perla perfumada, como las del mar de Ormur. Es una aparición de figura poética y legendaria, en pleno París del siglo XX"

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miércoles, 20 de junio de 2018

RENATO GUTTUSO Y EL CAFÉ GRECO


Después de haber militado clandestinamente en el Partido Comunista Italiano en los años en que Mussolini se mantuvo en el poder, durante los cuales también se opuso al neoclasicismo propugnado por los fascistas, Renato Guttuso se convirtió en la posguerra en una figura fundamental en el debate abierto en Italia entre el neorrealismo comprometido políticamente, propiciado por el Fronte nuovo delle arti, y la abstracción. Su obra se dejó influir de forma paulatina tanto por las nuevas corrientes pictóricas informalistas como por los artistas pop, que pudo conocer de cerca en la Bienal de Venecia de 1964. Además, por un tiempo, se sintió cercano al existencialismo de Giacometti y admiró la nueva figuración de Francis Bacon y Gerhard Richter. Por otro lado, al pintor italiano siempre le atrajeron las grandes composiciones de revoluciones, catástrofes o de temas sociales...
El "Caffé Greco" es un café ubicado en el número 86 de la Vía dei Condotti en la ciudad de Roma.
Inaugurado en 1760 por el griego Nicola della Maddalena es, después del "Caffé Florian" de Venecia, el café más antiguo de Italia y uno de los cafés literarios más antiguos de Europa. A lo largo de los años ha sido frecuentado por artistas, intelectuales, famosos y famosillos de todo el mundo que lo han convertido en lugar de visita obligada durante sus estancias en Roma. Por él pasaron Goethe, Christian Andersen, Byron, Gabriele D'Annunzio, Luis de Baviera, Stendhal, Nicolás Gogol, Schopenhauer, Mark Twain, Corot, De Chirico, Hector Berlioz, George Bizet, Toscanini, Wagner, Orson Welles y hasta el mismísimo Buffalo Bill. La lista de personajes es interminable pero su paso lo acreditan las fotos, cuadros y documentación que el "Greco" guarda entre sus paredes y en sus archivos. 
Renato Guttuso, también fue uno de los visitantes ilustres y asiduos del "Caffé Greco". El pintor siciliano, senador por el partido comunista y multimillonario cuando pintó el cuadro , vivía en la ciudad de Roma en el llamado Pallazo del Grillo, lugar en el que había montado su residencia desde 1965. 
Gutusso intenta dar una idea de lo efímero de la vida. De ese lienzo el decía que : "Es una naturaleza muerta en la que los seres que por ella se mueven también serán algo muerto algún día. ....". En este cuadro Guttuso vuelve sobre esta idea y nos presenta un mundo en el que los vivos conviven con los muertos, la efímera modernidad con lo antiguo. 
Pintado en 1976, este "Caffé Greco", cuadro que se puede ver en el Museo Tyssen-Bornemisza de Madrid, es un estudio preliminar realizado en acrílico sobre cartón entelado para la obra definitiva que realizaría ese mismo año y que se encuentra en el Museo Ludwig de Colonia. En él podemos ver el animado interior del "Greco" en el que jóvenes, turistas japoneses y parejas homosexuales conviven con individuos ya desaparecidos, muchos de ellos personajes famosos y que Guttuso coloca en el cuadro para potenciar ese mínimo espacio que separa el pasado del presente.
Sentado a la izquierda del cuadro podemos ver a un hombre mayor que es el pintor metafísico Giorgio de Chirico, un asiduo del "Caffé Greco" y amigo personal de Guttuso que pintará este cuadro como su homenaje a De Chirico. Sentada a su lado, la mujer de la amplia cabellera es la que fue magnífica actriz, la romana Ana Magnani, la interprete de aquellas famosas películas como "Roma, cittá aperta" y "Mamma Roma". De ella diría Tennessee Williams que: "Nunca vi una mujer más hermosa, de ojos tan grandes y piel como el jabón Devonshire". Al fondo y pegado a la pared podemos ver a William Frederick Cody, más conocido como Buffalo Bill. Buffalo Bill pasó por Roma hacia 1890 con su famoso espectáculo teatral conocido como el Buffalo Bill's Wild West y con el que recorrió toda Europa. Unas fotografías colgadas en el propio café dan prueba de que Buffalo Bill estuvo allí. También estuvieron allí algunos de los jefes indios que participaban en su show y a uno de los cuales retrata Guttuso sentado al lado de Buffalo Bill. También, en la mesa que hay en primer término, se puede ver entre los tertulianos al escritor francés y premio nobel, André Gide, un comunista renegado que consiguió que la Iglesia Católica incluyera todos sus libros dentro del "Indice de libros prohibidos" por su defensa de los derechos de los homosexuales, un hombre que también pasó por el "Greco". 
El cuadro hace sentirse al espectador como un viajero o turista que, sentado al fondo del café, observa el lugar y el ambiente mientras descansa el cuerpo agotado por las largas caminatas a través de la Ciudad Eterna. Con un poco de imaginación tal vez pueda encontrar ahí dentro, como en el caso de "La Vucciria", a la que fue la amante de Guttuso durante más de veinte años, la bella Marta Marzotto, o a su fiel esposa, Mimisse Dotti.
Un cuadro mágico, como todos los de Guttuso. Misterioso, divertido. Hecho para cotillear en él sin olvidar su mensaje de lo efímero.

https://netgamers.it/showthread.php?p=15388050
http://desdeelotroladodelcuadro.blogspot.com.es/2013/
https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/guttuso-renato/caffe-greco

viernes, 15 de junio de 2018

HERMENEGILDO ANGLADA CAMARASA Y EL RETRATO DE SONIA KLAMERY

     

"Pavos reales azules, con su cola de fuego, legumbres líricas que herborizan entre los árboles, rosas blancas del tamaño de lo monstruoso y guirnaldas desconocidas como collares flojos en el cuerpo de la noche. La bella lleva el pelo en caracolillos sobre la frente, la ropa en una envoltura de objetos, miniaturas y colores, y ha hecho su hamaca de pájaros rayados y flores violeta. La bella lleva los hombros desnudos, los brazos y el torso blancos como la noche, tomados de luz de luna, y los ojos grandes, excesivos, ojos nocturnos que iluminan una nariz breve y una boca roja. La bella es Sonia de Klamery, condesa de Pradère".
Así describía este cuadro el ilustre Francisco Umbral, allá por el 2003, en uno de sus articulos literarios dedicados al pintor catalán Anglada-Camarasa.
¿Quién era esta bella de los hombros desnudos, a la que tan poéticamente describe Umbral.? 
No lo sé. Umbral no nos cuenta nada más sobre ella y yo no encontré más datos sobre su vida para poder incluirlos en esta entrada a excepción de que ostentaba el título de Condesa de Pradere y que Anglada Camarasa la pintó en al menos dos lienzos, en este y en otro en el que aparece de pie tocada con un mantón negro con flecos que la cubre desde la cabeza, estando situada también en un romántico jardín donde floridas enredaderas trepan por los árboles.
Seguramente, a Sonia Klamery la conocería en su época parisina, tal vez en su estudio de Montmartre, estudio que no abandonaría hasta 1914, un año después de pintado el cuadro que hoy comentamos.
Anglada Camarasa pasará por el impresionismo, el modernismo y el fauvismo y en este cuadro se nota fuertemente la influencia del movimiento de la Secesión Vienesa y en especial de Gustav Klimt del que fagocitará su colorista retrato de Adele Bloch-Bauer (ver aquí) en plena ebullición fauvista para trasladarlo a su Sonia de Klamery.
Anglada Camarasa fue el gran pintor olvidado. Instalado en su estudio de Pollensa desde 1914 se dedica a pintar paisajes y bodegones pasando la guerra civil española oculto en Monserrat y la Segunda Guerra Mundial en Pouges-les-Eaux (Francia) muriendo en 1959 en Pollensa.
La valía y el reconocimiento mundial de Anglada-Camarasa aumentan cada día que pasa poniendo de relieve su categoría como pintor. Su retrato de Sonia Klamery (echada), considerado una de sus mejores obras, se conserva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Desde las paredes de este museo, Sonia, vestida con su elegante y colorista traje largo y tocada con sus sensuales medias de seda y sus zapatos de tacón, nos mirará siempre seductoramente. Como escribía Umbral: "La condesa de Pradère puede dormir, blanca y hermosa, en su árbol de suaves collares naturales como en el seno de un árbol macho, intenso, que la protege y le da sombra de luna".

http://www.farestaie.com/arte/para-mirar/1-pinturas/460-trogu-norma/7895-/
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http://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/sonia-klamery-echada
https://www.artehistoria.com/es/obra/retrato-de-sonia-klamery

lunes, 11 de junio de 2018

PEDRO BERRUGUETE Y FEDERICO DE MONTEFELTRO CON SU HIJO GUIDOBALDO




El retrato forma parte de una serie de 28 retratos de "uomini famosi" (hombres célebres) hecha para el studiolo y la biblioteca del duque de Urbino, Federico da Montefeltro. El retrato estuvo atribuido previamente a Justo de Gante y también a Melozzo da Forli, porque el primero, llamado a la corte de Urbino había sido encargado por el duque para las figuras alegóricas de las Artes liberales. En el presente, los historiadores de arte no han alcanzado un consenso sobre la atribución a Justo de Gante o a Pedro Berruguete. Han propuesto igualmente una posible colaboración entre ambos artistas adentro del taller de Justo de Gante en Urbino.
El retrato está totalmente dedicado a los dirigentes del ducado de Urbino, cuya soberanía estaba reconocida por el resto de poderes europeos (Federico lleva la orden de l'Hermine instituida por el rey de Nápoles, y la orden de la Jarretera, conferida por el rey de Inglaterra): Federico por sus talentos militares, intelectuales y diplomáticos, y por su apellido, encarnado en su hilo Guidobaldo, sucesión acreditada por la distinción papal (Pontifex).
Federico de Montefeltro está representado con armadura, leyendo, sentado sobre un trono adornado, el casco a sus pies, cerca de su espada al lado y del mango de una maza de combate; su cara convencionalmente vista del perfil izquierdo (porque fue desfigurado en un torneo). Lleva una casulla roja adornada de oro, un cuello de armiño, y el collar del Toison de oro al cuello ; su pierna izquierda alargada lleva el prestigioso atributo de la Orden de la Jarretera.
Sobre un estante de madera tallada está depositada arriba a la izquierda, una mitra adornada de perlas.
A su lado, apoyado sobre su rodilla derecha, su hilo Guidobaldo, joven (y futuro duque de Urbino), está de pie, engalanado de joyas, manteniendo un cetro sobre el cual está inscrito Pontifex justo en la base de la mitra.
El cuadro de formato vertical, con una perspectiva al punto de fuga ubicado a la izquierda de la escena, sugiere que se trata del panel derecho de un díptico.
La perspectiva esta apoyada por el artesonado, y las paredes cercanas de esta parte del cuarto, con un suelo que huye llevado a la única línea del horizonte.
Se encuentra en  la Galería Nacional de las marcas, Urbino, Italia

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https://es.wikipedia.org/wiki/Federico_de_Montefeltro_y_su_hijo_Guidobaldo

domingo, 10 de junio de 2018

GEORGE ROMNEY Y EL RETRATO DE EMMA HART


Este cuadro es todo él un conjunto tan denso de pequeñas y grandes historias que hacen complicado relatar en unas cuantas líneas su pasado por lo que, solo he intentado hacer una pequeña sinopsis del mismo dejando en el tintero todos esos detalles interesantes acerca de los personajes que de una forma u otra tuvieron algo que ver con él.
El "Retrato de Emma Hart", una obra del pintor inglés George Romney (1734-1802), fué donado al Museo de Bellas Artes de Boston como parte de una colección de obras de arte propiedad de los herederos de Alphonse y Clarice de Rothschild, miembros de la célebre familia de banqueros Rothschild.
Este cuadro sería confiscado a los Rothschild en 1938 tras la anexión de Austria a la Alemania nazi, y colocado en las paredes del Kunsthistorisches Museum, en Viena. Almacenado luego en el depósito central de Neue Burg, sería enviado en 1941 al monasterio benedictino de Kremsmünster y posteriormente a Alt Aussee, una localidad cercana a Salzburgo, famosa por sus minas de sal y en cuyos laberínticos túneles y galerías los nazis fueron acumulando más de 6.500 obras de arte de colecciones y museos de toda Europa durante la II Guerra Mundial. Al término de la guerra, el retrato de Emma Hart fue identificado en estas minas por la baronesa Clarice de Rothschild, quién, tras una larga serie de gestiones, recuperaría el cuadro llevándoselo a Nueva York hacia 1950.
George Rommey, uno de los retratistas ingleses mas afamados y prolíficos de la época junto con Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough, retrata (c.1784) en este cuadro a una bellísima mujer llamada Emma Hart. Elegantemente vestida, tocada con un grande y sofisticado sombrero negro y cubiertas sus manos con unos guantes de raso marrón, Emma clava su penetrante mirada en el espectador que no puede evitar sentirse fuertemente atraído por sus bellos ojos y por el rojo intenso de esos labios que aparecen ligera y sensualmente entreabiertos  en una clara invitación al coqueteo erótico.
Romney había conocido en 1782 a Emma Hart a través de su amigo, un aristócrata y político llamado Charles Francis Greville, el cual le pidió que retratase a Emma, su amante por aquellas fechas, a lo cual Romney había accedido retratándola en un cuadro que él denominaría "Enma Hart como Circe" (TATE, 1782) un lienzo basado en la mitología griega y en el que Emma aparece como la hechicera Circe y que sería el primer cuadro de los más de 60 que Romney pintaría de aquella mujer en los próximos nueve años convirtiéndose en su musa y en una de las mujeres más veces retratada por un mismo pintor en la historia del arte.

Pero, ¿quién era Emma Hart?.
Emma Hart, nacida como Amy Lyon, era una joven procedente de una humilde familia de Ness, una localidad inglesa en el condado de Cheshire. Huérfana de padre, un herrero fallecido cuando ella apenas contaba unos meses, sería esa ausencia de autoridad paterna y la escasez de recursos económicos, los que harían que ya desde pequeña "prometiese maneras". Emma  comenzaría, al igual que su madre, trabajando casi de niña como asistenta doméstica para ayudar al mantenimiento del hogar, pero, con poco más de catorce años se escaparía a Londres con el fin de descubrir nuevos mundos en los que mejorar su "modus vivendi" Se cuenta que en Londres hizo méritos como ayudante de varias actrices en el Drury Lane, el viejo teatro londinense, pero, viendo que aquello no generaba demasiadas ganancias, se pondría a trabajar con un charlatán escocés llamado James Graham, un pionero de lo que mas tarde llamaríamos la sexología, un curandero de los problemas sexuales a través de una terapia consistente en la administración de descargas eléctricas a sus pacientes, tumbados estos en una espectacular cama, en su llamado "Templo de la Salud", mientras escuchaban música al compás de la cual danzaba Emma convertida en la "Diosa de la Salud".
Sean ciertos o no estos rumores sobre sus comienzos, sí es cierto que Emma Hart fue alternando en ambientes de dudosa reputación en los que cada vez iría siendo más conocida popularmente por su belleza y la sensualidad que desprendía y más iría ella convenciéndose de su capacidad para conseguir un puesto en la sociedad gracias a la hábil explotación de esos encantos que ella mostraba generosamente.
Es por esto que Emma, que ya había cambiado su nombre de pila de Amy Lyon por el más artístico de Emma Hart, debió abandonar a Graham y su "Templo de la Salud" para aceptar un contrato como presentadora y animadora de fiestas que le había ofrecido un aristócrata y terrateniente llamado Sir Harry Fetherstonhaugh, fiestas que se celebraban de continuo en su fabulosa mansión conocida como Uppark en la pequeña localidad de South Harting. Ella marcharía allí con quince años para diversión de Harry y sus amigotes para los cuales, se cuenta, bailaba desnuda encima de la mesa del comedor. Harry acabaría dejándola embarazada, estado que no sería muy del agrado de este alejando a  Emma de su lado y mandándola a tal fin a una de sus casas en Londres. Uno de los amigos de Harry, un tal  Charles Francis Greville, se convertiría en el nuevo amante de Emma la cual marcharía a vivir junto a él a su casa ubicada en Edgware Row, en el distrito de Paddington y a través del que conocería al pintor George Rommey como ya comentábamos unas líneas antes.
En los siguientes cuatro años, Emma posaría ante Romney más de 100 veces para una secuencia de retratos personificados en tipos alegóricos, mitológicos o religiosos, en escenas de genero o en diversas poses teatrales, poses que más adelante ella exhibiría en sus famosas representaciones públicas o "Actitudes".
Así, Emma había logrado convertirse en la amante de un individuo con una alta posición dentro de la  sociedad londinense y gracias a esa relación y la difusión de su rostro y su estilo a través de los muchos cuadros que de ella iban inundando el estudio de Romney y que eran observados con interés por las damas de alto copete que venían a retratarse a dicho estudio, ella iba siendo cada vez más conocida en esa distinguida sociedad. La hija que ella había dado a luz en 1782, fruto de su relación con Harry Fetherstonhaugh sería dada en adopción a unos parientes de Charles Greville.
Esta fama empezó a no gustarle demasiado a Greville pues, al cabo de cuatro años de vida en común con Emma, las finanzas no marchaban demasiado bien y pensó que era el momento de intentar cazar a una dama joven y rica en la que tenía puesto el ojo, así que, decidió desembarazarse de Emma proponiendo a su tío Sir William Hamilton, un viudo cincuentón,  embajador de Inglaterra en la Corte de Nápoles, que la aceptase en su casa durante una temporada para él poder solucionar sus problemas económicos.
Sir William, un hombre refinado, eminente vulcanólogo, coleccionista de antigüedades griegas y sabedor de la belleza de Emma, pues él la había conocido en una visita que había hecho a su sobrino en 1783, aceptó el plan con agrado y Emma marchó engañada a Nápoles en 1786  bajo el pretexto de pasar una temporada de vacaciones con el tío de Greville, convirtiéndose a los seis meses en la amante de Sir William Hamilton y unos años más tarde, en su mujer, al casarse con él en 1791, pasando a ser conocida como Lady Hamilton. 
Con 26 años Emma se había convertido en la mujer del embajador de Inglaterra en Nápoles. Bajo la tutela y dirección de Sir William ella iría adquiriendo una gran cultura, aprendería perfectamente el italiano y sería una maravillosa anfitriona en las fiestas que se realizaban en su residencia, el fastuoso Palazzo Sessa, donde realizaría para entretenimiento de los invitados sus representaciones, las llamadas "actitudes" consistentes en sus posados en diferentes posturas, adornada con velos o túnicas y adoptando distintas mímicas que creaban la admiración de todos los que la contemplaban.
A raíz de su boda con Sir Willian Hamilton, George Romney no volvería a retratarla pero serían muchos otros los pintores que la retratarían por encargo de Sir William como Sir Joshua Reynolds, Vigée le Brun, Gavin Hamilton, Wilhelm Tischbein por citar los más importantes.
Su fama llegaría hasta  la esposa del Rey de Nápoles, María Carolina, de la que se convertiría en íntima amiga. Junto a la familia real serían rescatados ella y su marido en 1798 de la invasión francesa de Nápoles gracias a la intervención del famoso almirante Horatio Nelson que los evacuaría a Palermo.
El contacto de Lady Hamilton con Nelson propiciaría su enamoramiento de aquel hombre al que admiraba y al que ya había conocido en 1793 y que llegaba a Nápoles mutilado y tuerto pero rodeado de la aureola de sus victorias en grandes batallas, la última en el Nilo en la batalla de Abukir. Nelson también se enamoraría de aquella bellísima y seductora mujer ante la complacencia y el beneplácito de Sir William Hamiton. Después del regreso de los tres a Inglaterra en 1800 el triángulo amoroso perduraría hasta  1803, año en el que moriría Sir William. Emma tendría dos hijos con Nelson el cual caería abatido por un francotirador en la famosa batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805 .
Tras la muerte de Nelson, la pequeña herencia que Sir William le había dejado a Emma se fue agotando rápidamente y las deudas acabaron con Emma en la cárcel. Huída a Francia para escapar de sus acreedores se entregó a la bebida y murió en la miseria en la localidad de Calais en enero de 1815.
La extraordinaria vida de Lady Hamilton se ha llevado al cine y a la literatura. En  1941 Vivien Leigh interpretaría el papel de Emma en la película de Alexander Korda, "Lady Hamilton"  y Susan Sontag publicaría en 1992 la obra que la consagraría como novelista "El amante del volcán", un relato novelado inspirado en el triángulo amoroso entre Emma Hamilton, Nelson y William Hamilton.

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sábado, 9 de junio de 2018

MELANCOLIA....EDVARD MUNCH


El padre del expresionismo pintó este cuadro en 1894. En el cuadro, observamos a un individuo en estado pensativo, reflexivo, melancólico... una figura que se muestra ausente de todo lo que le rodea mientras piensa acerca de su existencia quizá. Todo lo que rodea a la pintura está marcado por la sobriedad, la oscuridad y la soledad, constantes en la vida del pintor.
"Lo que esta arruinando el arte moderno es el comercio, al exigir que los cuadros se vean bien una vez que se los cuelga en la pared. No se pinta por el deseo de pintar o con la intención de pintar una historia." Así se expresaba Edvard Munch en 1892 después de recibir las más agrias críticas en la Exposición de la Sociedad de pintores berlineses a la que había asistido como invitado ese mismo año.
A esa exposición, Munch había presentado, entre algunas otras obras, la primera versión de "Melankoli" (Melancolía) realizada un año antes y que se puede considerar como la obra inicio de su ciclo pictórico denominado por él mismo como "El Friso de la Vida: un poema sobre la vida, el amor y la muerte", un ciclo que Munch cerrará en 1902 y que recoge una parte de la historia de su vida en la que se mezclan sus vivencias como pintor, sus amores frustrados, su miedo a la vida o su contacto cercano con la muerte. A "El Friso de la Vida" pertenecen sus cuadros más conocidos tales como "Pubertad", "El Beso", "Madonna", "El grito", "Angustia", "La danza de la vida", "La muerte en la habitación de la enferma" o las diferentes versiones de "La muerte de Marat".
En "Melankoli", Munch pintó una situación vivida en el verano de 1891 en el fiordo noruego de Asgárdstrand, lugar donde él solía pasar los veranos y a donde también llegarían ese verano sus amigos Oda Krogh, Jappe Nilssen y Hans Jaeger, todos ellos pertenecientes al movimiento Kristiania Bohemen, un movimiento formado por un grupo de bohemios intelectuales y artistas de Christiania, la antigua capital de Noruega, y que preconizaban, entre otras cosas, la exaltación del amor libre.
Oda Krogh era una pintora noruega, divorciada de su anterior marido y casada con el también pintor y escritor Christian Krohg del que había sido alumna. Oda estaba considerada como una figura dentro del movimiento en el que llegó a recibir el apelativo de "La Princesa Bohemia". Jappe Nilssen era un escritor y crítico de arte, muy unido a Munch y hombre enamorado profundamente de Oda Krogh que lo había convertido en su amante a ratos. Hans Jaegger era otro escritor noruego, conocido activista político de ideas anarquistas y miembro fundador del Kristiania Bohemen y con el que también había mantenido o mantenía relaciones sentimentales Oda Krogh.
Parece ser que al poco de llegar todos a Asgárdstrand, Oda Krogh se insinuó una de las noches llamando medio desnuda a la puerta de la habitación de Munch con la excusa de charlar sobre una posible y futura colaboración pictórica entre ambos. Munch, aquella noche,  no llegó a tener una relación sexual con Oda pues, pesaba en su mente el recuerdo de su anterior experiencia amorosa con una mujer casada y de la que había salido mentalmente tocado  pero, el enredo amoroso y el mundo de los celos al que él asistía ese verano le hizo proponer a Jappe Nilssen que posase para él con el fin de poder reflejar ese sentimiento que él pensaba que debía estar sintiendo su amigo luchando por el amor de una mujer tan demandada.
Munch pintó a Jappe Nilssen en una esquina del cuadro, sentado en la playa de Asgárdstrand y con una expresión melancólica mientras, al fondo, se puede divisar a una figura vestida de blanco, seguramente Oda, que se dirige hacia una barca amarilla acompañada de otros dos seres, tal vez su marido Christian Krohg y Hans Jaeger, alguno de los cuales, tal vez,  se la llevará en la barca para ir a hacer el amor en alguna isla cercana del fiordo.
La estructura del cuadro, situando en primer plano a su amigo Jappe y al fondo, casi imperceptibles, a las otras tres figuras, hace comprender que Munch ha querido indicar que la escena, el conflicto sentimental, se está desarrollando en el interior del cerebro de Jappe, cerebro que Munch disecciona magistralmente para describir la historia al espectador.
La primera versión de "Melankoli" se conserva en el Munch-museet de Oslo. La segunda versión pintada en 1892 y que es la que vemos en esta entrada pertenece al Nasjonalmuseet/Nasjonalgalleriet de Oslo existiendo una tercera versión en el Bergen Kunstmuseum además de otras varias pintadas sobre madera y que se encuentran repartidas por varios museos del mundo. La primera version se denominó originalmente "Den gule båten" (El barco amarillo) y las dos siguientes se las ha denominado también como "Sjalusi" (Celos).


https://russiaartnews.com/news/expo/mezhdu-chasami-i-krovatju-v-san-frantsisko-predstavili-raboty-norvezhtsa-edvarda-munka
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https://www.muyhistoria.es/contemporanea/fotos/los-cuadros-mas-famosos-de-edvard-munch/melancolia
https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/06/09/edvard-munch-libertad-melancolia-y-los-infinitos-paisajes-del-alma/

jueves, 7 de junio de 2018

JAN STEEN...LOS EFECTOS DE LA INTEMPERANCIA


Son muchos los autores barrocos que optan por el caos y el desorden en sus composiciones, quizá como una forma de encararse hacia la pintura renacentista más pensada, pausada y ordenada; en este sentido, en la pintura barroca reina el movimiento, los personajes que se mueven por el lienzo ocupando la mayor parte posible de espacio y transmitiendo al espectador un auténtico caos. Pero si tuviésemos que elegir a un solo pintor barroco como representante de ese caos, sin lugar a dudas sería Jan Steen.
Jan Havickszoon Steen fue un pintor holandés nacido en 1676 y discipulo de Nicolaes Knupfer, un pintor alemán radicado en Utrech. Posteriormente fue ayudante del pintor Jan van Goyen con cuya hija, Margriet de van Goyen, se casó y tuvo siete hijos.
Jan Sten viajó por toda Holanda y trabajó en ciudades como Delft, Warmond y Haarlem, estableciéndose finalmente en Leyden, su ciudad natal.
La pintura de Jan Steen se encaja dentro de la de sus contemporáneos, Vermeer, Rembrandt o Frans Hals,  destacando por su pintura cargada de un humor entre satírico y moralizante. Jan Sten es el "pintor del caos", un tema que abunda en su producción y del que es una muestra este cuadro, “Los efectos de la intemperancia”
En él, realmente, reina el caos. Una madre de familia permanece postrada a la entrada de su casa bajo los efectos del alcohol. A juzgar por el tamaño de la jarra vacía y los restos de comida esparcidos por el suelo, da la impresión de que ha bebido bastante más de lo que ha comido. A su alrededor, un grupo de niños que seguramente son sus hijos, se dedican a hacer sus maldades. Así, uno de ellos rebusca en el bolsillo abierto de su madre seguramente para quitarle unas monedas. Otros tres le acaban de dar al gato el pastel de carne que seguramente había preparado su madre antes de coger la borrachera y otro más, se dedica a alimentar con rosas a un cerdo que se ha colado en el desmadre. El pequeño braserillo con el que encendía el tabaco de la pipa que ya resbala de su mano está a punto de prenderle el vestido. A todo ello la que parece la sirvienta, que también debe ir algo cargada, le ofrece al loro los restos de vino que quedan en la copa. Por si fuera poco, al fondo se aprecia a un hombre que se supone es el esposo de la borrachina, jugando con una pechugona que se ha sentado en sus rodillas.
Como podemos observar, la pintura de Steen tiene una gran carga moralizante y según los seguidores y conocedores de la obra de Steen, se basa en proverbios y refranes de la cultura popular holandesa. Así al detalle del niño robando sería de aplicación el refrán de “la ocasión hace al ladrón” y la cesta que cuelga sobre la cabeza de la madre anuncia el destino de aquellos que crecen sin la guía de los padres y contiene la muleta y el badajo de los mendigos en que se convertirán, así como, la rama para azotar, simbolo del castigo judicial.
Este cuadro es muy célebre en los Paises Bajos ya que, cuando se establece el caos en un hogar, se dice humorísticamente que esa casa se ha convertido en "un hogar Jan Steen”.
Según dicen los estudiosos de la vida de este pintor, su hogar era realmente un auténtico "hogar Jan Steen", un poco anárquico. Para este cuadro, tal vez posaron su mujer y posiblemente alguno de sus siete hijos.
Pintado entre 1663 y 1665, se exhibe en la National Gallery de Londres.

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martes, 5 de junio de 2018

OSKAR KOKOCHKA Y LA NOVIA DEL VIENTO


El tormentoso y apasionado romance entre Alma Mahler y Oskar Kokoschka está aquí representado con toda su grandeza y también con toda su crueldad.
La novia del viento o La tempestad es uno de los trabajos más conocidos del expresionista austríaco Oskar Kokoschka y representa de forma alegórica la relación de intenso amor con su amante Alma Mahler.
Kokoschka pinta su autorretrato abrazado al gran amor de su vida, la viuda de su gran ídolo Gustav Mahler. El compositor había muerto en 1911 y el joven pintor se hizo amante de su desconsolada esposa de 30 años.
Alma era joven, bella y muy libre. Kokoschka era joven, inmaduro y con nada en los bolsillos. Pero pese a las diferencias, ambos colisionaron como dos trenes y vivieron un amor igual de tormentoso que esta pintura. Todo acabó 3 intensos años después.
Nos queda este cuadro a modo de documento de ese amor apasionado: Los dos amantes flotan en una nube tormentosa, quizás refiriéndose a su tormentosa relación llena de celos, peleas y fricciones entre una extrovertida dama de la alta sociedad y un bohemio antisocial y silencioso.
Alma Mahler, de soltera Alma Marie Schindler, escribió en su autobiografía: “Mi vida fue bella, Dios me dio la oportunidad de conocer las obras geniales de nuestro tiempo antes de que abandonaran las manos de sus creadores. Mi destino es bendito y justificado por habérseme permitido, aunque fuera por un tiempo, sostener con mis manos los estribos de esos caballeros de la luz.”
Realmente, Alma Mahler conoció de primera mano, el genio y parte de la obra de sus tres maridos, el compositor y director de orquesta austríaco, Gustav Mahler, el arquitecto alemán y fundador de “La Bauhaus”, Walter Gropius y el novelista, dramaturgo y poeta checo, Franz Werfel, así como la del pintor austríaco expresionista, Oskar Kokoschka con el que mantuvo una intensa y turbulenta relación de casi tres años de duración.
Con Gustav Mahler, su primer marido y casi veinte años mayor que ella, se casó en 1902 y tuvo dos hijas una de las cuales moriría con solo cinco años. Esto afectó gravemente a su relación de pareja, inestable ya desde sus origenes, aunque mantuvieron unido su matrimonio hasta la muerte de él en 1911.
En 1915 se casó con Walter Gropius al que había conocido antes de la muerte de Mahler y con el que mantuvo una relación adúltera conocida por el compositor. Su matrimonio duró solo unos pocos años ya que, en 1917 ella conoció al que sería su gran amor, Franz Werfel, escritor que llegó a ser candidato al Nobel, y con el que vivió en California hasta 1945, año del fallecimiento de Werfel.
En el intérvalo entre la muerte de Mahler y su matrimonio con Gropius, conoció en 1912 a Oscar Kokoschka, surgiendo entre ellos un amor apasionado que duraría cerca de tres años en los que se alternaron los momentos más idílicos con otros atormentados por los celos, el intento de dominio y posesión por parte de él y la cada vez mayor exigencia y altanería por parte de ella.
Durante ese periodo, él realizó un gran número de pinturas y dibujos en las que expresaba su estado de ánimo y su amor y pasión hacia ella a través de las imágenes que representaba.
Llegó un momento en que esta relación tormentosa comenzó a rozar la locura por lo que, Alma Mahler, decidió romper la relación con Kokoschka.
Para él, aquello fue un terrible golpe. La ruptura de un amor tempestuoso pero único.
A finales de 1913, a punto de terminar su relación, Kokoschka pintó este cuadro, “La novia del viento” en el que retrata a ambos tumbados en una especie de barco a la deriva en un mar tempestuoso e igual de agitado que su amor.
El expresionismo que muestra lo liga con la búsqueda que por ese entonces estaban haciendo artistas como Schiele y Beckmann, ambos, al igual que Kokoschka, retirados de los círculos centrales del expresionismo de esa época. Aquí no se ven las alegorías de los miembros del grupo El Jinete Azul, o los tormentos de impetuoso color de Nolde y Pechstein. Kokoschka se había formado en los círculos cercanos a Klimt y por eso su paleta era más mesurada y su expresividad más contenida, aunque aquí se permite ciertas licencias en lo que se refiere a esto último.
Este cuadro está pintado con colores suaves y tiernos, donde predomina el azul, el color de la tristeza. El cuerpo de Alma muestra pinceladas suaves, como si fuese el único gesto de ternura que el autor dirigió hacia ella porque todo lo demás que hay está hecho a base de gestos bruscos. La armonía cromática está regida por los contrastes luminosos entre los rosas y amarillos con el azul predominante, del que hay un sinfín de variaciones. Aunque la composición parece a primera vista caótica, luego de observarla por un rato notamos que su estructura, a base de diagonales, delimita cinco grandes zonas en el cuadro. La expresividad de las pinceladas es el elemento plástico más impactante, pues se dirigen simultáneamente en todas direcciones. Es esta una pintura sublime y triste, muestra de los logros del expresionismo, encarnado aquí por Oskar Kokoschka, uno de sus mejores exponentes.

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