sábado, 13 de julio de 2019

LA MUSA ETERNA...FRIDA KAHLO

En el mes de julio de 1964 dejó de existir una de las pintoras mexicanas más representativas,Magdalena Carmen Frida Kahlo.Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.

Frida Kahlo
A los dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo accidente que la obligó a una larga convalecencia, durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con toda probabilidad en la formación del complejo mundo psicológico que se refleja en sus obras. En 1929 contrajo matrimonio con el muralista Diego Rivera; tres años después sufrió un aborto que afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad y le inspiró dos de sus obras más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el aborto, cuya compleja simbología se conoce por las explicaciones de la propia pintora. También son muy apreciados sus autorretratos, asimismo de compleja interpretación: Autorretrato con monos o Las dos Fridas
Cuando André Breton conoció la obra de Frida Kahlo, afirmó que la mexicana era una surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en esa tendencia.

Junto a su cuadro Las dos Fridas
En su búsqueda de las raíces estéticas de México, Frida Kahlo realizó espléndidos retratos de niños y obras inspiradas en la iconografía mexicana anterior a la conquista, pero son las telas que se centran en ella misma y en su azarosa vida las que la han convertido en una figura destacada de la pintura mexicana del siglo XX.
La producción de la artista mexicana es un ejemplo de ese tipo de arte que sirve como poderoso instrumento con el que exorcizar la angustia de una realidad hostil. El signo trágico de su existencia, marcada por la lucha contra la enfermedad, había comenzado cuando a los seis años contrajo una poliomielitis que le dejó importantes secuelas. En 1925 sufrió un grave accidente de tráfico que le fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de imposibilitarle tener hijos, el accidente fue la causa de numerosas operaciones futuras y de una salud siempre precaria.
A través de la pintura, que empezó a practicar en los largos meses de inmovilidad tras el accidente, Frida Kahlo reflejaría de forma soberbia la colisión entre su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad irreductible entre los sueños (de amor, de hijos) y la realidad (dolor e impotencia).
Durante la convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera incorporarse, comenzó a pintar tomándose ella misma como modelo principal. Le colocaron un espejo bajo el baldaquino de su cama y un carpintero le fabricó una especie de caballete que le permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie de autorretratos, tema que ocupa el grueso de su producción, de carácter fundamentalmente autobiográfico. En una ocasión afirmó: "Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco." En poco tiempo Frida desarrolló un vocabulario simbólico propio; con él acompañaba sus retratos para representar metafóricamente sus experiencias y sus pensamientos.

Autorretrato con monos (1943)
Influida por las ideas de vindicación de identidad que propagaba el nacionalismo revolucionario, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores y collares y pendientes precolombinos. Así la encontramos en Autorretrato como Tehuana ( Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), representada como mexicana "auténtica" y acentuando sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y alemana). Producto de esa misma ideología nacionalista son los fondos de algunas de sus obras como el Autorretrato con monos (Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), en el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales, o aquellos en los que retoma imágenes de la cultura precolombina, como Mi nana y yo (Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México). 
Otras veces, como en Autorretrato - El Marco (Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París), se inspira en la imaginería popular y muy específicamente en los retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista tan específicamente mexicano que conjuga vívidamente lo espectacular con lo escatológico.
Una de las formas más comunes del arte popular mexicano son los exvotos. Frida vincula a esta tradición sus cuadros de desarrollo narrativo representando de forma sintética los elementos más significativos y de mayor carga expresiva. El tamaño pequeño de los cuadros y la técnica (óleo sobre plancha metálica) proviene también de ellos.

Henry Ford Hospital (1932)
Esta fusión entre la temática personal y las formas de la imaginería popular se encuentra expresada de forma emblemática en la obra Henry Ford Hospital (1932, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida esperaba que su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática experiencia de un nuevo aborto fue el origen del cuadro. 

Retablo (1943)
La adopción de las formas narrativas de los exvotos tiene su mejor ejemplo en una pieza singular titulada Retablo ( colección privada). Frida había encontrado un exvoto que representaba el choque entre un tren y un autobús; una muchacha herida yacía sobre las vías y la imagen de la Virgen de los Dolores flotaba sobre la escena. Añadiendo a la chica sus propias cejas y unos rótulos al tren y al autobús, lo convirtió en la representación de su propio accidente. En la parte inferior escribió: "Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo dan gracias a la Virgen de los Dolores por haber salvado a su niña Frida del accidente acaecido en 1925 en la esquina de Cuahutemozin y de Calzada de Tlalpan." Tras superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica a como lo hacen los creyentes con los santos de su devoción, Frida mostró su agradecimiento a los médicos mediante pinturas que siguen rigurosamente las convenciones del exvoto. Muestras de ello son las obras dedicadas al doctor Eloesser y al doctor Farill.

El corazón (1937)
Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora de sus pinturas; los reveses de su vida afectiva también fueron tematizados en cuadros que constituyen depuradas síntesis simbólicas. En El corazón (Colección Michel Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su impotencia y desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana Cristina. Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y posee un tamaño desmesurado que refleja la intensidad de su dolor. Junto a ella, un vestido femenino, que alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que de sus mangas sale un único brazo que enlaza y un palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio corazón.
La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de su simbología con el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría rotundamente: "Se me tomaba por una surrealista. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad."

Frida Kahlo y Diego Rivera 
Pero Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de su pintura, sino que profesó una profunda aversión hacia los representantes del movimiento. Había conocido a Breton en México en 1938 y al año siguiente pasó varios meses en París, donde tuvo ocasión de entrar en contacto con los otros surrealistas. La opinión que le merecían la expresó sin cortapisas en una carta que escribió desde allí a Nicolas Muray: "No puedes imaginarte lo joputas que son esta gente; me hacen vomitar. Son tan condenadamente intelectuales y degenerados, que ya no los aguanto más."
Frente a las representaciones oníricas o al automatismo psíquico de los surrealistas, los numerosos símbolos que Frida Kahlo introduce en sus cuadros poseen significaciones precisas y son producto de la actividad consciente. Su obra se origina y procede de una continua indagación sobre sí misma, y manifiesta los estados de ánimo de forma precisa y deliberada, materializando las oscilaciones entre el sufrimiento y la esperanza. El carácter simbólico de su pintura da cauce a la expresión vehemente de una personalidad apasionada para la que el arte es desafío y combate, lucha violenta contra la enfermedad, pero también repliegue ensimismado hacia su yo interior y huella del reconocimiento doloroso de su identidad maltrecha.

Frida Kahlo a través de esta obra quiso decir o mas bien expresar el profundo dolor que sentía a causa del final de una relación complicada llena de problemas y heridas emocionales; por eso en una Frida el corazón esta destruido, completamente roto, esto demuestra que una parte de ella se murió, porque se la llevo su ex esposo dejándola a la deriva en un mundo lleno de sufrimiento que ella intenta cortar con las tijeras que lleva esta misma Frida en su mano derecha, pero no lo consigue ya que su vestido blanco se ve manchado por la sangre que cae de la vena que esta conectada con el corazón roto, esto simboliza que ahora es una mujer manchada porque esta divorciada, cosa que para esa época era algo muy raro y la gente solía juzgar mucho a las mujeres que pasaban por esto.
Por otro lado se ve a una mujer que una vez estuvo enamorada, con el corazón fuerte, grande y latiendo a gran velocidad, ella tiene en su mano derecha un mini retrato de su ser amado, esta vestida con el vestido favorito de su esposo y ambas están unidas a través de una vena que se conecta a sus corazones, esto significa la unión entre el presente y el pasado.
Este fue el primer autorretrato que hizo a gran escalada, se puede deducir que lo hizo de este tamaño simbolizando el gran vacío que sentía en su interior y lo logro expresar no solo en la emotividad y fuerza dramática de la obra sino que también lo hizo a través del uso de un gran espacio porque solo ahí podía caber ese enorme sufrimiento.

Esta pintura de Frida Kahlo  tiene una extraordinaria riqueza de símbolos, en su mayoría relacionados con la mitología y la cultura mexicana, y este largo título:  El abrazo de amor del universo, la Tierra (México), yo, Diego y el señor Xólot. El trabajo fue realizado por en 1949. El tema principal de la pintura se refiere a la maternidad que se presenta en un contexto, como se ha mencionado, lleno de referencias a la mitología azteca y México.
Frida, debido al incidente que involucró cuando todavía era un adolescente,nunca pudo tener hijos. En la pintura de su papel de madre se expresa en la celebración de brazo de Diego Rivera, el pintor más importante del '900 mexicanos, y compañero de Frida Kahlo por la vida.
Simbólicamente ella quiere expresar la complejidad de la relación de amor en la que la mujer desempeña el papel de la madre hacia su compañera. La mujer da y nutre la vida, mientras que el hombre, en la frente, hace que el tercer ojo de la sabiduría, como en este caso se puede observar en el cuadro, en la parte frontal de Diego.
El ojo permite la unión y la continuidad de la relación entre los dos. Detrás de la pareja se encuentra la diosa Madre Tierra Azteca Cihuacóatl, tallado en piedraDetrás de la estatua y los dos protagonistas Frida pintó la Madre Universal, que a su vez abraza y los contiene.
En primer plano, a la izquierda, es el retrato del perro de Frida, Itzcuintli señor Xólotl, en representación de Xólotl, el guardián de los muertos, que tomó la forma del perro a ser capaz de observar el mundo terrestre. En su vuelta a los muertos son transportados por la noche en el inframundo.
En la pintura Xólotl también tiene la tarea de velar por la relación amorosa de Frida y Diego. En este Frida reunió a todos los elementos de la mitología mexicana: la vida, la muerte, la noche y el día, el sol, la luna, hombre, mujer, y, como se ha dicho, las diosas de la creación de la Tierra y de la Vida
El cuadro, de treinta por cincuenta centímetros, muestra a la artista mexicana reclinada en un paisaje estéril y rocoso, echando al suelo raíces que salen de su torso y de las que fluye su sangre como símbolo de vida. Kahlo culminó la obra en 1943, después de casarse por segunda vez con el amor de su vida, el muralista también mexicano Diego Rivera, y simboliza su reencuentro como pareja tras varios años de separación y sufrimiento.


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