El último emperador que tuvo México, Maximiliano de Habsburgo, es un personaje fascinante para los mexicanos que pertenece al bando “de los villanos, pero de los queridos”, según el escritor Héctor Zagal Arreguín.
En su obra “Imperio. La novela de Maximiliano” , que acaba de publicar, Zagal da voz a un hombre educado para gobernar pero que fue víctima de las luchas de poder entre Francia y Estados Unidos y fusilado en el cerro de las Campanas de Querétaro el 19 de junio de 1867.
El libro relata los últimos días del cautiverio de Maximiliano I, quien había llegado a México convertido en emperador el 28 de mayo de 1864, antes de ser ajusticiado después de ser abandonado por Napoleón III a su suerte y capturado por las tropas de Benito Juárez.
Este doctor en Filosofía presenta a Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena más como un “títere” en manos de Napoleón III, que reinaba en Francia, que como una “víctima” del momento histórico que vivió, un convulso siglo XIX.
Napoleón “le ofrece ‘las perlas de la Virgen’” a través de los Tratados de Miramar, que incluían ayuda económica y presencia militar para afianzarse, “porque tiene mucho interés en tenerlo en México”, pero sus conflictos con el decadente Imperio Alemán le obligan a replegar a sus soldados.
El imperio mexicano había empezado bien, con “cierta simpatía” de sus súbditos porque Maximiliano “se gana a los pueblos indígenas” al reconocerles derechos frente a la propuesta de los liberales, que pretendían “modernizar México” con el “desmantelamiento de la propiedad comunal y la hispanización”.
Del lado de Maximiliano estuvo, además, la gente que “lo que quería era paz” en un siglo XIX terrible, en el que hubo más de una veintena de presidentes y continuos conflictos bélico.
Sin embargo, su suerte se torció en buena medida por su dependencia de Francia y debido a que no recibió un apoyo firme del Reino Unido ni de España.
Entre los defectos de Maximiliano, Zagal señala que “era un hombre poco astuto”, mucho menos que su mujer, Carlota , hija del rey Leopoldo I de Bélgica.
En los últimos días de Maximiliano, los que centran la novela con reflexiones, sensaciones y un balance a una vida que está a punto de extinguirse, “parece que Juárez está dudando” sobre si fusilarle o no “dependiendo de la señal que reciba de EE.UU.”.
Al final, Washington trata de frenar su muerte, pero esta se produce por no llegar la orden a tiempo por vía diplomática.
Aquel desenlace histórico fue probablemente “lo legal” y, “desde el punto de vista político, importante porque era reafirmar el poder” en un México que en pocos años pasó a ser gobernado por Porfirio Díaz.
El águila mexicana parada sobre un nopal que se extiende horizontal, con una víbora cruzándole el pecho como si fuera una banda de honor y sosteniendo un cetro, se alza junto al monograma del emperador Maximiliano de Habsburgo en la vajilla que mandó a hacer para su uso en México.Esa decoración recorre el borde del plato y en medio de éste se encuentra la letra “M” y sobre ella, la corona imperial de Maximiliano de Habsburgo. De esa vajilla solo hay tres piezas en el Depósito de los Museos de Muebles Imperiales en Viena.El resto se encuentra en México, de acuerdo con Ilsebill Barta, la directora científica de los Museos de Muebles Imperiales. La vajilla con ese dibujo fue elaborada en México y no es de porcelana sino de grés.En otros platos de la vajilla mexicana de Maximiliano, la decoración es menos profusa: el borde alrededor del plato es dorado y después le sigue un círculo en verde, pero en todos se encuentra en el centro la letra “M” sobre la que está la corona imperial de Maximiliano de México, como se le llama en Austria.
También se exponen otras vajillas de Maximiliano, tanto como cuando era archiduque como cuando era vicealmirante y la que mandó a hacer en Europa siendo ya emperador de México. Esta última es la Vajilla Miramar, que estaba destinada para que el entonces emperador la usara en México, pero eso nunca ocurrió. Estaba siendo exhibida en la Exposición Mundial en París, cuando Maximiliano fue ejecutado.
La Vajilla Miramar es de porcelana, en ella predomina el color azul índigo y oro, y está decorada con un diseño chino procedente del siglo XVII o XVIII, según informa la agencia Notimex. De esa Vajilla, el Depósito de Muebles Imperiales de Austria tiene un total de 760 piezas. Maximiliano contaba con varias vajillas.
La Vajilla azul con dorado que no llegó a usar en México recibió la designación de Miramar porque después de su muerte fue transportada al Castillo del mismo nombre, situado en Trieste, del cual él era uno de los propietarios. En ese castillo fueron alojados los objetos que Maximiliano coleccionó.
Había también un barco denominado “Miramar”, que pertenecía al Imperio austro-húngaro. Las vajillas usadas ahí recibieron también el nombre de esa embarcación. Maximiliano fue vicealmirante y usó su vajilla en esa nave. Al parecer, Maximiliano era muy afecto a la champaña, de la que bebía mucho, y tenía fama de ser mujeriego. Algunos historiadores atribuyen la ausencia de hijos con la emperatriz Carlota a una gonorrea adquirida durante un viaje que hizo a Sudamérica. Los viajes y el mar eran su pasión, además de las mujeres y la champaña.
De acuerdo con el libro Los Bienes de la Corte Imperial en Viena, en cuya autoría participó Barta, los bienes de Maximiliano los heredó su padre, el archiduque Francisco Carlos, y éste lo cedió a su hijo, el archiduque Carlos Luis. El fallecido emperador Maximiliano, sin embargo, dejó más deudas que bienes, y en los años siguientes se llevaron a cabo negociaciones con los acreedores. Para ello se hizo una escrupulosa división entre las deudas que Maximiliano tenía con el Estado mexicano y sus deudas y enseres privados.
Las vajillas de Maximiliano quedaron posteriormente en manos del Estado austríaco, que es el que ahora las custodia y las gestiona para los museos, y luego mostradas en una gran exposición del 6 de marzo al 18 de agosto de 2013 en la capital austríaca en el Museo de Bienes de la Corte en Viena y del Depósito Federal de Bienes de la Corte, que es la institución que los administra. Su título fue “Maximiliano: el Sueño de Reinar” y exhibió 565 piezas, así como información biográfica.
La especialista declaró que Maximiliano de Habsburgo coleccionó una gran cantidad de objetos valiosos. Fue un apasionado coleccionista. Por ejemplo, reunió casi dos mil objetos procedentes de Egipto, entre ellos una réplica de un caballo del Nilo, una escultura de Osiris, así como vasijas en las que se guardaba la mezcla con la que se embalsamaba a los cuerpos.
http://elpost.com.ar/2015/07/26/un-museo-de-viena-expone-la-vajilla-del-emperador-mexicano-maximiliano/
http://audio.noticiasmvs.com/#!/galerias/museo-vienes-alberga-vajillas-de-maximiliano-507.html
http://elpost.com.ar/2012/10/02/maximiliano-i-ultimo-emperador-de-mexico-es-recordado-como-un-villano-querido-por-los-mexicanos/
http://elpost.com.ar/2012/10/02/maximiliano-i-ultimo-emperador-de-mexico-es-recordado-como-un-villano-querido-por-los-mexicanos/
Grande Araceli!! Gracias
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