El yacimiento paleocristiano de Ouvigo, lugar del Ayuntamiento de Os
Blancos (Xinzo de Limia), fue descubierto y dado a conocer por el Dr. don
Antonio Rodríguez Colmenero en el transcurso del verano de 1971 al ser
delegado por el entonces director del Museo Arqueológico, don Jesús Ferro
Couselo, para efectuar el inventario artístico de la Limia y su comarca.
Notificado el hallazgo, en 1972 se efectúa una primera excavación de
urgencia a la que seguirán, dado el interés del yacimiento, cuatro campañas
más que rematarán con la exhumación de una necrópolis y de una
edificación de factura, al parecer de su investigador, claramente romana.
Construida probablemente a finales del siglo IV o comienzos del V, fue
definida por su descubridor, desde un primero momento, como un oratorio
cristiano de tipo rural, que pasaría desde sus orígenes por distintas fases
constructivas y de ocupación.
La primera, realizada en la segunda mitad del siglo IV, comprende un
edificio construido con materiales reaprovechados de edificaciones
anteriores. Su planta estaba dividida en dos ámbitos (ábside y nártex) lo
que evidenciaría unas funciones comunitarias cristianas. Asociados a estas
estructuras y a otras posteriores se exhumarán también, en una estratigrafía
revuelta y poco clara, diversos materiales: teselas de mosaicos, estucos
pintados de diversas épocas y numismas de difícil catalogación, por lo que
resulta arriesgado llegar a conclusiones definitivas sobre su uso.
En un segundo momento, después de las invasiones germánicas, el edificio
se reconstruirá de nuevo respetando la planta y los muros, pero invirtiendo
la orientación del mismo. Esta construcción, segundo su investigador,
permanecerá en pie hasta las invasiones del siglo VIII. Coincidiendo con el
afán repoblador de Alfonso III se constata un nuevo impulso constructivo
como lo demuestra la cerámica hallada y las numerosas sepulturas, una de
ellas con una lápida datada en el 904. Por último, con la nueva época de
paz, después de las invasiones de Almanzor, el lugar restablecerá plenamente su función religiosa. Sin muchas modificaciones en su
estructura, la pequeña iglesia, ya en plena etapa románica, tendrá una gran
actividad como lo testimonian las numerosas sepulturas de esta época y los
diversos objetos litúrgicos, de datación segura, entre los que se encuentra la
píxide que hoy presentamos.
Se trata de un pequeño copón o píxide realizada en cobre dorado y
decorada con esmalte excavado o champlevé en pasta opaca de color azul y
blanco. Tiene forma cilíndrica y una tapadera cónica que se supone estaría
rematada por una cruz que hoy le falta. El sistema de cierre consiste en un
gozne con un pasador. Su esquema decorativo se estructura en cuatro
medallones, dispuestos dos a dos en el cuerpo inferior y otros dos en la tapa.
Cada uno de ellos presenta en su interior el anagrama IHS, con una
pequeña cruz y un signo parecido a una omega. Obedece a una tipología
muy común como lo demuestra la gran cantidad de piezas que se conservan
en distintos museos y, hasta el concilio Vaticano II, en no pocas iglesias
rurales. Sus características formales e iconográficas coinciden con los
programas y repertorios utilizados por los talleres de Limoges activos en un
momento avanzado de su período industrial. Estos talleres realizarán
multitud de ejemplares de calidad desigual que se comercializarán por todo
el occidente europeo, sobre todo por, en esta época, transitado camino de
Santiago.
Las píxides - por otros nombres copón o ciborio- son pequeñas cajas
destinadas a reservar y guardar la Eucaristía o para llevar la comunión a los
enfermos y moribundos. Su interior solía estar revestido de un pequeño
corporal de lino que separaba las hostias las unas de las otras al mismo
tiempo que las protegía del contacto con el metal.
Su origen se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, pero es a
partir de finales del siglo IX cuando su uso si generaliza. Por prescripción
del documento Admonitio Synodalis (siglo X) todas las iglesias debían
tener sobre el altar las urnas con las reliquias de los Santos, el evangeliario
y la píxide con el cuerpo del Señor para los enfermos. Fueron precisamente
los diferentes usos litúrgicos y el paso del tiempo los que le fueron dando
nombres distintos y adoptando formas diferentes siendo la más común: la
de vaso - caja (pyxis) y la de copa (kiborion). La más antigua es sin duda la
primera; pero dentro de estas dos formas generales y comunes, se
adoptaron en varios países formas especiales, como la paloma eucarística:
recipiente de metal en forma de paloma que se abría tirando hacía arriba mediante una tapa con una bisagra; se colocaba sobre un plato y, cubierta
con un velo, se suspendía del techo del ciborio o baldaquino, o delante del
altar por medio de una pequeña ménsula de hierro. De las píxides en forma
de paloma, no sólo abundan los textos que las mencionan, sino que se
conservan algunos ejemplares muy notables, como las del legado Espona,
las de la colección Plaidura en el Museo Nacional d’Art de Catalunya o la
que se conserva en Santo Domingo de Silos, todos ellas estudiadas
magníficamente por Marie Madeleine Gauthier. Según López Ferreiro no
soy menos frecuentes los textos en los que se mencionan las píxides en
forma de torre; en algunas lugares se asociaron estas dos clases de píxides
para guardar el Santísimo Sacramento, en este caso la torre venía a ser
como una especie de Sagrario. En España y particularmente en Galicia,
para reservar el Santísimo Sacramento se adoptó la forma más sencilla de
píxide, esto es, la de una caja circular con tapadera cónica, de la que
nuestra pieza resulta un bueno ejemplo. Es raro encontrar menciones sobre
las píxides en forma de torre o paloma, sin embargo en todos los
inventarios, a partir del siglo VIII incluso el XIII encontramos registradas
cajas, de distintos materiales, algunas de las cuales indudablemente
debieron estar destinadas a guardar la Eucaristía.
http://www.musarqourense.xunta.es/es/peza_mes/pixide-de-ouvigo/
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