Hosios Loukás (o Osios) es una de las más brillantes manifestaciones de arte bizantino que se conservan, tanto a nivel arquitectónico, como de pintura y mosaicos, sin olvidar la trascendencia cultural de un monasterio que lleva más de 1000 años de vida monástica ininterrumpida,actualmente conserva intacta la liturgia greco-ortodoxa y los cantos bizantinos.
La fecha de fundación de la comunidad es el 1011. Su fundación se relaciona con la vida del Beato Lucas quien profetizo que el monasterio perduraría hasta el fin de los tiempos. Por aquel entonces aquí había un templo dedicado a Deméter, aprovechando el cual, se construyó una iglesia dedicada a Santa Bárbara.
Esta iglesia pronto adquirió fama y en ella fue enterrado el Beato Lucas, cuyo sepulcro pronto se convirtió en un lugar de peregrinación.
El monasterio de Osios Loukás, o Hosios Luokás es el mejor ejemplo de arquitectura monástica bizantina que existe. En su patio de entrada podemos ver sus dos iglesias, la más pequeña a la izquierda consagrada a la Virgen, aunque como dije inicialmente, lo fue anteriormente a Santa Bárbara, y la más grande a San Lucas. La primera se cree que fue iniciada en el año 946 por el referido Beato Lucas.
Tiene planta de cruz griega inscrita. (Un cuadrado dividido cada uno de sus lados en tres partes, siendo mayor la parte central, y luego dividimos los puntos obtenidos creando así tres ábsides en un lado y tres pórticos en el contrario que forman un nártex.). Los frescos de esta iglesia son del siglo XI.
El éxito del templo aconsejo la construcción de otro mayor para dar cobijo a los numerosos peregrinos, el cual se consagro en el 1011.Se construyó con planta de octógono cruciforme, como San Sergio y San Baco en Constantinopla o San Vital en Ravena. Esta segunda iglesia se conoce como Katholikón y a ella se trasladaron los restos de San Lucas desde la iglesia aneja.
Mosaicos del Katholikón
Detalle del suelo
Cúpula
El Katholicón cuenta con una gran cúpula de 9 metros de diámetro y toda la iglesia está decorada por magníficos mosaicos y frescos. Sin olvidar sus excelentes suelos de mármol y jaspe totalmente originales del siglo XI.
El espacio del Katholicón es bastante amplio pues no hay apoyos interiores sino una serie de espacios anexos que sostienen una galería, pero que no forman ninguna nave pues están cegados por gruesos muros a modo de contrafuertes. Esto crea un efecto arquitectónico poco usual para el ojo occidental, y genera la alternancia de espacios bien iluminados junto con otros en una sutil penumbra.
Saliendo del Katholicón en una de sus paredes laterales hay un acceso que desciende a la cripta donde fueron trasladados los restos de San Lucas, antes ubicados en la iglesia de Santa Bárbara.
Frescos en la cripta y capitel con rosetón bizantino
Originariamente la entrada principal se encontraba en el lado nordeste, allí estaba el “yordaneiron”, un edificio que se usaba como cuadra. Y muy cerca el “photonama”, un espacio sostenido por cuatro columnas y con las paredes muy ennegrecidas debido a las hogueras que allí se hacían, ya que era el lugar donde los monjes se refugiaban del frio en los meses de invierno.
Fresco de la dormición de la Virgen
Los mosaicos de Hosios Loukás han soportado varias vicisitudes a lo largo de los siglos, fundamentalmente, terremotos, turcos, y segunda guerra mundial. Por tanto durante el siglo XX fueron sometidos a un amplio proceso de restauración que ha durado décadas, y en parte porque se ha quitado piedrita a piedrita y colocado en cada una de ellas un nuevo sustrato de mortero de cal. Todo un trabajo sumamente arduo...
Cristo se rodea de escenas representativas del ciclo litúrgico, mientras que a un nivel inferior aparecen santos y monjes de menor importancia simbolizando el mundo terrenal. Se calcula que en el Katholikón se representaron hasta 130 santos y monjes.
Presentación de la Virgen
Santos y Padres de la Iglesia
El mejor conjunto de mosaicos de Hosios Loukás es el que se encuentra en el nártex, aquí se representa la incredulidad de Santo Tomas, la Anastasis, la Crucifixión y el Lavatorio. Son obras hechas unos veinticinco años después de las del naos y por tanto algo más naturalistas.
Un ejemplo perfecto es “el lavatorio” donde los rostros alcanzan gran naturalismo con sus típicas narices largas y estrechas, pliegues de las ropas muy definidos, que cuando corresponden a varias figuras parecen una masa compacta de cortinas. La escena rompe la simetría de composición típica de periodos anteriores y se adapta al espacio hemisférico del tímpano donde se inscribe.Sin embargo el estilo es esquemático y aún lejos del brillante naturalismo del renacimiento bizantino de San salvador de Chora en Estambul, o la María Theokothos de Santa Sofía.
Otro ejemplo es la crucifixión donde los rasgos anatómicos del Cristo y la expresividad de su rostro caído sobre un hombro y con gesto de de sufrimiento parece que ya anteceden a otro estilo que está por venir, iniciando el abandono del hieratismo y sobriedad de esta época.La escena con su fondo de oro y las figuras de la Virgen con manto celestial y San Juan son la cima del mosaico bizantino del periodo medio.
El nártex está presidido por un Cristo Pantocrátor en busto sosteniendo las sagradas escrituras, Todo un clásico en la iconografía bizantina. Observándolo es imposible no acordarse de los homónimos de San Salvador de Chora y Santa Sofía.
La calidad de los mosaicos de Hosios Loukás apoya la teoría de que los artesanos que aquí trabajaron no eran locales, sino que debieron proceder de lugares más importantes como Atenas o incluso la propia Constantinopla, pues sus mosaicos no tienen nada que envidiar a los de Dafni en Atenas.
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