viernes, 29 de enero de 2016

EL EMPERADOR MAXIMILIANO I DE MÉXICO Y LA EXPOSICION DE SU VAJILLA EN VIENA


El último emperador que tuvo México, Maximiliano de Habsburgo, es un personaje fascinante para los mexicanos que pertenece al bando “de los villanos, pero de los queridos”, según el escritor Héctor Zagal Arreguín.
En su obra “Imperio. La novela de Maximiliano” , que acaba de publicar, Zagal da voz a un hombre educado para gobernar pero que fue víctima de las luchas de poder entre Francia y Estados Unidos y fusilado en el cerro de las Campanas de Querétaro el 19 de junio de 1867.
El libro relata los últimos días del cautiverio de Maximiliano I, quien había llegado a México convertido en emperador el 28 de mayo de 1864, antes de ser ajusticiado después de ser abandonado por Napoleón III a su suerte y capturado por las tropas de Benito Juárez.
Este doctor en Filosofía presenta a Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena  más como un “títere” en manos de Napoleón III, que reinaba en Francia, que como una “víctima” del momento histórico que vivió, un convulso siglo XIX.
Napoleón “le ofrece ‘las perlas de la Virgen’” a través de los Tratados de Miramar, que incluían ayuda económica y presencia militar para afianzarse, “porque tiene mucho interés en tenerlo en México”, pero sus conflictos con el decadente Imperio Alemán le obligan a replegar a sus soldados.
El imperio mexicano había empezado bien, con “cierta simpatía” de sus súbditos porque Maximiliano “se gana a los pueblos indígenas” al reconocerles derechos frente a la propuesta de los liberales, que pretendían “modernizar México” con el “desmantelamiento de la propiedad comunal y la hispanización”.
Del lado de Maximiliano estuvo, además, la gente que “lo que quería era paz” en un siglo XIX terrible, en el que hubo más de una veintena de presidentes y continuos conflictos bélico.
Sin embargo, su suerte se torció en buena medida por su dependencia de Francia y debido a que no recibió un apoyo firme del Reino Unido ni de España.
Entre los defectos de Maximiliano, Zagal señala que “era un hombre poco astuto”, mucho menos que su mujer, Carlota , hija del rey Leopoldo I de Bélgica.
En los últimos días de Maximiliano, los que centran la novela con reflexiones, sensaciones y un balance a una vida que está a punto de extinguirse, “parece que Juárez está dudando” sobre si fusilarle o no “dependiendo de la señal que reciba de EE.UU.”.
Al final, Washington trata de frenar su muerte, pero esta se produce por no llegar la orden a tiempo por vía diplomática.
Aquel desenlace histórico fue probablemente “lo legal” y, “desde el punto de vista político, importante porque era reafirmar el poder” en un México que en pocos años pasó a ser gobernado por Porfirio Díaz.


El águila mexicana parada sobre un nopal que se extiende horizontal, con una víbora cruzándole el pecho como si fuera una banda de honor y sosteniendo un cetro, se alza junto al monograma del emperador Maximiliano de Habsburgo en la vajilla que mandó a hacer para su uso en México.Esa decoración recorre el borde del plato y en medio de éste se encuentra la letra “M” y sobre ella, la corona imperial de Maximiliano de Habsburgo. De esa vajilla solo hay tres piezas en el Depósito de los Museos de Muebles Imperiales en Viena.El resto se encuentra en México, de acuerdo con Ilsebill Barta, la directora científica de los Museos de Muebles Imperiales. La vajilla con ese dibujo fue elaborada en México y no es de porcelana sino de grés.En otros platos de la vajilla mexicana de Maximiliano, la decoración es menos profusa: el borde alrededor del plato es dorado y después le sigue un círculo en verde, pero en todos se encuentra en el centro la letra “M” sobre la que está la corona imperial de Maximiliano de México, como se le llama en Austria.
También se exponen otras vajillas de Maximiliano, tanto como cuando era archiduque como cuando era vicealmirante y la que mandó a hacer en Europa siendo ya emperador de México. Esta última es la Vajilla Miramar, que estaba destinada para que el entonces emperador la usara en México, pero eso nunca ocurrió. Estaba siendo exhibida en la Exposición Mundial en París, cuando Maximiliano fue ejecutado.
La Vajilla Miramar es de porcelana, en ella predomina el color azul índigo y oro, y está decorada con un diseño chino procedente del siglo XVII o XVIII, según informa la agencia Notimex. De esa Vajilla, el Depósito de Muebles Imperiales de Austria tiene un total de 760 piezas. Maximiliano contaba con varias vajillas.
La Vajilla azul con dorado que no llegó a usar en México recibió la designación de Miramar porque después de su muerte fue transportada al Castillo del mismo nombre, situado en Trieste, del cual él era uno de los propietarios. En ese castillo fueron alojados los objetos que Maximiliano coleccionó.
Un museo de Viena expone la vajilla del emperador mexicano Maximiliano
Había también un barco denominado “Miramar”, que pertenecía al Imperio austro-húngaro. Las vajillas usadas ahí recibieron también el nombre de esa embarcación. Maximiliano fue vicealmirante y usó su vajilla en esa nave. Al parecer, Maximiliano era muy afecto a la champaña, de la que bebía mucho, y tenía fama de ser mujeriego. Algunos historiadores atribuyen la ausencia de hijos con la emperatriz Carlota a una gonorrea adquirida durante un viaje que hizo a Sudamérica. Los viajes y el mar eran su pasión, además de las mujeres y la champaña.
De acuerdo con el libro Los Bienes de la Corte Imperial en Viena, en cuya autoría participó Barta, los bienes de Maximiliano los heredó su padre, el archiduque Francisco Carlos, y éste lo cedió a su hijo, el archiduque Carlos Luis. El fallecido emperador Maximiliano, sin embargo, dejó más deudas que bienes, y en los años siguientes se llevaron a cabo negociaciones con los acreedores. Para ello se hizo una escrupulosa división entre las deudas que Maximiliano tenía con el Estado mexicano y sus deudas y enseres privados.
Las vajillas de Maximiliano quedaron posteriormente en manos del Estado austríaco, que es el que ahora las custodia y las gestiona para los museos, y luego mostradas en una gran exposición del 6 de marzo al 18 de agosto de 2013 en la capital austríaca en el Museo de Bienes de la Corte en Viena y del Depósito Federal de Bienes de la Corte, que es la institución que los administra. Su título fue “Maximiliano: el Sueño de Reinar” y exhibió 565 piezas, así como información biográfica.
La especialista declaró que Maximiliano de Habsburgo coleccionó una gran cantidad de objetos valiosos. Fue un apasionado coleccionista. Por ejemplo, reunió casi dos mil objetos procedentes de Egipto, entre ellos una réplica de un caballo del Nilo, una escultura de Osiris, así como vasijas en las que se guardaba la mezcla con la que se embalsamaba a los cuerpos.

http://elpost.com.ar/2015/07/26/un-museo-de-viena-expone-la-vajilla-del-emperador-mexicano-maximiliano/
http://audio.noticiasmvs.com/#!/galerias/museo-vienes-alberga-vajillas-de-maximiliano-507.html
http://elpost.com.ar/2012/10/02/maximiliano-i-ultimo-emperador-de-mexico-es-recordado-como-un-villano-querido-por-los-mexicanos/

martes, 19 de enero de 2016

JEAN AUGUSTE DOMINIQUE INGRES...LA GRAN ODALISCA Y LA APOTEÓSIS DE HOMERO

Último representante de los grandes pintores del neoclasicismo francés, Ingres se presenta sin embargo con una postura ambigua frente a los postulados clasicistas que le sitúan dentro del germen del movimiento romántico. Estudió en la Academia de Toulouse, antes de trasladarse en 1797 a París, donde fue alumno de J. L. David.
En 1801 ganó el Prix de Rome con Aquiles y los enviados de Agamenón, pero no pudo ir a Italia por motivos políticos y comenzó a trabajar como pintor en París. Cumplió peticiones privadas, sobre todo retratos (Mademoiselle Rivière) y encargos oficiales (Bonaparte, primer cónsul y Napoleón emperador). En 1807 Jean Auguste Dominique Ingres pudo establecerse por fin en Roma, subvencionado por el gobierno francés y, cuando se le acabó la beca, decidió permanecer en la ciudad por su cuenta. No le faltaron los encargos, en particular de la colonia francesa y de Napoleón, para quien decoró su palacio en Roma.
Napoleón emperador, de Jean Auguste Dominique Ingres

Tras una estancia de cuatro años en Florencia a partir de 1820, regresó a París. En 1824, el Voto de Luis XIII, de Ingres, se expuso en el Salón al lado de la Matanza de Quíos, de Delacroix; el contraste entre ambas obras dio un gran prestigio a Ingres, que abrió un estudio en París, donde trabajó incansablemente hasta su muerte. Sólo abandonó la capital francesa durante un breve período (1835-1841) para dirigir la Academia de Francia en Roma.
Además de obras alegóricas de gran envergadura (La apoteosis de Homero para el palacio del Louvre; El sueño de Ossián) y de cuadros mitológicos, pintó retratos y obras de desnudo femenino, que fueron su gran especialidad y las que han perpetuado su nombre.
La gran odalisca (1814)

La gran odalisca es una imagen típica del gusto por los temas exóticos y orientales del momento y una figura sorprendente por sus tres vértebras de más, como señalaron los críticos, y la mezcla conseguida entre el contorno sinuoso y reptante con la tradición del desnudo clásico. Ingres reiteró estos interiores turcos y ambientes imaginarios a lo largo de toda su carrera, creando un modelo femenino sensual, de rasgos indolentes, en una atmósfera que parece estar inmóvil y congelada por la frialdad de la factura.
Ingres no es, en sentido estricto, neoclásico ni académico, sino un ferviente defensor del dibujo. Resulta a la vez clásico, romántico y realista. Ingres constituye un claro exponente del romanticismo en cuanto a los temas, el trazo abstracto y las tintas planas de intenso colorido. Algunas de sus obras se enmarcan en el llamado «Estilo trovador», inspirándose en el ideal estético griego y gótico, además de en las miniaturas de los libros de horas de Fouquet. Igualmente, es ejemplo de orientalismo, pues muchos de sus cuadros, especialmente desnudos femeninos, están dominados por un sentido irreal del exotismo propio del siglo XVIII.
Detalle -La gran Odalisca
Detalle,La gran Odalisca

Cuando se expuso por primera vez en el Salón de París, los críticos advirtieron la cualidad literal de las tres vértebras de más que lucía la odalisca, sin alcanzar a descubrir las razones pictóricas por las que Ingres realiza dicha abstracción.Se trataba de un homenaje a la belleza heredada, equivalente pictórico de la verdad.  Ingres entendía el arte como un artificio, no una realidad: es la manera en que un artista convence a otros, lo que convierte su trabajo en una obra maestra, ahí radica la belleza abstracta del arte. La naturaleza aparentemente paradójica de Ingres combina una sensación externa de realismo con dicho artificio. Ingres fue un incomprendido en su tiempo, pero su legado pervive a través de las obras de Matisse y Picasso.La gran Odalisca es una de las imágenes más bellas y más conocidas de Dominique Ingres y ha llegado a simbolizar la tradición occidental de pintar desnudas. Se la encrgó la reina de Nápoles, hermana menor de de Napoleón Bonaparte, justo un año antes de que su esposo y ella contrajeran matrimonio (y de que el fuera ejecutado). Se supone que estaba colgada junto a otro desnudo de Ingres, ahora en paradero desconocido.
En obras semejantes, como La gran bañista , La fuente  o El baño turco , Ingres une al dominio y la expresividad de la línea que le eran connaturales una sensualidad contagiosa que les confiere buena parte de su atractivo. Fue considerado el mejor pintor de su tiempo y ha pasado a la historia del arte como un genio de la pintura académica y caligráfica.
La Apoteósis de Homero es una de las pinturas más representativas de la teoría neoclásica;sigue el modelo de la Escuela de Atenas de Rafael.

Ilíada y Odisea Detalle
Ingres imaginaba dos grupos en gloria, los homéricos viejos y los modernos. A todos los situó alrededor de Homero, al que homenajean .Ingres muestra el momento en que una mensajera de los dioses pone en su cabeza el laurel de la inmortalidad. A los pies de Homero se puede ver a sus dos hijas épicas: la Ilíada y la Odisea.

Apeles y Rafael

En la obra hay 46 personajes y fue pintada para el techo de una de las salas del Louvre de Paris. Homero es el personaje central al cual le rinden honor en el templo clásico todos los pintores, escultores y artistas de variadas épocas.


Veamos una descripción más detallada...
Homero, es coronado por la Victoria, o la alegoría de la Humanidad (al parecer no hay acuerdo en la exégesis de esta rafaelesca figura alada). Sentadas a sus pies, como si de prolongaciones de las patas del trono se tratara, se encuentran las personificaciones femeninas de la Ilíada y la Odisea, con los símbolos que las identifican: la espada y el remo.
De los invitados más cercanos al gran Homero, Ingres destacó a Apeles, el único ataviado con un manto azul celeste y conduciendo de la mano a Rafael, gesto que resumiría la personal profesión de fe artística de Ingres. Frente al pintor griego y el divino artista de Urbino, el pintor situó a otra pareja de inmortales, Fidias, ofreciendo a Homero sus útiles de escultor y, tras él, a Miguel Angel. En la parte inferior de la escena otros tantos amigos nos dirigen sus miradas y nos invitan a sumarnos al homenaje: Poussin a un lado y Molière al otro, rodeados de literatos franceses.
Como no podía ser de otro modo, no olvidó Ingres a los músicos desde el mítico Orfeo, junto a Homero, a Gluck y su predilecto Mozart, a la sombra de Poussin.

Detalle

Estos otros personajes se reparten el espacio: Horacio, Pisístrato, Licurgo, Virgilio, Safo, Alcibíades, Eurípides, Menandro, Demóstenes, Sófocles, Esquilo, Heródoto, Lino, Museo, Píndaro, Hesíodo, Platón, Sócrates, Pericles, Aristóteles, Aristarco, Alejandro Magno, Esopo, Shakespeare, La Fontaine, Tasso, Corneille, Racine, Boileau, Longinos, Fénelon y Camoens.
https://euclides59.wordpress.com/2012/12/06/la-apoteosis-de-homero-jean-auguste-dominique-ingres/
https://euclides59.wordpress.com/2012/12/05/la-gra-odalisca-jean-auguste-dominique-ingres/
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ingres.htm

jueves, 7 de enero de 2016

CENANDO CON LOS ZARES ...LA OPULENCIA DE LOS ANTIGUOS MANDATARIOS RUSOS


"CENANDO CON LOS ZARES DE RUSIA" la muestra que conmemora el quinto aniversario del El Hotel Hermitage de Ámsterdam celebra su quinto aniversario con la muestra “Cenando con los zares de Rusia” con más de un millar de piezas de ocho imponentes vajillas utilizadas por emperadores y zares entre los siglos XVIII y XX. También expone los menús de la época y revela la importancia de la porcelana como regalo político: para impresionar a un monarca, o bien a un dictador como Stalin, nada mejor que un exquisito servicio firmado por Sèvres (Francia), Wedgwood (Reino Unido), o Meissen (Alemania).
La exposición, que estará abierta hasta el 1 de marzo, cuenta con un comedor inmenso repartido en mesas rebosantes de platos, copas, tazas, soperas, fuentes, salseras, cubiertos, candelabros y figurines firmados por las fábricas europeras más prestigiosas.
Ahí se exhibe la vajilla de Meissen, la primera porcelana fabricada en Europa, y regalada en 1744 por el rey Augusto III de Polonia a la emperatriz Isabel I de Rusia. La perfección de su decoración floral se debe a la traza de los artesanos, que buscaron modelos en los libros de botánica. Es delicada pero sin mensaje añadido. Otras llevan una carga política y diplomática singular.
Las 400 piezas enviadas en 1772 por el rey Federico II de Prusia a Catalina la Grande, por su victoria en la guerra ruso-turca (1768-1772) muestran escenas militares. Cada plato recogía un momento distinto, y el conjunto “supone un mensaje diplomático del rey prusiano para el comensal que cenara en Rusia”, explica Lydia Liackhova, experta en el simbolismo político de este tipo de porcelana.
El otro encargo, llamado Servicio del Camafeo, responde a un amor. Catalina tuvo un romance con Grigory Potemkin, teólogo aficionado y soldado de la baja aristocracia que se convirtió en la persona más influyente del Estado. Para él pidió a la casa francesa Sèvres un juego de 744 piezas de porcelana policromada, en azul y oro.
También se muestra el estilo francés del comedor de los zares rusos: las fuentes llenas sobre la mesa y el banquete comenzaba cuando llegaba el monarca. A finales del XVIII y principios del XIX, se impuso el modelo ruso. Cada plato, lleno, era servido a los comensales. Y ¿qué comían? Pavo, ciervo, liebre, pato, tortuga, codorníz, esturión y salmón, ostras y caviar. De postre, pasteles, fruta exótica y helados.
Podremos ver cómo se organizaban las salas para los banquetes, cómo se preparaban las mesas y cómo la decoración de estas mesas fue cambiando a lo largo de los años que transcurrieron durante las dinastías de los zares. La exposición cuenta la historia de los bailes extravagantes y los banquetes más espléndidos del reinado de Catalina la Grande , cuando centenares de platos eran servidos en un solo banquete y miles de invitados asistían a los bailes.
El último zar, Nicolas II  y su mujer Alejandra, quién organizaba la mayoría de los grandes bailes pero estaba presente lo menos posible, fueron los últimos, de esta época del Imperio Ruso, en capturar la imaginación de todas las cortes a través de estas piezas. Las vajillas de porcelana iban acorde con las normas de protocolo de la época, acompañadas con centros de mesa, cristalería con montura de oro, candelabros, floreros y decoraciones en las paredes.
La exposición ofrece un amplio rango de piezas, no solo las vajillas, sino también la cubertería, cubiteras para las botellas de licor, copas de helado, figuras de mesa o los saleros. También introduce al visitante a las costumbres culinarias típicas imperiales, unas cenas donde los banquetes se componían de 300 platos. En el amplio menú el postre era lo más relevante de la comida y el plato ideal para mostrar a los invitados el gusto refinado y saludable que tenía la corte.
Entre los siglos XVIII y XIX los bailes y los espectáculos se convirtieron en eventos cotidianos para la clase alta en los que el chismorreo y los escándalos estaban también presentes, un detalle que también se muestra en la exhibición. La vajilla que una vez utilizó Stalin, expuesta por primera vez al público, es la sorpresa final que cierra esta muestra. Nunca antes Holanda había tenido una exposición que reuniera tantas piezas de porcelana juntas como lo hace el Museo Hermitage de Amsterdam.
El Hermitage de Ámsterdam exhibe la opulencia de los antiguos zares y mandatarios rusos (FOTOS)
El Hermitage de Ámsterdam exhibe la opulencia de los antiguos zares y mandatarios rusos (FOTOS)
El Hermitage de Ámsterdam exhibe la opulencia de los antiguos zares y mandatarios rusos (FOTOS)






http://elpost.com.ar/2014/09/03/el-hermitage-de-amsterdam-exhibe-la-opulencia-de-los-antiguos-zares-y-mandatarios-rusos/
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