miércoles, 11 de diciembre de 2019

GIOTTO DI BONDONE Y LA BASÍLICA DE SAN FRANCISCO DE ASIS



Giotto di Bondone Arquitecto y pintor italiano. Fue el primer creador italiano en superar las tendencias bizantinas de la pintura de su tiempo y explorar unas orientaciones que acabaron por desembocar en la gran revolución artística del Renacimiento.

Existen discrepancias en cuanto a sus orígenes y su formación, pero parece seguro que se formó con Cimabue, en cuya tradición iconográfica se inscriben algunas de sus creaciones, como el Crucifijo de Santa Maria Novella, donde la figura de Cristo está dotada de un sentido humano más profundo que en su maestro. La obra más antigua que se le atribuye son los frescos de la iglesia superior de Asís, en concreto la Historia de san Francisco, si bien esta atribución constituye uno de los problemas más debatidos de la historia del arte. Está documentada con seguridad la presencia de Giotto en Asís hacia 1290, pero existen demasiadas diferencias estilísticas entre esta obra y otras asignadas con seguridad al maestro.
Crucifijo de Santa Maria Novella
En 1304 Giotto se trasladó a Padua para pintar los frescos que la familia Scrovegni le encargó en una capilla de su propiedad. Los frescos de esta capilla, denominada de los Scrovegni o de la Arena, son los únicos que se asignan con certeza al maestro. 
Incluyen un Juicio Final (muro oeste), una Anunciación (arco del presbiterio) y escenas de la Vida de la Virgen y de la Pasión de Cristo (muros restantes), bajo los cuales figuran personificaciones de virtudes y vicios pintadas en grisalla con objeto de crear efectos de relieve.
La obra en su conjunto denota una nueva concepción de la pintura por la atención que presta el artista tanto a la creación de efectos de perspectiva como a la unificación del espacio, que acierta a integrar las figuras con los elementos arquitectónicos que les sirven de marco. Realza la solemnidad y el dramatismo que impregnan estas escenas el empleo de colores puros y matizados.
La adoración de los reyes magos (fresco de la Capilla de los Scrovegni, c. 1305)
Desde la finalización de la capilla de Padua hasta el comienzo de su otra gran obra al fresco, Giotto se ocupó en realizaciones de orden menor, como la Madonna de Ognissanti y el Crucifijo del templo Malatestiano de Rímini. A partir de 1317, el maestro trabajó en Florencia, en la decoración de dos capillas de la iglesia de la Santa Croce; las escenas de la Vida de san Francisco pintadas en la capilla Bardi anuncian los ideales pictóricos del Quattrocento; los frescos sobre la Vida de san Juan Bautista en la capilla Peruzzi anticipan las conquistas espaciales de Masaccio.
Con posterioridad, Giotto trabajó para Roberto de Anjou, en Nápoles, y para los Visconti, en Milán. Pero la obra más relevante de los últimos años de su vida fue el campanile de la catedral de Florencia, del que trazó los planos y comenzó la construcción. El arte profundamente innovador del maestro no dejó indiferentes a sus coetáneos, y ya en su tiempo gozó de una fama inmensa. Figuras de su época como Dante o Boccaccio lo elogiaron, y muchos discípulos perpetuaron sus conquistas hasta finales del siglo XIV, aunque se considera que sus verdaderos epígonos artísticos fueron Masaccio y Miguel Ángel.
El entorno en el que vivió Giotto fue muy activo desde el punto de vista artístico, religioso y filosófico, en una época de profundas transformaciones. A él se le atribuye el mérito de ser el creador del cuadro con significado propio y el precursor de los estudios de la naturaleza y el espacio que más tarde daría lugar al Renacimiento. 

Fue contemporáneo de Dante, quien lo cita en "La Divina Comedia" (Purgatorio XI, 94-6)
'Oh vana gloria del ser humano -Créyose Cimabue de la pintura ser el señor- pero hoy domina Giotto y la fama de aquél es hoy oscura'
Otro de los escritores de la época, Boccaccio, en su Decamerón,  lo alaba sólo 20 años después de su muerte con estas palabras:
'Giotto fue de tan excelso ingenio que con el punzón y los pinceles reprodujo tan exactamente las cosas de la naturaleza, que su obra no parece imitación, si no la natura misma; y a tanto llegó su arte que muchas veces los hombres se equivocaban, estimando por real lo que era artificio de la pintura'
Como ya he apuntado, las características de la obra de Giotto hacen que sea el iniciador de la pintura moderna. Su inspiración viene del natural directamente, ayudándole este hecho a romper con la estilización y hieratismo bizantinos.
La solemnidad de la figura humana se destaca a través del estudio anatómico y los estados anímicos de sus personajes. Todo ello representado en la dominación del espacio y con una luz que afecta tanto a la composición como al cromatismo de las tonalidades pictóricas.


"Frescos de la Basílica Baja de San Francisco", Asis (desde 1300). En la Basílica Baja comparte trabajo con Cimabue y Lorenzetti.


El transepto norte nos muestra escenas del nacimiento de Cristo, niñez y crucifixión junto con la "Madonna Entronizada" de Cimabue. Giotto representa escenas que luego repetirá en Padua.
La Crucifixión es una de las representaciones más primitivas de Giotto, ya muestra el mismo gusto que mantendrá el resto de su vida a la hora de representar este tema. Cristo con el paño de pureza hasta las rodillas pero transparente, lo que aprovecha para realizar un esbozo de estudio anatómico.


Las escenas del crucero que muestran las tres alegorías de San Francisco, es decir, aquellos valores que deben adornar a un Franciscano, rodeando la imagen de San Francisco en Gloria. Con estas cuatro pinturas Giotto se convierte en el iniciador de una forma narrativa que hasta ahora solo se había visto en la literatura. El simbolismo alegórico se generalizará apartir de ahora, siendo uno de los primeros en dejarse influenciar Simone Martini.

Alegoría de la pobreza, que se representa como una mujer delgada y pobremente vestida a quien un grupo de niños tira piedras y golpean con varas. Cristo aparece celebrando los esponsales de ésta mujer con San Francisco. A su alrededor gran cantidad de ángeles y la personificación de la Esperanza y la Castidad que acompañan a la pobreza como su corte. Dos ángeles llevan al cielo los bienes mundanos. A la izquierda un joven imita a san Francisco mientras que a la derecha un grupo de hombres adinerados se burla de la escena aferrándose a sus sacos de dinero y haciendo gestos obscenos a los ángeles. El simbolismo es grande, ya que la imagen de la pobreza aparece coronada por un gran rosal que es la imagen celestial de esta virtud, mientras que no es así a los ojos de los hombres.


Alegoría de la Obediencia, sentada en el centro y con la prudencia (con dos caras) y la humildad a cada lado. La obediencia exige silencio mientras coloca un yugo sobre el cuello de un franciscano que se encuentra de rodillas frente a ella. San Francisco aparece sobre el tejado del edificio como una aparición entre dos ángeles sobre él se posan las manos de Dios Padre. Alrededor de la estancia un grupo de ángeles observa la escena, dos de ellos van dando paso a los que se acercan a la obediencia y uno de ellos impide la entrada a la presunción, que está representada como un centauro con cuernos. La prudencia, con sus dos caras analiza a los aspirantes con ellas ve el pasado y el futuro, lleva en su mano un espejo que simboliza la inteligencia y un astrolabio que indica el camino a seguir. Uno de los ángeles acompaña a un monje y a un laico que desean seguir los pasos del santo.


Alegoría de la Castidad. La castidad aparece encerrada en lo alto de un castillo con buena defensa, en el que solo los ángeles pueden entrar, para llegar a él hay que recorrer un camino reflejado en la altura de la torre. En la zona media aparecen San Francisco y Santa Clara asomados a dos ventanales, ellos ya han recorrido el camino. Debajo los ángeles lavan en una tina a aquellos que aspiran a alcanzar la meta de la castidad, a su alrededor se amontonan los santos aspirantes, a la izquierda varios franciscanos junto con gentes del pueblo. La esquina derecha muestra a un grupo de demonios empujando a varias personas hacia el abismo, se trata de la lascivia con cabeza de jabalí, el deseo con la cabeza en llamas y la pasión con pies en forma de garra y el corazón atado. Junto a ellos la muerte diabólica representada por la araña.


En cuanto a los frescos de la Basílica Alta de San Francisco, en Asís. Se realizan poco después de terminada la Iglesia, cuando en el pueblo aún estaba vivo el recuerdo del santo que había vivido en el siglo XIII. Nadie podría enfrentar este reto como Giotto, aunque aún hay quien atribuye las pinturas al pintor romano Pietro Cavallini. Encontramos entre las representaciones dos retratos, uno de San Francisco y junto a él Santa Clara, fundadora de la orden hermana de los franciscanos: las hermanas Clarisas.


Algunas escenas de la parte alta del muro se han atribuido a Giotto, aunque algunos expertos lo rechazan. Escenas de la Vida de Cristo como: Pentecostés y la Ascensión.


Otras escenas del Nuevo Testamento que aparecen en la Basílica Alta de Asís atribuibles a Giotto son: Cristo entre los doctores del templo, El Bautismo de Cristo, La lamentación sobre Cristo Muerto y la Resurrección.




"VIDA DE SAN FRANCISCO", 25 de los 28 frescos se atribuyen a Giotto y su taller, aunque hay expertos que no aceptan ésta atribución para los 4 últimos frescos (21-25) atribuyéndolos a sus asistentes o a otro maestro. Los otros 3 frescos se atribuyen al Maestro de Santa Cecilia.
Para poder estudiar bien estos frescos les aconsejo entrar en:


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