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jueves, 30 de enero de 2020

SANTA EULALIA DE BÓVEDA


En Santa Eulalia de Bóveda, se encuentra un edificio de época tardo romana, de planta rectangular, con una pequeña piscina en el centro y bóveda de cañón decorada con frescos de singular importancia. En su exterior, un pequeño atrio con dos columnas "in antis" precede a la fachada, en la que se abre una puerta con arco de herradura.
El carácter único en el occidente europeo del templo de Santa Eulalia de Bóveda ha provocado múltiples interpretaciones sobre su finalidad original: lugar de baños, ninfeo, templo dedicado a Prisciliano. Posteriormente fue reutilizado para usos cristianos y bajo la advocación de Santa Eulalia.
El trabajo de investigación propone la explicación del conjunto arquitectónico y cada uno de sus elementos ornamentales y rituales desde el análisis de la especial configuración arquitectónica y estructural del conjunto.
La investigación permite encadenar la interpretación de cada uno de los elementos del conjunto monumental de acuerdo con el rito romano de la diosa Cibeles.
Cibeles, nombre latino de una diosa nativa de Frigia, en Asia Menor, y conocida por los griegos como Rhea, la mujer del titán Cronos y madre de los dioses olímpicos. Cibeles era una diosa de la naturaleza y de la fertilidad venerada en Roma como la Gran Madre de los Dioses. Creadora de almas, protegía contra el espíritu del mal, pues llena de benevolencia socorría a quienes la invocaban. Su culto consiguió importancia en Roma a partir de Augusto que sentía por ella una especial veneración.


Sus santuarios en el imperio tenían una arquitectura específica para adaptarse a la realización de sus ritos y en especial el bautismo o taurobolium. La forma de sus santuarios no ha sido estudiada de manera general hasta este momento, por lo que este trabajo pretende ser una aproximación sobre un aspecto desconocido de la arquitectura antigua y de la que Galicia posee una muestra de importancia destacada y que necesita de una correcta y merecida puesta en valor.(El trabajo ha sido desarrollado durante el Curso de Doctorado realizado en la Universidade Da Coruña titulado "Arquitectura en Galicia" y bajo la tutoría del director del departamento de Tecnología de la Construcción Dr. Juan Pérez Valcarcel y utilizando el levantamiento de los actuales restos del edificio dibujados por los integrantes del Departamento de Representación y Teoría Arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura da Coruña).


En 1926 se descubrió, bajo la nave de la iglesia del pueblo de Bóveda, el conjunto arqueológico de Santa Eulalia, del que sólo se proponen soluciones para explicar su origen, su función y su significado, ya que no existe ninguna documentación.
En su origen no estaba semienterrado como en la actualidad, y tenía dos plantas. De ellas sólo se conserva la inferior, salvo la parte central de su bóveda perdida durante su excavación.
Es un espacio rectangular, con bóveda de cañón y separación en tres naves mediante columnas y arcos; al fondo, un nicho tenía la escalera que enlazaba con el piso superior; en el centro existe un estanque de poca profundidad, lo que ha hecho pensar en un uso basado en las propiedades salutíferas de sus aguas, como creencia popular de lugar sagrado o mágico. 


Ello viene ratificado por la representación escultórica de su fachada, con mujeres que podrían ser ninfas danzando con un aro formado por ondas de agua, así como una escena con dos lisiados que muestran sus deformidades.
Pero lo más importante del conjunto es la decoración pictórica de la bóveda, única en España, el más importante conjunto de la Hispania romana. Sobre estuco de cal, se divide el espacio en losanges donde se pueden ver representados los más variados tipos de aves, muchas de ellas en posición simétrica; en los arranques de los arcos se pintan jarrones con ramos de flores.
Por los restos hallados se piensa tuvo dos momentos de uso, uno, pagano, en época tardo romana (ss. III y IV); el otro, cristiano ya en el s. XI, como cripta de la iglesia superior.


Ricardo Polín en su reciente libro sobre el Camino Primitivo a Compostela, que recorre el trayecto original de Lucus Augusti a Bracara Augusta, describe la existencia de numerosos castros, mámoas y medorras prerromanos cercanas al santuario de Santa Eulalia y catalogados por Nicandro Ares. Ambos determinan que el más cercano es el de Corvazal, situado a escasos quinientos metros. También el autor describe la leyenda popular de la existencia de un camino enterrado entre el castro y el santuario, y que al lado del primero, conocido popularmente por "A Modorra" existe la Pena Piador, llamada así en alusión a los cantos de una gallina encantada que residía en él y que desaparecía de la vista cuando alguien se paraba a mirarla.
Esta leyenda, que permanece en la memoria colectiva de los habitantes del lugar, permite comprobar los antecedentes índigenas al culto a Cibeles. La existencia de un ave encantada con un canto mágicó, y que realiza su encanto sobre una roca, es sin duda el antecedente indígena a las sibilas encarnadas en aves que residen en los templos de Cibeles.


La leyenda popular que relaciona los castros cercanos con un ave mágica permanece en la memoria colectiva de los lugareños, y su fuerza es suficiente para que cronistas e investigadores la recojan en sus trabajos en el inicio del siglo XXI. Es sorprendente como ha desaparecido cualquier mención o reseña al culto pagano que el santuario tuvo en su origen pero como permanece uno de los aspectos de carácter mágico más popular, tanto en la antigüedad como en la edad media. La presencia de aves mágicas que cantan sin poder ser observadas.


El edifico, de principios del siglo III, tenía dos plantas aunque en la actualidad solo se conserva la inferior o cripta que se encuentra casi en su forma original salvo la parte central de la bóveda que se perdió cuando se demolió la antigua capilla cristiana que ocupó el piso superior. Del piso superior solo permanece como vestigio parte del muro que inicia la bóveda de cubierta en ladrillos cerámicos. 
La cripta, de planta perfectamente cuadrada, tiene una longitud exterior de 12 metros de lado. Su estructura posee dos muros perimetrales, el exterior que realiza la función de contención de las tierras que la rodean en tres de sus caras, y otro interior que soporta la bóveda de la sala central. Entre ambos muros existe un estrecho corredor que transcurre por tres de las caras del edificio y que posee en sus extremos dos pequeñas ventanas al exterior a modo de huecos de ventilación.
La cripta tiene una sola fachada al exterior; ésta posee un pequeño atrio que da acceso a la puerta de entrada del recinto inferior.



El edificio posee varias piezas escultóricas y ornamentales que hacen referencia directa a la diosa titular del santuario, así como al rito que se practicaba. 
En la fachada exterior de la cripta, en sus sillares de granito y emplazados de manera simétrica a ambos lados del pequeño atrio de entrada y a la vista de los devotos que pudiesen esperar su entrada a la cripta o simplemente observasen lo que allí ocurriera, existen seis relieves en la piedra que representan las mismas figuras en ambos lados.



En la parte superior el relieve representa la danza de los gallus, con todas sus galas e instrumentos, que se hacia según el rito en grupos de cinco. Las danzas orgiásticas era uno de los momentos principales del culto de Cibeles, estas danzas se producían en el exterior del santuario, ante la vista de los devotos y en grupos de cinco danzantes tal como relata Dña. Pilar González Serrano en sus diferentes trabajos sobre la diosa Cibeles.


En el relieve intermedio, a la altura de los ojos y en ambos lados, la representación del archigallus engalanado o sumo sacerdote del rito de Cibeles, y que se encuentra entre dos columnas que en su trabajo de cantería recuerdan en su posición las existentes en el interior de la cripta bajo la bóveda abierta. También es observable en estos relieves principales la abertura de la parte superior del conjunto de manera similar a la estructural de la cripta.


Y en la parte inferior de estos, y a cada lado de la fachada, un relieve ya muy desgastado en ambos casos pero que puede evocar un león rampante, animales que guardaban los santuarios de la diosa y de los que existe abundante material escultórico en el Mediterraneo.


Además a la derecha existe otro pequeño relieve que muestra dos figuras lisiadas en pierna y brazo respectivamente. Se cree que eran los discapacitados uno de los grupos sociales más devotos de la diosa.


En el interior de la cripta existe en su bóveda un maravilloso conjunto mural, que representa las sibilas en forma de aves. El conjunto posee perdices, faisanes, gallináceas, pavos reales, palomas, un ganso y un pato, todos ellos entre motivos vegetales estilizados que representan el árbol sagrado de Atis, el pino y su fruto. 


La representación pictórica hace referencia directa a la relación que las aves y sus cantos tenían con el santuario y su funcionamiento como oráculo. Los avestruces del atrio exterior son guardianes de las aves del interior.



Las aves vivas permanecían ocultas a la vista de los devotos en el corredor perimetral que el edifico posee, así los cantos proféticos de estas aves ocultas resonaban sobre las pinturas de la bóveda en el interior de la cripta ante los devotos de la diosa.


El santuario se transformó según el rito paleocristiano, e igual que en otros lugares de la península, en la capilla de Santa Eulalia. El rito del misterio de Cibeles fue perseguido ya que entraba en confrontación directa con el nuevo bautismo cristiano. Así se cubrió el estanque del ritual con un nuevo pavimento de mármol y se picaron las pinturas murales inferiores, que seguramente hacían referencia a los misterios de la diosa. Solo los símbolos paganos como los relieves ocultos de los avestruces o la escultura de la piedra negra sobre la columna se salvaron por no ser comprendidos en su verdadera dimensión.
Sí,se mantuvieron las características del oráculo de las sibilas en las voces de las aves. Eulalia proviene del griego e incorpora el prefijo eu (eu), que significa bien, propicio, favorable. El segundo elemento, lalia (lália), del verbo lalew (laléo) significa hablar. El conjunto de los dos elementos nos da para el nombre de Eulalia el significado de "Bien hablada", "Elocuente", "Convincente", característica determinante de las Sibilas. 
Santa Eulalia vivió entre los siglos III-IV, mujer joven, virgen y mártir que, según la tradición, nació en el barrio barcelonés de Sarriá. Dedicó su juventud a impartir enseñanzas y consejos entre los niños y los más necesitados, dejando un gran ejemplo de fe. Dice la tradición que al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo. 
Santa Eulalia de Bóveda en Lugo, es debido al significado de su nombre y a la existencia de las aves en su cripta la mejor heredera de la leyenda indígena prerromana de la Pena Piador, la existencia de las cinco creencias unidas por la historia. Los elementos castreños, frígidos, griegos, romanos y cristianos permanecen en el conjunto como testimonio de la Magna Mater.
El monumento de Santa Eulalia de Bóveda es un ejemplo muy destacado de la arquitectura antigua universal, fue ejecutada con gran maestría en la Gallaecia romana de hace casi dieciocho siglos.
De forma análoga otros santuarios cristianizaron en niñas mártires de historia similar a Eulalia, estos son los casos de Eufemia, Lucía, Orosia, Comba, y un sin fin de etc...
https://santaeulaliaboveda.blogspot.com/2007/01/cristianizacin-del-santuario.html
https://issuu.com/encarnalago/docs/cartel_publicitario



miércoles, 22 de enero de 2020

REAL MONASTERIO DE SANTA MARIA DE SIGENA

Escondido en la provincia de Huesca, entre el río Alcanadre y la población de Villanueva de Sigena, encontramos el Monasterio de Santa María de Sigena.Es un monasterio español de estilo cisterciense.
Poco queda del antiguo esplendor del conjunto fundado a finales del XII, aunque la iglesia, el panteón real y su bella portada románica, bien merecen ser visitados. Sigena es el paradigma del arte en Aragón: destrucción, abandono y expolio. Para admirar una de sus obras más valiosas, las pinturas de la sala capitular, lamentablemente, tendremos que acudir a Barcelona, donde permanecen en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.



Santa María  de Sigena (o Sijena) fue fundado por la reina doña Sancha de Castilla, esposa del monarca aragonés Alfonso II, hacia 1188. La Corona necesitaba establecer un centro de poder en la zona de Monegros, y el lugar era un punto de paso obligado en los caminos que llevaban desde Huesca o Barbastro al Ebro, Fraga y Lérida.
Al parecer también sumó en la elección del lugar, la aparición de la virgen, optándose así por un lugar pantanoso y poco recomendable, a priori, para un cenobio. El monasterio se convirtió pronto en un lugar importante en la economía y administración aragonesas. Sigena, como otros monasterios aragoneses fundados en la misma época, cumplió una importante función repobladora, siendo la administración del monasterio y de todos sus dominios encomendada a la Orden de San Juan de Jerusalén, posteriormente conocida como la Orden de Malta. En este contexto, el monasterio de Sigena no fue solamente un lugar de recogimiento y oración, sino también un foco de poder administrativo desde el que las monjas, con su priora a la cabeza, ejercían su poder feudal sobre los habitantes de la zona. Los dominios del señorío de Sigena llegaron a extenderse a lo largo de más de 700 km2.
Pero la relación entre el reino y el monasterio no se limitó a la economía o la repoblación, sino que acogió tras sus muros a un buen número de reinas y princesas, así como a hijas de familias nobles. Sirvió de depósito de una parte del tesoro real y como archivo monástico durante los siglos XIII y XIV. 

Fue también panteón real y su claustro sirvió de lugar de enterramiento de reyes, reinas e infantas de Aragón, destacando la sepultura de la reina doña Sancha o la de Pedro II. Gracias a los importantes donativos que recibió, se convirtió en uno de los monasterios más ricos y bellos del reino.

El monasterio de Sigena. Grabado de Parcerisa publicado en: Recuerdos y bellezas de España. Aragón (1844).
Con el Compromiso de Caspe (1412) y la llegada de la casa de Trastámara a la Corona de Aragón, se rompió el nexo de unión entre el monasterio y las clases altas del reino. Aun así, hasta principios del siglo XIX, el señorío de Sigena continuó existiendo con relativa normalidad. En esa centuria se produjeron dos hechos clave en la historia del monasterio: El asalto por parte de las tropas francesas de algunas de las estancias de Sigena durante la guerra de la Independencia (1808-1814) y la desamortización de Mendizábal de 1836. Al final, la venta se declaró nula y la vida comunal y religiosa prosiguió gracias a limosnas y donaciones.

Pinturas de la Sala Capitular, hoy en Barcelona.
Y ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil, el monasterio de Sigena fue incendiado y saqueado por una columna de anarquistas que se dirigían al frente de Huesca. Prácticamente todas sus estancias, a excepción de la iglesia románica y el panteón real, fueron arrasados por el incendio. Muchas de las obras de arte del cenobio fueron destruidas, mientras que otras desaparecieron o fueron seriamente dañadas y las tumbas reales fueron profanadas.
PINTURAS A BARCELONA. Trabajo de retirado y traslado a Barcelona de las pinturas de la Sala Capitular tras el incendio en 1936.
La dispersión del arte del monasterio continuó y 96 piezas fueron vendidas por las religiosas de la Orden de Jerusalén a la Generalitat de Cataluña entre 1983 y 1994. La venta se hizo en dos fases y su importe ascendió a más de cien millones de pesetas. Entre las piezas enajenadas hay arcas funerarias, alhajas, tallas de madera y otros objetos de ajuares litúrgicos y domésticos. Hoy pueden verse en el Museo Diocesano de Lérida y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona).

Del antiguo monasterio hoy sólo se conserva el templo y una pequeña parte del claustro, en torno al cual se distribuían originalmente el resto de las dependencias monacales, además del palacio prioral, situado en el suroeste. Entre estas dependencias destacaba la sala capitular, cubierta por una techumbre mudéjar y decorada con un interesantísimo conjunto de pintura mural del siglo XIII con escenas del Nuevo y del Antiguo Testamento, que la convirtieron en una auténtica Biblia pictórica que explicaba la historia de la humanidad desde el Pecado Original hasta la Salvación. Actualmente se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona) en calidad de depósito, a donde fueron llevadas tras la Guerra Civil por el equipo de Josep Gudiol,  y donde se produjo un intenso trabajo de restauración y conservación. El Gobierno de Aragón reclamó el verano pasado la devolución del conjunto.



Exposición de las pinturas románicas de la Sala Capitular de Sigena en Barcelona. 
El templo está realizado totalmente en sillar y consta de nave única con crucero y cabecera triple. El crucero presenta adosado al brazo septentrional el citado panteón real y al meridional una maciza torre de planta cuadrada. En su fachada sur se conserva su imponente portada de estilo románico, abocinada por catorce arquivoltas acabadas en 26 columnas cilíndricas. La portada fue ordenada construir por Jaime I por parecerle pequeña la primitiva puerta de entrada a la iglesia, aunque la obra no se ejecutaría hasta el reinado de Pedro III (1282).
 En 1985 una orden de origen francés, las Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen y de San Bruno se establecieron en el monasterio y, en la actualidad, todavía viven unas cincuenta religiosas.


  Retablo de los Gozos de María de Jaume Serra, hoy en el Museo Nacional de Arte de Cataluña 




Fragmento de los murales de la sala capitular del monasterio de Sigena, que se exponen en la sala 16 del MNAC. (MNAC Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC))


Fragmentos de los murales de la sala capitular del monasterio de Sigena, que se exponen en la sala 16 del MNAC. (MNAC Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC))


Museo Nacional de Arte de Cataluña. Los frescos fueron trasladados por el Gobierno de la República en 1936 después de los actos vandálicos cometidos por columnas anarquistas 


Antiguo refectorio, hoy Oratorio de la Orden de las Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen.

http://www.patrimonioculturaldearagon.es/bienes-culturales/real-monasterio-santa-maria-de-sijena
https://www.turismodearagon.com/ficha/monasterio-de-santa-maria-villanueva-de-sigena/
http://www.romanicoaragones.com/33-Bajocinca/990472-Sigena.htm
http://www.casahelvetica.com/real-monasterio-de-santa-mariacutea-de-sigena.html
http://www.panteonesrealesdearagon.es/ruta3/#:~:text=El%20Real%20Monasterio%20de%20Santa,tras%20su%20muerte%20en%201208.





domingo, 15 de diciembre de 2019

REAL MONASTERIO DE SANTA CLARA DE TORDESILLAS


El monasterio de Santa Clara, situado junto a las aguas del Duero , tiene su origen en el palacio mudéjar denominado Palea de Benimarín, levantado en 1340 por el rey Alfonso XI para conmemorar su victoria en la batalla de Salado. El palacio fue residencia de Leonor de Guzmán, favorita del rey y su elegante arquitectura, de la que quedan numerosos restos visibles, se emparenta con la que los alarifes mudéjares dejaran en el Alcázar de Sevilla y en una serie de mezquitas toledanas.
Tras la muerte del monarca, víctima de la peste negra durante el asedio de Gibraltar, le sucedió su hijo Pedro I, en cuyo reinado el palacio primero fue refugio de Blanca de Borbón, esposa legítima del rey, y después de María de Padilla, su amante. En 1362, Pedro I el Cruel expresaba por vía testamentaria a su hija Beatriz, la primogénita habida con María de Padilla, su deseo de transformar el palacio en un convento de monjas clarisas, siendo aquella quien realizara su fundación en 1363 contando con la colaboración de su hermana Isabel. En 1365 el papa Urbano V expedía la bula correspondiente en Avignon, pasando a adquirir nuevas funciones las primitivas dependencias palaciegas, que se completaron con la construcción de la iglesia a partir de 1373, toda ella adaptada a las soluciones del arte gótico.
Como fundación real, el monasterio siguió siendo escenario de acontecimientos históricos a lo largo de los siglos siguientes, conociendo en 1451 la presencia de Juan II y su hijo Enrique IV y la de Carlos I en 1519 con motivo de los funerales de Felipe el Hermoso.


En los siglos XVII y XVIII el complejo sufrió modificaciones que borraron en parte su total apariencia mudéjar. En el primer tercio del siglo XVII Francisco de Praves reconstruyó el claustro sobre el antiguo patio del palacio, levantando nuevas galerías alta y baja en los lados este y sur de acuerdo a la corriente clasicista del momento. El resto de las galerías se completaban entre 1756 y 1772 por Fray Antonio de San José Pontones, que respetando las trazas de Praves levantó las celdas conventuales organizadas en torno al llamado Patio Real. Las últimas obras eran llevadas a cabo en 1858 en la llamada Casa-Hospedería, concebida para alojar a la reina Isabel II.
Fruto de las sucesivas intervenciones y modificaciones, el complejo, muy hermético al exterior, presenta múltiples y laberínticos espacios que causan sorpresa, destacando las dependencias mudéjares, dotadas de arquerías en ladrillo y decoración de yeserías, así como su recoleto patio central y la gran cantidad de obras artísticas acumuladas como fruto de las donaciones reales.
Atravesados dos arcos mudéjares apuntados, pertenecientes al antiguo recinto amurallado, se accede a un patio o compás al que se abren toda una serie de construcciones, como la antigua Hospedería, el acceso al convento bajo un pórtico con seis arcos rebajados, presidido por una hornacina con la imagen de Santa Clara, y al frente la bella fachada pétrea del antiguo palacio.


La fachada está concebida como un tapiz de piedra que sigue los patrones almohades de Sevilla, con una puerta adintelada y sobre ella un friso , a cuyos lados aparecen llaves de cerámica vidriada incrustadas, así como lápidas empotradas con inscripciones referidas a la batalla de Salado. En la parte superior se acentúa la decoración en un ajimez de arcos lobulados sobre columnas y se remata con un paño con decoración de rombos (paño sebka), apreciandose a los lados dos fajas salientes sobre las que se apoyan ménsulas que seguramente sujetaron el alero del tejado.


Capilla mudéjar
Se localiza detrás de la fachada pétrea, ocupando el espacio del antiguo zaguán del palacio. Tiene planta cuadrada y se cubre con bóveda de crucería, mientras en los muros se abren arcos lobulados y frisos de yeserías. Bajo los arcos se conservan restos de pinturas murales góticas, con una escena de la Anunciación y las figuras de la Magdalena, Santiago y San Cristóbal, con ocho bustos de obispos en las enjutas de los arcos.

Capilla Dorada
Antigua sala del palacio mudéjar, tiene forma cuadrangular y presenta al exterior una arquería ciega de ladrillo en la parte superior. El interior está inspirado en el estilo árabe de la mezquita de Córdoba, con los muros recorridos por arquerías ciegas entrecruzadas en las que se alternan arcos apuntados lobulados con otros de herradura que descansan sobre columnas de piedra y capiteles de tipo corintio.
 Se cubre con una cúpula semiesférica de tipo almohade, con planta de dieciséis lados y decorada con lacerías sencillas y complicadas trompas cónicas en los ángulos. En ella se aprecian restos decorativos dorados, aquellos que le dieron nombre.
El espacio aparece repleto de obras artísticas de distinto tipo, como el fresco gótico de la Adoración de los Reyes Magos, de finales del siglo XIV, la pintura mural de un Calvario del siglo XVI y tres interesantes instrumentos musicales: un realejo que la tradición afirma perteneció a Juana I de Castilla, un virginal realizado en Amberes en 1518, decorado con una escena que representa una fiesta cortesana, y un clavicordio.


Patio árabe
Tiene planta cuadrada y pequeñas dimensiones, con sólo dos arcos en cada lienzo. En los lados enfrentados se alternan arcos de herradura con otros lobulados, separados por una columna central y con pilares angulares con columnillas semiempotradas. Las enjutas aparecen completamente cubiertas con labores de yeserías, con atauriques que adoptan la forma de tallos y hojas de higuera, vid y roble, siguiendo un repertorio de gusto gótico que se repite en el interior de las galerías.
Se remata con un alero de madera y un zócalo alicatado que son obras modernas de la intervención realizada entre 1897 y 1904. El conjunto sorprende al visitante al encontrar una arquitectura de Al Andalus de gran pureza en el interior de un sobria construcción conventual castellana.

Refectorio, zaguán y Patio del Vergel

El refectorio guarda la disposición original del salón del antiguo palacio, aunque fue remodelado en el siglo XVI. Conserva el mobiliario conventual y los escudos de Castilla y León y Felipe II en el testero. Está presidido por una pintura de la Última Cena de la escuela española del siglo XVI.
Junto al refectorio se abre el zaguán, que enlaza el patio Árabe y el patio del Vergel y se cubre con un alfarje con placas pintadas. En él se conservan importantes piezas de mobiliario, como un arca gótico pintado, el arca de las tres llaves, sitiales del antiguo coro bajo, del siglo XVIII, un busto relicario de San Macario del siglo XVII y una colección de pintura sacra.
El claustro del convento es el llamado Patio del Vergel, de dos pisos y austero trazado clasicista. A lo largo de sus galerías se disponen abundantes pinturas que representan a santos franciscanos y escenas de la Pasión, todas de la escuela castellana del siglo XVII.
Antecoro y Coro Largo

El antecoro es una sala rectangular que fue acondicionada en el siglo XV. A lo largo de sus muros se abren diez hornacinas, cerradas por vitrinas, en cuyo interior aparece una importante colección de escultura de diferentes épocas, destacando una Piedad hispano-flamenca de piedra policromada, un Calvario del círculo de Juan de Anchieta, la Virgen de la Guía, de iconografía gótica, y una serie de imágenes del Niño Jesús del siglo XVII. Junto a la escalera aparece el curioso archivo del convento, un mueble del siglo XVII en forma de sala con abundantes cajones.
El llamado Coro Largo está considerado como el salón principal del antiguo palacio, remodelado y adaptado a su función en el siglo XVII y más tarde convertido en capilla privada de la comunidad clarisa. Se cubre con una bóveda de cañón diseñada por Francisco de Praves en el XVII y alberga los enterramientos de la infanta doña Juana de Castro y su hija Leonor, que profesó en este convento en 1376. A lo largo de los muros discurre una sillería de nogal sobre la que se colocan pinturas de gran formato, con obras de la calidad del Nacimiento de San Juan Bautista, de Gregorio Martínez.
 En el testero una fantástica reja de madera separa el espacio de una capilla cubierta con una bóveda estrellada y con los muros profusamente decorados con pinturas murales del siglo XVI. Preside la capilla un retablo plateresco con pinturas referidas a la Pasión de Cristo.


La iglesia del Monasterio de Santa Clara de Tordesillas es obra gótica de la segunda mitad del siglo XIV, puesto que su fundación data de 1363, aunque se concluiría en la primera mitad del XV. La construcción es de ladrillo, mampostería y sillería. Tiene una sola nave, de cinco tramos, con bóvedas de crucería y terceletes. En el lado del evangelio se abren capillas entre contrafuertes; en el de la epístola destaca la magnífica capilla fundada por el contador del Rey Juan II, Fernando López de Saldaña, construida entre 1430 y 1435.
La capilla mayor de la iglesia posee, según Lampérez, “la techumbre más rica y grandiosa de toda España”. La cabecera, de planta rectangular, se encuentra cubierta por una armadura de madera de paños quebrados, con motivos de lacería y grandes piña de mocárabes; adopta planta octogonal sobre limas. Su grandioso efecto decorativo se complementa con la policromía y la profusión de dorados en peinazos y netos, y con gran arrocabe de mocárabes decorado con arquería estalactita dorada. Todo ello se corona con un friso de pinturas sobre tabla con medias figuras de santos sobre fondo dorado, y dos riquísimos frisos de cardina gótica con figuras humanas y animales, desarrollados sobre el frente superior de la cornisa y la línea de solera. Destacan la riqueza decorativa de la primera de estas franjas, donde se intercalan numerosas figurillas de animales monstruosos: dragones, arpías, raposas, cerdos y diversos pájaros como golondrinas y jilgueros, todos ellos perfectamente diferenciados. También aparecen figurillas antropomorfas que representan ángeles portadores de escudos y libros abiertos entre sus manos, e incluso San Miguel venciendo al demonio

Algunos autores afirman, o al menos sospechan, que la techumbre perteneció al salón principal del Palacio del rey don Pedro, y que el friso de santos  fue agregado en el siglo XV. Agapito y Revilla da como una razón de peso el que siendo la iglesia de piedra, la capilla mayor sea de ladrillo y tapial, y hace observar como prueba mayor el hecho de que la techumbre aparezca cortada en el arco de triunfo como si allí se hubiese agregado otra parte del Salón. Fernández Torres afirma con seguridad que la techumbre es de un salón del Palacio, aunque duda sobre si el techo se dejó donde estaba o se trasladó de lugar, adaptándolo a su nuevo destino. Lampérez expone que el friso o arrocabe es de la misma época que la techumbre, mientras que las dos fajas de hojas de cardo talladas y doradas y las pinturas de los santos son de época gótica, del siglo XV. Supone que el arrocabe de mocárabes se desmontó y se le añadieron los fondos y las pinturas de santos.
La galería de figuras en el cuerpo central del gran arrocabe constituye una serie de cuarenta y tres imágenes, todas de similar composición en figura aislada de tres cuartos. Cuarenta y una de ellas representan santos, y las dos restantes a Cristo y María (a su derecha), que presiden la serie, situadas en el centro del testero sobre el altar. Todas se identifican con claridad, tanto por acompañarse de sus característicos atributos según la iconografía tradicional, como por la inserción de las grandes filacterias con sus nombres que acompañan a cada figura. Todas igualmente recortan sus siluetas sobre fondo dorado, a modo de lujoso telón, adornado con labor incisa que dibuja temas vegetales estilizados en composición romboidal.
Su estilo ofrece rasgos propios de la escuela castellana de mediados del siglo XV, con tímidas maneras hispano-flamencas sobre todo en el tratamiento de ciertas telas (como el manto de Santiago), o algunas iconografías (como la de la Virgen, con su toca de pliegue también muy quebrado), que se superponen a formas más tradicionales. Se ha querido ver una mayor torpeza en los dos grupos de cinco figuras correspondientes a los chaflanes del ochavo, y en todo caso es evidente la presencia de varias manos. No obstante, hay una cierta unidad en todo el conjunto, pudiendo justificarse tales variantes formales por el hecho de tratarse de una gran obra de taller, así como por las características de su lenguaje formal, propias de un estilo de transición.


Tradicionalmente se han atribuido a Nicolás Francés, poniendo en relación esta serie con las pinturas del retablo portátil de la Capilla de Saldaña, según hipótesis de Gómez Moreno, que mantuvo también el Marqués de Lozoya. Según Sánchez Cantón, las figuras de santos “no son de mano de Maestre Nicolás; pero sí quizás son de su arte”.
Las pinturas ofrecen un dato referencial para la precisión de su cronología, que ya señaló Fernández Torres: el hecho de incorporar la representación de San Bernardino, quien no fue canonizado hasta 1449 por Nicolás V. Ello establece una fecha post quem por lo demás perfectamente acorde con sus rasgos estilísticos, y también con algún dato deducible de las características de ciertas indumentarias, como, por ejemplo, el tabardo de hombros altos, o con “brahones”, que viste Santa Úrsula –primera del lado derecho–, propio de la moda castellana del tercer cuarto del s. XV.
Pintura sobre tabla de San Bernardino
Lampérez añade otra observación: las vigas que forman el esquinado de la techumbre tienen en el “sofito” o parte baja horizontal hojas de cardo, que salen de la boca de unas cabezas grotescas, donde se intercalan tres escudos. En el cuadrante de la derecha, el escudo del centro contiene los castillos y leones de la realeza castellana; el de la derecha, una especie de corona o láurea; y el de la izquierda, un “ristre”. Estos elementos situarían la obra en los días de Juan II, quien prodigó esa pieza de armadura en sus blasones, y como este rey murió en 1454, tendríamos dos límites, 1449 y 1454, entre los cuales se ejecutaría toda la adaptación gótica del arrocabe, en opinión de Lampérez. Así pues, todo ello hace pensar en una datación de las pinturas en torno a 1450.


martes, 3 de diciembre de 2019

LA CATEDRAL DE SANTA SOFIA EN KIEV Y EL ARTE BIZANTINO


Para poder ver esta Obra de Arte debemos de acudir a las frías tierras de Ucrania, una república independizada de la extinta URSS en el año 1991. Más concretamente, nos dirigimos a su capital Kiev para conocer uno de los edificios religiosos más importantes de este país, la catedral de Santa Sofía.
Basta con que nos situemos frente a este imponente edificio para que nos demos cuenta de su majestuosidad y del hecho de que nos encontramos ante un elemento arquitectónico con pocos rivales a su altura. Se trata de uno de los principales símbolos de la ciudad de Kiev, sobre todo para el sector turístico, que tiene el honor de ser el primer edificio ucraniano incluido en la lista del patrimonio mundial que elabora la Unesco.
Esta catedral fue proyectada con un objetivo concreto; se trataba de rivalizar con la magnificencia de la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla, por lo que se iniciaron las obras para su edificación en los primeros años del siglo XI, no estando demasiado claro cuál fue el año exacto en que tuvo lugar. Lo que sí es un hecho probado son los más de dos siglos que tuvieron que transcurrir hasta que estuviese definitivamente terminada.
Considerado uno de los edificios más relevantes para la cultura del cristianismo oriental en el siglo XI, es una iglesia de cruz griega con marcada influencia de los modelos bizantinos. La catedral de Santa Sofía refleja una perfecta fusión de los elementos arquitectónicos y el simbolismo religioso. Dividida en cinco naves por doce columnas, nos muestra una gran cúpula dorada en el centro, que representa a Cristo, y otras doce más pequeñas, que simbolizan a los apóstoles.
La iglesia está rodeada por un conjunto de edificios monásticos de piedra, aunque originalmente se fabricaron en madera, por lo que fueron devastados por el incendio que tuvo lugar en el año 1697 y debieron ser reconstruidos.
Algunos de los elementos que debemos tener en cuenta durante nuestra visita son la torre campanario, los alrededores del complejo que están repletos de grutas y monumentos, o algunas de las cuevas convertidas en catacumbas donde reposan los restos de monjes e ilustres personajes de épocas pasadas.
Otra condecoración recibida por el conjunto catedralicio le convierte en una de las Siete Maravillas de Ucrania. Actualmente, su uso está claramente enfocado al turismo, al haberse convertido en el Museo del Cristianismo de Ucrania.






                                                                        Iconostario






La Catedral de Santa Sofía (Sofiiskiy Sobor) construida en el siglo XI hasta nuestros días conserva su belleza única y es declarada uno de los singulares monumentos de historia, arquitectura y pintura monumental. Fue justamente ese templo que entró antes de otros lugares de interés de Ucrania en la lista del Patrimonio Mundial de Unesco.
La Catedral de Santa Sofía fue fundada en 1037 por mandato del príncipe de Rus de Kiev, Yaroslav I el Sabio, en el sitio donde los ciudadanos de Kiev vencieron a los pechenegos. El templo construido y nombrado en honor de la Santa Sofía de Constantinopla representaba el edificio más grande de la capital. Su elevación significaba para Yaroslav I el Sabio la confirmación del poder de Rus de Kiev.
La catedral de Santa Sofía fue no sólo el templo principal del estado sino desempeñaba el papel de un relevante centro social, político, cultural y educativo. Aquí tenían lugar las ceremonias solemnes de acceso al trono, los encuentros oficiales con embajadores extranjeros, firmaron los acuerdos internacionales. Los terrenos de la catedral albergaban la primera escuela creada en el Rus y funcionaba la primera biblioteca fundada por Yaroslav I el Sabio.
A pesar de que la catedral fue construida según prescriben las reglas de la arquitectura bizantina, no hay nada similar en el mundo entero. Durante su larga historia, el templo sobrevivía las destrucciones e invasiones. Pero el daño más considerable fue causado por los tártaros de Mongolia que en 1240 invadieron y apoderaron de la ciudad de Kyiv. Después la catedral estaba en el estado deplorable, aunque funcionaba. Sólo en la frontera de los siglos XVII y XVIII, el edificio de la Santa Sofía fue restaurado y reconstruido según barroco, el estilo muy de moda en aquel entonces. Además, la catedral obtuvo el campanario de 76 metros de altura que posee la campana de 13 toneladas, la más pesada de Ucrania.
Pero si el exterior de la catedral alteró considerablemente durante diez siglos, el interior conservó su autenticidad y hoy en día representa el valor principal del templo. Dentro de la iglesia hay muchos mosaicos creados en el siglo XI por los maestros bizantinos que las dotaron de la hermosura excepcional. El más famoso es el de Madre de Dios Oranta cuya altura alcanza seis metros. Ella está compuesta de piezas de piedra y de cristal que son de 177 matices. Santa Sofía guardó muchas de sus frescos que adornan sus galerías. Excepto los sujetos religiosos, aquí se puede admirarse de los laicos como las imágenes de Yaroslav I el Sabio y los miembros de su familia, las escenas de la vida palaciega de los emperadores bizantinos, etc.
La catedral de Santa Sofía sirvió de lugar de enterramiento de los príncipes de Kyiv. Pero actualmente aquí yacen sólo los restos de Yaroslav I el Sabio y su mujer. Su sarcófago tallado está dentro de la catedral.
Actualmente, el complejo arquitectónico que consiste de la catedral, la casa de arzobispo, el campanario, el colegio, las celdas es declarado el museo-vedado nacional.

                                                Mosaico de la Cúpila central Arcángel



                                                          Cúpula central con el Cristo Patocrátor






ANÁLISIS:
En este momento de la Segunda Edad de Oro del arte bizantino, los influjos de la arquitectura bizantina se extienden a la zona rusa de Armenia. A partir del siglo X, estos edificios de carácter fuertemente bizantino, y alejados de presupuestos estilísticos occidentales, estarán presentes en Bulgaria, Servia, Rusia, Rumanía, República Veneciana, Sur de Italia y Sicilia. Santa Sofía de Kiev, tiene planta basilical de cinco naves que rematan en ábsides. Un deambulatorio envuelve al templo, con el fin de favorecer la circulación interna. Tradicionalmente, se ha venido afirmando que fue proyectada para competir con Santa Sofía de Constantinopla; queriendo simbolizar esta catedral de Kiev la “nueva Constantinopla”; es decir la capital del Principado cristiano de Kiev, creado en el siglo XI, tras la evangelización de la región por el bautismo del rey Vladimir , en el año 988. Sus cúpulas no se ciñen a un modelo exclusivamente bizantino, ni tampoco a un edificio concreto de Oriente o de Occidente; de ahí que los críticos de arte rusa acostumbren a hacer hincapié en la nueva personalidad artística de esta arquitectura. Característica que igualmente habrá de tener Santa Sofía de Novgorod, realizada en madera, con el mismo número de cúpulas y construida pocos años después que esta de Kiev. En síntesis, puede decirse que Santa Sofía de Kiev se convertirá en modelo a seguir por edificios posteriores, por el arte ortodoxo ruso.