Segundo tercio del siglo XVII. Ágata,
Carneola, Crisoprasa, Esmalte, Granate, Heliotropo, Jaspe bandeado,
Lapislázuli, Olivino, Ónice, Ópalo de fuego, Oro, Plata dorada, Prasio,
12,5 x 19,8 cm.
Cofre
octogonal prolongado, con la base formada por una plancha de plata,
sobre la que se elevan cuatro paredes de acero con cantoneras y molduras
de oro. La tapa es plana, a ocho aguas, se apoya sobre diez bolitas de
materiales diversos: ágata, lapislázuli, carneola. Toda su superficie
está ricamente decorada por una trama de oro esmaltado, con diseño de
hojas picudas y granos, entrelazadas y huecas, de donde surgen otras
menores. La paleta de los esmaltes es sumamente variada: blanco, negro,
verde claro y azul celeste opacos; verde tierno, verde oscuro, lila y
ocre trasflor, que transparentan el picado del fondo. Entre los roleos
vegetales se hayan distribuidos ciento cincuenta y dos camafeos y
entalles engastados en óvalos con festones esmaltados, blancos y negros.
El cofre es una obra importante para el estudio de la platería francesa
y el coleccionismo europeo. La pieza formaba parte de la colección del
cardenal Mazarino, fue vendido en la subasta de los bienes del cardenal y
adquirido por el gran Delfín.
Típico exponente del manierismo tardío parisino, inspirado en los
diseños de orfebrería derivados del estilo de las vainas, picudas y
largas, que dejan escapar una hilera de guisantes. Por el estilo de su
labor de oro, se vinculó al grupo de obras relacionadas con el llamado Maestro de los dragones, Pierre Delabarre, platero parisino que recibió su maestría en 1625.
El
cofre consta de ciento cincuenta y dos camafeos y entalles que han sido
individualizados por Angulo, a cuyo estudio remitimos. Quizás su
colocación sea aleatoria y se deba a exigencias de la estética, el
colorido y los diferentes tamaños, pero la temática sugiere un cierto
programa decorativo, pues, aparte de los motivos sin significado
especial, como las series con escenas de amores, faunos y personajes
menudos, y las consabidas cabezas masculinas y femeninas procedentes de
series dispersas, se encuentran figurados los principales dioses de la
Antigüedad clásica, como Júpiter en el Olimpo, dos veces representado.
Minerva, también representada varias veces; Apolo, con la lira y como
Helios. Además, un entalle contiene los símbolos de su oráculo. Apolo y
Marsias es un episodio de representación frecuente que también aparece
en la arqueta. Diana cazadora y las referencias a Baco recuerdan al
mundo de los bosques y la alusión al vino: Baco cabalgando sobre una
cabra, bacantes, un fauno con la pantera, símbolo del dios, y un racimo.
El amor y la belleza también están simbolizados: el entalle con un
delfín, símbolo de la amistad fiel hasta la muerte, y la divisa: Amoris Habes Pignus;
Amor y Psique, Cupido; Venus escuchando las quejas contra Cupido; las
tres Gracias. Marte, presente dos veces. Menos agradables, las escenas
del mundo subterráneo: Vulcano con su pilos y trabajando en su fragua.
Plutón con Cibeles y Proserpina. Asimismo se encuentran héroes, como
Hércules, representado en dos ejemplares, quizás en alusión al Hércules
galo, y un tercero, con el león de Nemea. Alejandro, divinizado, y
David, como héroe de la tradición judeocristiana, como vencedor de un
enemigo más poderoso. Escipión el Africano, y Carlos V en la jornada de
Túnez, nos hablan también de dos victorias militares. Lucrecia, los
Dióscuros, Esculapio son otros tantos temas asociados con el
comportamiento humano. Genios del teatro, genios alados en actitudes
diversas, alguna representación fluvial, como el Tíber, y animales
simbólicos, como la alusión a la fábula del águila y la tortuga, la
cigüeña y la lagartija, una vaca con el ternero, el toro con
inscripciones griegas, leones, un lobo, aves, etc. A los costados, dos
camafeos apaisados, de cornalina, representan una mujer y un hombre
recostados, éste con un cuerno de la Abundancia. Pudieran pertenecer a
la tradición cristiana las tres mujeres veladas. Quizás las tres Marías,
así como el grupo de tres rostros barbados, posible representación de
la Trinidad, frecuente a finales del siglo XV, tenida posteriormente por
herética. Los camafeos son del siglo XVI casi todos, italianos en su
mayoría, mientras que casi todos los entalles son antiguos.
El Tesoro del Delfín
es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima
colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como
herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española.
Luis
de Francia , hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria,
comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la
adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta
su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos
estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de
Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha
posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la
muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas.
En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real
Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el
saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se
produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la
colección llega al Real Museo, donde sufrieron en 1918 un robo. Con
ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando
en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran
expuestas en el edificio Villanueva
(Texto extractado de Arbeteta, L.: El Tesoro del Delfín. Catálogo Razonado, 2001, pp. 27-33; 346-347).
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/cofre-ochavado-con-entalles-y-camafeos/59dfb8b1-0ca6-42d0-91aa-b307a0991a3c
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