sábado, 10 de noviembre de 2018

VIEJA FRIENDO HUEVOS...DIEGO VELAZQUEZ



Hacia 1618, Velázquez cubre la «superficie» del lienzo, que hoy conocemos como Vieja friendo huevos (expuesto en la National Gallery of Scotland de Edimburgo) con su reposado pincel. Una mujer, una vieja sentada ante un anafe de barro, fríe huevos. Le asiste un muchacho, un niño. Ambos posan con un solemne equilibrio «en el medio de las cosas», de los objetos. Se ha hablado de incomunicación de ambos personajes: las miradas no se cruzan. Pero el cuadro constituye el ejemplo más claro de la comunicación representada, si no reducimos la comunicación a las miradas (a la contemplación), y aunque las incorpore, sino a las operaciones (a las «ceremonias» y a las «instituciones»), porque la comunicación entre los sujetos no es posible sin los objetos. Este es el meollo del asunto. Vamos a desmigarlo.
Hay en el cuadro una gran variedad de objetos. El mozo, de rostro iluminado, abraza una hermosa pieza de melón y, con su mano izquierda, avanza una garrafa de vidrio (se ha dicho que con vino). La mujer maneja el cucharón de madera, «cuenca de la más antigua mano del hombre», mientras tiene preparado otro huevo con la zurda: se ha hablado de símbolo de regeneración. Al fondo, colgados de la pared, aparecen un pajizo cabás y varios candiles de bronce. Pero el pincel de Velázquez también nos ha representado un plato blanco sobre el que reposa un escorzado cuchillo, un mortero de bronce, dos jarras de barro, un recipiente de bronce apoyado en el anafe, sobre el cual, en una cazuela de barro, se fríen dos huevos.
Probablemente haya que reconocer que la vieja represente, en cierta manera, la experiencia portando en su mano izquierda el huevo como símbolo de la regeneración y el mozo simbolice la transparencia de un fruto aún por abrir. Pero más allá de este simbolismo, más o menos convencional, hay un sesgo operatorio. El centro del cuadro esta clausurado por el juego de las manos. En este sentido no hay naturaleza muerta: el bodegón aparece con todas sus características genuinas, pero orientando las ceremonias de los sujetos. En la ceremonia de freír huevos se conjugan las operaciones de la mujer y del niño. Las miradas del niño y de la vieja no se cruzan porque lo que se cruza son las manos y, por ende, los cuerpos, en un sistema de operaciones canalizadas por la ceremonia de freír huevos. Las operaciones cobran sentido a través de los objetos, los cuales, a su vez, reclaman a los sujetos. El cuadro, pues, encierra un mundo en las dos dimensiones determinadas por el lienzo. El entretejimiento de las operaciones (quirúrgicas) queda patente mediante el recurso del artista a la composición de un aspa: mano derecha con mano derecha, mano izquierda con mano izquierda, «con solución de continuidad»: a través de los objetos.
La obra Vieja friendo huevos describe una ontología de los cuerpos. Pero los cuerpos no cobran toda su importancia, la plenitud de su corporeidad, si no es a través de las «instituciones culturales» (dialelo) entre las que el cuerpo aparece como una más: este anafe, aquí, que nos remite a un complejo de instituciones culinarias y gastronómicas; esa escudilla, ahí, que nos pone ante la paciente obra del artesano. Pero también la sabiduría y la experiencia de la vieja que fríe huevos. La experiencia de la vieja no puede ser otra cosa que el regressus de las instituciones que nos remiten, de una en otra, hasta el núcleo basal que quepa reconocer en cada cual. Acaso un torno de alfarero, acaso un percutor prehistórico, acaso el fuego mismo. ¿No ha tenido que hacer este regressus Velázquez para poder progresar sobre el lienzo? Escudillas, artesas, recipientes, morteros, candiles, etc., cuando son vistos como naturalezas muertas, responden a una consideración distributiva de los mismos objetos. Pero el artista, al disponerlos en la superficie de este lienzo, así, engranados en las operaciones, en la ceremonia de freír huevos, los acoge bajo una perspectiva atributiva. Aquí reside la unidad del cuadro. ¿Significa ello que no se pueda poner en conexión ésta con otras obras de Velázquez?, ¿significa su clausura en la inmanencia de este lienzo? Su popularidad ha hecho de ella una de las escenas más significativas del Barroco español. El asunto tratado por el maestro supone una absoluta novedad, ya que hasta ahora nadie se había atrevido a representar en la pintura española escenas tan aparentemente triviales como ésta. En primer plano vemos a una anciana cocinando unos huevos en un hornillo de barro cocido, junto a un muchacho que porta un melón de invierno y una frasca de vino. Ambas figuras se recortan sobre un fondo neutro, empleado para destacar aun más los contrastes entre la luz y la sombra, una de las características que le sitúan en la órbita del Naturalismo tenebrista. En la zona de la derecha contemplamos uno de los mejores bodegones del arte español, formado por varios elementos metálicos, vasijas de cerámica y una cebolla colorada. Para que el espectador pueda contemplar con más facilidad estos elementos, el maestro nos levanta el plano de la mesa y el hornillo de barro, empleando de esta manera una doble perspectiva con la que se anticipa a los impresionistas. El realismo de los personajes es digno de mención; la suciedad del paño con el que se cubre la cabeza la anciana o el corte del pelo del muchacho nos trasladan al mundo popular que contemplaba a menudo Velázquez. Incluso se piensa que la anciana podría ser el retrato de su suegra, María del Páramo, mientras que el muchacho sería un ayudante de su taller, posiblemente Diego Melgar. Los tonos empleados indican el conocimiento de obras de Caravaggio, bien a través de copias bien de grabados; así destaca el uso de los tonos ocres y pardos que contrasta con el blanco, reafirmando ese contraste la utilización de tonalidades negras. La minuciosidad de la pincelada, a base de pequeños toques que apenas son apreciables, contrasta con la factura suelta de sus últimas obras como Las Meninas. Más intrascendente es el debate provocado entre los especialistas por la manera que la anciana prepara los huevos, afirmando unos que los está friendo, otros que los está escalfando y otros que los cuece.


martes, 6 de noviembre de 2018

LA MONARQUIA DE LA LUZ Y EL ARTE



"Yo soy",dice la luz.Sin predicado alguno.Es pura existencia:el acto de existir en que todo se apoya;la fuente de la vida (mas que agua) que asume todo origen.
"Fiat lux" es la orden que pone en marcha la creación entera.Y cualquier otra creación;no solo la del Génesis,sino la reiterada y personal de cada hora.Se trata de un proceso de respiración,de un sistole y una diástole que mantienen el milagro de este mundo.(Tambien del otro,porque,si el Paraiso no es luz,¿que será?
La luz es la unidad que no desaparece ni se diluye en relacción alguna;a todas las sostiene con mano diáfana.Y cuando,a una primera y deficiente vista,desaparece,es solo que se cubre con un paño de sombra,para no deslumbrar.Igual que el cielo,en el atardecer,usa las nubes fucsias,moradas,rosas,para que se resalten su verde,su amarillo,sus azules...
De tal manera la luz es la pintura que su presencia determina el cuerpo de ella,mezclada con la propia corriente dinámica y su desenvolvimiento.De manera que ya es indiscernible la conciencia de la una y la otra. 
La imaginaria ausencia de la luz es una circunstancia,tambien imaginaria,de esa misma vinculación:un estado que,como la noche,nos rodea de secretos;un estado que proporciona profundidad é intensidad tangibles.Una intensidad y un a profundidad que no son sinó fugaces vislumbres de la luz con el fin de que creamos estar solos...
El sentimiento de la pintura no es preciso buscarlo:está ahi,en la luz,como algo dado,como si lo produjese la certeza de su procedencia.Y aflora a la superficie del color con la exhalación calma ó terrible de una ola.
La pintura,no es mas que el desposorio con  la luz.Un desposorio en que la luz acepta ser manejada,no dominada;como sucede en otras artes.Acaso lo que tienen en comun todas ellas sea que el caudaloso rio de la realidad,al percutir en quienes las ejercen,hace saltar la deseada chispa,distinta en cada una.Acaece que el arte (la poyesis platónica,la creación,la poesia en definitiva) es como un liquido que adquiere la forma del recipiente en que se vierte.Y tal creación tomará el aspecto de escultura ó música ó arquitectura ó literatura ó pintura ,segun su dominación se ejerza sobre el volumen ó el tiempo ó el ritmo ó la palabra ó el color ó la luz...pero la luz no se deja domesticar,sinó que reta al que la mira é impone su infinita monarquia.
El pintor tiene con ella una pasión monógama...Monógama y a la vez libre.Tan segura de si misma está la luz que deja abierto al mundo,porque sabe que su fuerza y esencia provienen del mandato de ella,que dispone de la configuración y los límites de todo:Ella,cuyo exceso nos ciega lo mismo que el exceso en el amor,aguarda acechando,a sus amantes,que creen poder prescindir de su proximidad mientras la estan...ilusos!,buscando a todas horas.
Y es que el pintor no se hace:está,desde antes de principio,sorteando acechanzas y atisbando.Lo que si se hace es su modo de avizorar el universo,su actitud cautelosa ó desafiadora,el tono con que reclama la libertad.
Es que el pintor abre,al nacer,en el mas estricto de los sentidos,los ojos a la luz:y la luz le dará el mas estricto de los sentidos a su vida.
Pero ¿que será dia a dia,para él su luz? ¿un concepto relativo:si todo es luz,no hay luz;sin sombras no la hay;el tenebrismo es la mejor forma de ensalzarla? ¿ó será la gran reina absoluta? ¿sirve solo la luz para alumbrar la gran hermosura del mundo ó ella misma será la poseedora de la hermosura,ó mas aun es ella la hermosura? ¿se alimenta la luz de los colores que las cosas le ofrecen,los posee.los transforma,los regula,ó las cosas son un mero soporte para que ella repose su polícroma carga de belleza?
"Forma dat esse rei",aseguran los escolásticos.Sin embargo,aqui lo contrario.es la esencia (la luz)la que da la forma,la que impulsa,la contornea y la levanta.Porque asi esencia y forma son lo mismo.
No hay ya naturaleza viva ó muerta,ni humanidad,ni anecdota,ni abstracción sinó solo la luz que lo invade todo,lo libera,lo crea y lo recrea a cada instante :la luz del ser brillando a través de las formas  ¿y que mas que eso es la belleza ?... verla es ver la vida y captarla es unirse a la vida.
Dice Leonardo Da Vinci "Mirad la luz y admirad su perfección.Cerrad los ojos y observad:lo que habeis visto,ya no existe;lo que vereis no existe todavia" ¿quien lo rehace si quien lo hace está en perpetuo movimiento? he aqui lo incesante é incansable oficio de la luz.
Próxima y lejana camina,sin contaminarse,sobre los vertederos de penumbras ó de tinieblas;en el fondo...ella es quien los produce:porque no ilumina para si,sinó para nosotros,tal es la enigmática razón de su generosidad,de la que todos vivimos.
El don del arte es conocer cualidades que habitan en todos los corazones,pero que solo unos cuantos,jubilosos,nos muestran.
Sueña el pintor,sediento su pintura.Se empapa en aires,se envuelve en lontananzas:De aquellos sueños queda lo mejor y mas cierto;el otoño del tiempo los depura;la primavera de la ensoñación los enjoya;el invierno de la distancia los afila:el verano del amor los enardece.Y son todo luz ya:luz libre,luz no esquiva,serena y mas gozosa,mas gozosa y serena cada dia:cuaalquier pretexto basta para su danza y canción...
La luz asi,es la plenitud de un momento en si mismo:el momento en que nos arrebata y se abole la conciencia del yo.El momento en que nada falta ó sobra,que quedará en el lienzo retratado:porque la luz interior responde a la exterior,la aprehende y la conjura...
Fiat lux...Fiat lux.