Compañera de la Clase de danza,
en esta escena vuelve Degas a interesarse por los ensayos de ballet.
Ahora ha cambiado de sala, eligiendo las más grande y lujosa de las
existentes en el Teatro de la Opera. Aunque el pintor no pudiera asistir
a los ensayos por estar absolutamente prohibido, su conocimiento del
lugar y su gran imaginación hacen que consiga su propósito.El maestro de
ballet que pide silencio con la mano levantada es Louis Merante,
antiguo bailarín; junto a él contemplamos a un violinista que espera que
reine el silencio para iniciar el ensayo. La bailarina preparada en la
zona izquierda es Mlle. Hugues, quien posó en el estudio de Degas en
numerosas sesiones. Al fondo se abre una puerta donde contemplamos otra
bailarina y una ventana por la que penetra un ligero rayo de luz. Un
pequeño grupo de bailarinas estira sus músculos en la barra de la pared
mientras que la mayor parte se centra en la zona derecha, esperando
atentamente la actuación de su compañera. Tras estas figuras
contemplamos un gran espejo situado en un arco de medio punto; un
pequeño espejo y una nueva puerta completan esta pared. En primer plano
aparecen dos sillas, una de ellas ocupada por una bailarina descansando
para la que también posó Mlle. Hugues. En la otra vemos un abanico
abierto señalando en dirección de la bailarina que va a actuar. Degas ha
organizado la composición a través de un círculo vacío que se sitúa en
el espacio central. Alrededor de él se colocan las diferentes figuras,
equilibrando perfectamente el espacio gracias a las tonalidades blancas
de los trajes. La sensación de profundidad también resulta destacable al
recurrir a diferentes espejos y puertas abiertas, jugando con la
realidad y la ilusión. Por ejemplo, el rostro de Mlle. Hugues reflejado
en el espejo parece mirar por encima del hombro a su compañera. La
sensación de movimiento es otra preocupación del pintor, conseguida a
través de las bailarinas del fondo. Respecto al color, Degas vuelve a
tomar como fuente a James M. Whistler
al organizar la escena gracias a las tonalidades blancas de los
vestidos. Los rosas de las zapatillas y el negro de algunos lazos
complementan perfectamente al blanco, mientras que el color siena de
paredes y suelo sirve para contrastar. El color rojo de la barra, del
lazo de una de las bailarinas y del abanico abierto sirve para otorgar
el ritmo a la composición, de igual manera que hizo Velázquez en Las Meninas.
La luz procede de la derecha, iluminando ligeramente las figuras y
creando sombras que se proyectan en el suelo. El efecto atmosférico de
una habitación cerrada e iluminada por un ligero haz de luz está
perfectamente conseguido al distorsionar los contornos de las figuras,
sin olvidar la existencia de una potente base dibujística.
http://www.artehistoria.com/v2/obras/1616.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario