jueves, 8 de septiembre de 2016

FAUNO DEL CABRITO

El dios del bosque, representado con grandes orejas puntiagudas, pequeños cuernos por encima de la frente y un pequeño rabo a la espalda, lleva una gran corona de agujas de pino en la cabellera y carga un cabrito vivo sobre los hombros. La piel rizada y la barriga del animal, que cae con todo su peso sobre la espalda del sátiro, descartan, la identificación de un corzo. Las dos patas delanteras parecen haber estado atadas junto con la pata trasera derecha, de modo que el animal podía ser cargado con una mano. No existe evidencia que permita determinar si se trata de un sátiro o de Pan, ya que, desde el siglo IV a.C., Pan también era representado casi como un ser humano y sin patas de macho cabrío y la siringa que cuelga de la horcadura podría apoyar una interpretación en este sentido, como ya se ha postulado. Más en la Antigüedad no siempre se diferenciaron claramente las dos figuras y, en general, se solía hablar de un sátiro (en latín: faunus). El sátiro, coronado para una festividad, probablemente este ocupado con los preparativos para un sacrificio dedicado a Dioniso, su señor. Él no mira hacia el animal que lleva sobre los hombros, como se ha sostenido ocasionalmente, sino que dirige los ojos bien abiertos hacia arriba, casi asustado. A partir de otros contextos iconográficos, sabemos que la repentina aparición del dios Dioniso, acompañada a menudo por un resplandor maravilloso, provocaba temor y admiración en los testigos de la epifanía. Es probable que al joven dios del bosque se le apareciese su señor durante el apresurado camino al lugar del festejo, por lo cual paraliza todo movimiento en su sorpresa.
La estatua del Prado, fue copiada de un modelo, a juzgar por dos antiguos puntos de medición en las partes delantera y posterior, que no fueron eliminados. La réplica fue elaborada en el mismo taller en el que la estatua fue encontrada en el siglo XVII. A la cabeza del sátiro le falta el último pulido y los tubos de la siringa colgada del tronco todavía no tienen su forma. Los detalles del tronco de árbol, la corteza abierta en el borde inferior y el añadido instrumento musical permite una datación de la obra hacia el segundo cuarto del siglo II d.C.
La estatua completada por el escultor Ercole Ferrata (1610-1686) y vendida a Cristina de Suecia inmediatamente después de su hallazgo, se contaba en los siglos XVII y XVIII entre las obras más codiciadas, de la que todo príncipe y amante de las artes aspiraba a poseer una reproducción. En tanto que artistas conocidos ejecutaron copias en tamaño original, que fueron enviadas, por ejemplo, a Versalles y San Petersburgo, los vaciados en yeso de la estatua conservados en academias y talleres de arte sirvieron como modelo para nuevas obras.
Fue hallado junto a la Chiesa Nuova, en Roma pasó a la colección Cristina de Suecia y de ahí a la colección Odescalchi de donde llegó a la colección de Felipe V e Isabel de Farnesio en Palacio de La Granja de San Ildefonso 
(Texto extractado de Schröder, S. F.: Catálogo de la escultura clásica, Museo Nacional del Prado, 2004, pp. 176-180).
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-fauno-del-cabrito/d11c55e4-a20f-48c5-956d-57b9d54b9200

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