Ribera es, cronológicamente, el primero de los grandes maestros españoles que surgieron en las décadas centrales del siglo XVII. Los comienzos de su educación artística son todavía objeto de conjetura, pero hay constancia de su presencia en Parma en 1611, cuando tenía veinte años. Cuatro años más tarde se encuentra en Roma, en una colonia de pintores extranjeros y llevando quizá una vida bohemia: se cuenta que abandonó la ciudad para escapar de sus acreedores. Para 1616 estaba en Nápoles, donde se casó con la hija de Bernardino Azzolino, un importante pintor local de reconocido prestigio. El reino de Nápoles estaba entonces bajo el dominio de España, y Ribera vivió en su capital por el resto de su vida. Además de tener importantes clientes de Roma y otras ciudades aparte de Nápoles, el joven pintor fue pronto descubierto por el virrey español, el duque de Osuna. Por mediación del duque y de todos los virreyes siguientes (el duque de Alcalá, el conde de Monterrey y el duque de Medina de las Torres), su obra entró a España, y en particular a la colección real.De hecho, Felipe IV llegó a poseer más pinturas de Ribera que de ningún otro artista español (alrededor de cien, distribuidas entre El Escorial y el Palacio Real). A pesar de la influencia que ejerció Ribera sobre los pintores españoles, los críticos e historiadores del arte estiman que su estilo, tipos y temas son marcadamente extranjeros. Ribera adoptó una forma extrema del naturalismo de Caravaggio, que se manifiesta en su uso de fuertes contrastes de luz y sombra y en su galería de personajes toscos presentados con crudo realismo, pero también absorbió rasgos de otros lenguajes artísticos de la época tales como el clasicismo boloñés y el color romano. Tal diversidad de medios expresivos fue única entre sus contemporáneos españoles. Además de los temas religiosos, Ribera cultivó otros géneros que no tenían paralelo en España, tales como sus series de mendigos y de filósofos de la Antigüedad, o escenas inspiradas en la mitología clásica, que debe haber conocido a fondo. También fue dibujante prolífico y experto grabador, ocupaciones poco comunes entre los artistas españoles de ese período. Desde el punto de vista técnico, las pinturas de Ribera se caracterizan por su grueso empaste, que les da una calidad táctil y que el artista empleó de manera muy efectiva para representar diferentes texturas y dar una impresión de tridimensionalidad monumental
“El olfato , mediante el cual percibimos el olor de los cuerpos que lo poseen. El olfato, que va a la búsqueda, al cultivo y al empleo de los perfumes”.
"La vista , que abarca el espacio y nos instruye, por mediación de la luz, de la existencia de los colores y de los cuerpos que nos rodean” figura en la serie de los sentidos, de la etapa del joven Ribera. La vista, que en la historia de la pintura a veces se ha representado con un espejo en la mano que contempla con admiración, en otras ocasiones ha querido acompañarse de una antorcha: siempre la luz y el rostro iluminado.
“El oído... recoge por medio del aire el ruido causado por los cuerpos ruidosos o sonoros“. María Zambrano – cuenta Ramón Andrés en “El mundo en el oído” -refiere que la escucha de Apolo en el templo de Delfos parecía situar “el oído divino en el centro del mundo“, ese oído que como órgano o sentido, dice, es el que se emplea o “ejerce” de un modo más intermitente: “en el escuchar se da lo más penetrante y hondo de la atención, la decidida atención que el ejercicio de la vista no requiere“. “¿Sería aventurado concebir el oído como el eje del ser humano? En un tratado escrito bajo el nombre del legendario Hermes Trismegisto se razona que aquel que escucha debe tener el oído más veloz “ que la palabra del hablante”.
"El gusto, con el cual apreciamos lo que es sabroso o suculento” da origen a la producción, a la elección y a la preparación de cuanto pueda servir de alimento“.
El tacto, al fin, cuyo objeto es la consistencia y la superficie de los cuerpos” y se aplica a todas las artes, a todas las habilidades, a todas las industrias”.“El tacto,ha rectificado los errores de la vista; el sonido, por medio de la palabra articulada, se ha convertido en intérprete de todos los sentimientos; el gusto se ayuda del olfato y de la vista; el oído compara los sonidos y aprecia las distancias”
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