Doña María, mujer de esmerada educación, vasta cultura humanista y gustos muy italianos después de su estancia en Italia cuando su marido fue virrey de Nápoles, donde es muy probable que mantuviera una pequeña corte personal al estilo de la época, frecuentada por artistas, pensadores y literatos, también se comprometió al amueblamiento de la cabecera mediante la incorporación de un retablo mayor y una reja además de sus respectivos túmulos funerarios de mármol, en un esquema que parece seguir el de la Capilla Real de los Reyes Católicos y con el que busca dar cumplimiento a las disposiciones testamentarias de su esposo.
“Y mando que si Dios nuestro Señor fuere servido de disponer de mi en esta enfermedad mi cuerpo sea depositado en el monasterio de señor San Jeronimo extra muros de esta cibdad de Granada, et que de alli sea puesto et enterrado donde la duquesa mi muger quisiere et hordenare”
Para su ambicioso proyecto la duquesa contrató a Jacopo Lazzaro di Pietro Torni, conocido en España como “Jacobo Florentino”, arquitecto, escultor y pintor italiano que había llegado a Granada poco antes para trabajar en la Capilla Real dirigiendo y facilitando modelos para la decoración de la misma y como tracista de la sacristía de la Catedral, de las cajonerías y del espacio de la antesacristía de unión con la girola, con una interesante portada concebida como arco de triunfo. Algunos autores consideran que por esas fechas ya habría empezado a trabajar, contratado por la duquesa, y previo consentimiento del prior, en la iglesia de los Jerónimos, incluso antes de recibir la concesión oficial del emperador.
Tras la muerte de Florentino en 1526, Diego de Siloé, uno de los más afamados arquitectos del momento en la península, se hace cargo de la dirección, y aunque la duquesa de Sessa murió en 1527, sus disposiciones testamentarias dejaron suficientes fondos para continuar con las obras, por lo que a comienzos de la década de 1550 la iglesia ya estuvo preparada para recoger los restos mortales del matrimonio, trasladados en 1552 en solemne procesión a la cripta ubicada a tal efecto bajo el crucero, procedentes del convento de San Francisco, donde habían estado depositados provisionalmente porque la capilla mayor era el panteón de los González de Córdoba.
En esos años de mediados del siglo XVI don Gonzalo Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba, III duque de Sessa, nieto del Gran Capitán y heredero del patronato, cedió al monasterio el cortijo de Ansola, perteneciente a su mayorazgo, para que con sus rentas los monjes estuvieran obligados a rematar las obras y costear el retablo, la reja, la solería de la capilla y unos sepulcros exentos para sus abuelos que tendrían que haberse colocado en el centro del crucero, pero que nunca llegaron a labrarse.
”.
Los “tenantes” tienen su origen en los dos pajes que en los desfiles de justas sostenían los escudos de cada caballero, utilizados con anterioridad en edificios civiles como el Palacio del Infantado de Guadalajara, realizado por Juan Guas hacia 1480. Pero el caso de los Jerónimos es uno de los primeros en un edificio religioso y ello tiene relación con el carácter funerario y de inmortalidad laica que adquiere la cabecera. El primero quizá sea en la Capilla de los Condestables de la catedral de Burgos, en donde aparecen, tanto en el interior como en el exterior.
La fachada de la iglesia se divide en tres cuerpos flanqueados por potentes contrafuertes. El primero está protagonizado por la portada de mármol, material diferente, añadida en 1590, con arco de medio punto central flanqueado por dobles columnas dóricas que soportan un entablamento sobre el que se ubica una hornacina cuadrada rematada por frontón que acoge un altorrelieve de san Jerónimo, atribuido a Martín Díaz de Navarrete y Pedro de Orea, y flanqueada por dobles estípites culminados en bolas sobre las columnas.
El segundo y el tercer cuerpo son obra de Siloé. En ellos aparece un escudo de los Reyes Católicos central flanqueado por dos pequeñas ventanas cuadrangulares y por las iniciales F e Y coronadas con el yugo y las flechas, al lado del Evangelio y de la Epístola respectivamente, siguiendo de nuevo la división canónica de hombres y mujeres, y una gran ventana de medio punto, que ilumina el coro alto, flanqueada por bichas y los tondos con los bustos de los santos Pedro y Pablo. Aunque esta decoración se fecha ha. 1540, es lógico que aparezca la heráldica de los Reyes Católicos en vez de la de Carlos V, como fundadores del monasterio.
En la cabecera, convertida en panteón de don Gonzalo Fernández de Córdoba y doña María Manrique de Lara, se aprecia claramente el cambio de estilo introducido por Jacobo Florentino, artista italiano que ya trabaja “a lo romano”, término que en ese momento se daba a la nueva estética renacentista proveniente de Italia. Así, aprovechando lo ya construido, Florentino optó por recrecer los primitivos pilares mediante monumentales pilastras estriadas con capiteles pseudocorintios con hojas de acanto y animales fantásticos, incorporó en los transeptos dos retablos de piedra con hornacinas aveneradas y capiteles con mascarones y cambió los arcos de entrada de las capillas laterales. Florentino muere en 1526 y se cree que las obras siguen según sus trazas.
La construcción de este tipo de panteones se inscribe dentro de una costumbre arraigada a fines de la Baja Edad Media, cuando el cristianismo tomó conciencia de que la Parusía y el Juicio Final anunciados en los Evangelios no iban a ser inmediatos y se formó una idea de Juicio del alma individual justo después de la muerte que afianzó fuertemente el concepto de Purgatorio, un lugar intermedio antes de subir al Cielo, al que los purgantes podrían llegar dependiendo de las misas, oraciones y buenas obras que los vivos ofrecieran por ellos después de su muerte, de ahí la proliferación de capellanías privadas en monasterios, catedrales y parroquias a las que se dotaba económicamente para que se celebraran misas por las almas de sus comitentes.
Precisamente la Orden jerónima, institución de tendencia puramente contemplativa, asidua a la oración y la penitencia en soledad y silencio, siempre destacó por el cuidado y la solemnidad que aplicaban a la liturgia funeraria y por la preparación musical de sus monjes, orientada a la mayor solemnidad de la misma, de ahí que desde su creación en el siglo XIV, bajo la Regla de san Agustín, fuera una de las preferidas para encomendar los rezos a difuntos.
Además, con la introducción del Humanismo, que implicó un profundo cambio de mentalidad, a los valores netamente cristianos de salvación de las almas, estos proyectos funerarios fueron acompañados de un intenso deseo de que su recuerdo perdurara a través de los tiempos mediante una construcción arquitectónica, dentro de la idea humanista que defendía que por encima de sus hazañas, los grandes hombres serían recordados por sus empresas constructivas, una inmortalidad también laica, la pervivencia de la casa y el linaje.
Cuando Diego de Siloé se hace cargo de la dirección de obra, termina los transeptos, pequeños brazos que ya contaban con los retablos de Florentino, a los que incorpora grandes escudos de armas en la hornacina central, lansquenetes haciendo guardia en las hornacinas laterales y alegorías de las Virtudes Cardinales, con la Fortaleza y la Justicia en el retablo de la Epístola y la Fe y la Esperanza en el del Evangelio.
Uno de los mejores edificios del Renacimiento español que a su impresionante oferta plástica y estética, suma grandes honores que lo hacen único. Tal vez el más diferente y sobrecogedor hace que sea una de las Iglesias más personal ...El ser la primera cuya consagración de la iglesia jerónima en 1513 bajo el nombre de Concepción, la convierte en la primera iglesia inmaculista del Mundo como recuerda la inscripción en el cimborrio de su crucero...pasamos a las particularidades que hacen de esta joya un gran patrimonio histórico sin otro igual...
Los relieves de los casetones de las bóvedas del crucero, inspirados en las obras clásicas de Dante, “Los triunfos” de Petrarca o Bocaccio, siguen dejándonos sin aliento. ¿Quién imagina por un momento que toda la cultura clásica, y por tanto pagana, iba a tener cabida dentro de una Iglesia? Y es ahora cuando es preciso hacer el esfuerzo de trasladarse a la Granada que va de 1520 a 1550, para en medio de un tiempo como aquel, quedar absorto con el siguiente dato: la influencia impresionante que el ciclo decorativo de estas bóvedas recibe directamente del "Speculum Humanae Salvationis",casi podria considerarse la primera obra pre-feminista de la Historia, un intento de equiparar las virtudes y proezas de la mujer y del hombre, o lo que es lo mismo, lo que nuestros ojos contemplan al mirar a las bóvedas jerónimas.
Los sátiros y monstruos de las veneras constituyen un esquema mitológico pagano que sigue resultando difícil de entender en el interior de un templo. Más que una Iglesia, parece que estuviéramos en un palacio destinado a ensalzar al dueño del mismo, a una página de historia como la Cuadra Dorada de la Casa de los Tiros. Incluso cuando Siloe se encarga de la realización de los relieves de los santos protectores, no se olvida de incluir sirenas, grifos y toda suerte de animales fantásticos que parecen las ilustraciones a la “Metamorfosis” de Ovidio más que una cubierta de un espacio sagrado.
Que en la cabecera la decoración se realice mediante figuras paganas sigue siendo de vital importancia. La entrada de la Iglesia la tiene por una zona de vega, alejada de cualquier espacio céntrico y dirigido hacia la que entonces era población. Sigue resultando anecdótico que una obra de esta magnitud colocara la entrada al recinto sagrado mirando a un lugar despoblado, destinado a cultivos. Sin embargo, su cabecera se dirige hacia la Catedral y el eje principal de la ciudad, que es el lugar donde va a ubicarse una decoración profana, soldados de la Antigüedad sosteniendo la gloria del Gran Capitán. Todo esto se produce antes de 1552, año en el que se traslada el cuerpo del Gran Capitán desde el convento alhambreño de San Francisco, por lo que ya estaba terminada la Iglesia. Y es muy importante que recordemos esta fecha, ya que nos indica que todos estos programas decorativos, se llevan a cabo antes de la Contrarreforma, antes de la nueva etapa de recatolización mediante el arte, trazada por la Iglesia a través del Concilio de Trento.
Pero lo cierto es que la decoración de San Jerónimo tuvo que ser tan revolucionaria para su época como es de imaginar. Algo tan desconocido como igualar en valores y exaltaciones a hombre y mujer sólo era posible en una Granada que en el siglo XI tuvo a una mujer en el Gobierno regio, desde el siglo XIV admitía mujeres en su Universidad y que se había consagrado por entero a la que no admitía discusión, la reina Isabel. Pues bien, ya tenemos puestos los ingredientes para entender qué ocurrirá al punto que en cuando el Arzobispo de Granada, entonces Antonio de Rojas Manrique, conoce el contenido del esta arquitectura iconográfica, presenta todo tipo de contrariedades a la duquesa viuda doña María, con la que comparte apellido.
En San Jerónimo, se ha levantado la obra más culta, aparatosa y profana que los postulados del Concilio de Trento podrian consentir. Toca reconducir aquello y lo primero que se plantea concluido el Concilio e iniciada la Contrarreforma es la ejecución del Retablo Mayor, que entre 1570 y 1605 va a constituir el acta de fundación de la escultura barroca española, más aún, de la imaginería con unción sagrada y no meramente decorativa. Acababa de nacer la aportación hispana al arte devocional con este colosal proyecto naturalista. Todo parece indicar que al fin, tras 30 años de “paganismo bendecido”, San Jerónimo vuelve a expresar su condición de espacio sacro. Pero llega el último encargo, el impresionante programa iconográfico de las pinturas murales, que entre 1723 y 1725 se va a llevar a cabo con tres motivos: en la cabecera mayor, la exaltación del Duque, la Vida del Gran Capitán. En el Coro Alto, la exaltación y triunfo de la fe y la Eucaristía y en los pilares, en la zona más visible, en la que los fieles primero van a ver, los siete arcángeles y el Ángel de la Guarda.
Algo tan fundamental para el catolicismo como la Fe y la Eucaristía, quedan reservados al coro alto, donde sólo los frailes tendrán acceso. Y sin embargo, a la vista de todos de forma muy notoria, aparece el tema de las 8 figuras angélicas. Las ocho figuras en relación con las virtudes del Gran Capitán, colocadas en el transepto del Evangelio, siguiendo también en esto la división canónica, son Homero, Escipión, Mario, Marco Tulio Cicerón, Julio César, Pompeyo, Marcelo y Aníbal, todas paganas, personajes anteriores a Cristo y de clara tradición clásica aunque de diversos orígenes.Parece que fueron elegidos, (Homero como escritor que relata hazañas de grandes hombres, en la idea de que todos necesitan de que su recuerdo perviva, y el resto como grandes militares que sufrieron fuertes reveses provocados por la envidia, lo mismo de lo que don Gonzalo se quejaba al final de su vida. Las fuentes que se cree que se manejaron fueron la traducción de Sannazzaro de Vidas Paralelas de Plutarco, muy conocida entre los círculos literarios napolitanos en los que se movieron los duques durante su estancia en el virreinato de Nápoles, y los Triunfos de Petrarca, pues en el capítulo el “Triunfo de la Fama” están todos ellos).
En cuanto a las figuras relacionadas con las virtudes de la duquesa, colocadas en el arco del transepto de la Epístola, se dividen en cuatro de origen bíblico y otras cuatro mitológico. Las bíblicas son Judit, Ester, Débora y Abigail, colocadas en la parte más cercana al altar, probablemente como alegorías de la Fortaleza, la Templanza la Justicia y la Prudencia y que vistas en conjunto prefigurarían a la Virgen, según se refleja en el "Libro de las Claras y Virtuosas mugeres (mujeres)" de Álvaro de Luna de mediados del siglo XV, que pudo muy bien ser una de las fuentes para elaborar el ciclo. En cuanto a las figuras de origen mitológico, son Artemisia, Alcestis, Penélope y Hersilia, colocadas en el lado cercano a la nave, y con las que la duquesa se identificaría por su entrega a sus esposos: Artemisia por haber encargado el gran Mausoleo para su esposo Mausolo, Alcestis por haber ofrecido su vida para salvar la de su marido, aunque en el último momento fuera salvada por Hércules, Penélope por su paciencia y fidelidad esperando tantos años el regreso de Ulises y Hersilia por su fecundidad al haber dado un heredero a Rómulo.
En cuanto a las figuras relacionadas con las virtudes de la duquesa, colocadas en el arco del transepto de la Epístola, se dividen en cuatro de origen bíblico y otras cuatro mitológico. Las bíblicas son Judit, Ester, Débora y Abigail, colocadas en la parte más cercana al altar, probablemente como alegorías de la Fortaleza, la Templanza la Justicia y la Prudencia y que vistas en conjunto prefigurarían a la Virgen, según se refleja en el "Libro de las Claras y Virtuosas mugeres (mujeres)" de Álvaro de Luna de mediados del siglo XV, que pudo muy bien ser una de las fuentes para elaborar el ciclo. En cuanto a las figuras de origen mitológico, son Artemisia, Alcestis, Penélope y Hersilia, colocadas en el lado cercano a la nave, y con las que la duquesa se identificaría por su entrega a sus esposos: Artemisia por haber encargado el gran Mausoleo para su esposo Mausolo, Alcestis por haber ofrecido su vida para salvar la de su marido, aunque en el último momento fuera salvada por Hércules, Penélope por su paciencia y fidelidad esperando tantos años el regreso de Ulises y Hersilia por su fecundidad al haber dado un heredero a Rómulo.
El retablo mayor todavía es una incógnita en cuanto a su autoría. Aunque hay autores que defienden que la traza primitiva ya habría sido dada por el propio Jacopo Florentino en la década de 1520 y otros creen que la primera traza sería de Diego de Siloé diez años después, lo cierto es que su ejecución se retrasó mucho en el tiempo. Se sabe que en 1570 se contrató al pintor Juan de Aragón para que realizara la parte de pintura, dorado de acuerdo a unas trazas y labor escultórica en la que se menciona a Diego de Navas, Bernabé de Gabiria, Pablo de Rojas, Martínez Montañés y Juan Bautista Vázquez el Mozo. Pero se cree que en 1573 las trazas fueron modificadas y ampliadas por Diego Pesquera y Lázaro de Velasco, hijo, precisamente, de Jacobo Florentino. En 1585 todavía se estaba trabajando en él, con la intervención de Alonso Rivero de Jaén, Luis Fernández y Francisco Castillejo de Sevilla y Miguel Sánchez de Córdoba, terminándose hacia 1605 aunque modificado según otra nueva traza de Pedro de Orea en la que se le añadió un cuerpo más.
Muestra cinco calles y cuatro entrecalles organizadas en sotobanco, banco, cuatro cuerpos y ático y relata el Ciclo de la Vida de Cristo. En el sotobanco aparecen los relieves de los santos Esteban, Lorenzo, María Egipciaca, Constantino, Martín, Cosme, Damián, Úrsula y Susana. En cuanto al banco, representa a santas mártires en los pedestales y los santos Mateo, Bartolomé, Jerónimo, Agustín, Juan, León, Ambrosio, Ildefonso y Marcos, Evangelistas y Doctores de la Iglesia junto al patrón de la Orden, en los relieves intermedios.
Fuera del retablo, y a la altura del banco, se colocaron las esculturas orantes del Gran Capitán y de su esposa, de nuevo siguiendo el riguroso orden de la figura masculina en lado del Evangelio y la femenina en el de la Epístola.
El primer cuerpo es de orden dórico, con una imagen central de la Virgen de la Pera procedente del retablo de Santa Paula flanqueada por los apóstoles Pedro y Pablo, los relieves de la Adoración de los pastores y la Epifanía, las santas Catalina y Bárbara en pareja, Santa Margarita y esculturas de bulto de los santos Benito y Bernardo en las entrecalles de los extremos.
El segundo cuerpo es de orden jónico, con una Inmaculada central del siglo XVII, siendo esta iglesia el primer templo dedicado a este misterio, cuando todavía no estaba ni aprobado por Roma, inicio de una devoción concepcionista que en Granada alcanzó gran predicamento. A sus pies se encuentran los bustos de sus padres, los santos Joaquín y Ana, y está flanqueada por los santos Juanes, los relieves de la Anunciación y la Presentación en el templo, los santos Paula y Eustaquio en pareja, Santa María Magdalena y esculturas de bulto de los santos Andrés y Santiago en las entrecalles de los extremos.
El tercer cuerpo es de orden corintio, con San Jerónimo en el desierto en el centro flanqueado por Cristo atado a la columna y el Ecce-Homo, los relieves de la Oración en el Huerto, el Prendimiento, la Crucifixión y la Piedad y las esculturas de bulto de los santos Andrés y Santiago en las entrecalles de los extremos.
El cuarto cuerpo es de orden compuesto, con una imagen central de un Calvario flanqueado por los relieves de la Ascensión y Pentecostés, las alegorías de la Prudencia y la Justicia y los escudos de los duques de Sessa.
Finalmente, en el ático se representa a Dios Padre entre nubes flanqueado por los santos Justo y Pastor y la Fortaleza y la Templanza, con la Fe, la Esperanza y la Caridad coronando el conjunto.
Como resumen de todo, digamos que San Jerónimo, aparte de ser una obra de arte única, un contenedor cultural y patrimonial de primer orden, un espacio renacentista como pocos hay en toda España, es por definición, la Iglesia más pagana de todas, el Monasterio más infiel.
Todo esto la hace la mas especial que yo al menos haya visto...
https://viajarconelarte.blogspot.com/2015/09/la-iglesia-del-monasterio-jeronimo-de.html
https://www.ugr.es/~pwlac/G25_15Jose_Rodriguez_Molina.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Real_Monasterio_de_San_Jer%C3%B3nimo_(Granada)
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