El Monasterio de San Pedro de Villanueva se encuentra ubicado en el concello de la legendaria población de Cangas de Onís, no muy lejos de los Picos de Europa.
El actual templo de San Pedro de Villanueva es la iglesia de un monasterio románico que nació como cenobio en el siglo VIII, según la tradición.
Muestra una magnífica cabecera tripartita con tres ábsides escalonados. El central se encuentra dividido en tres paños o calles por dos columnas que llegan hasta el alero. En el paño central hay una ventana con arquivolta de medio punto sobre una pareja de columnas con sus respectivos capiteles.
Los absidiolos son más austeros y muestran sus muros lisos salvo por sendas aspilleras que daban luz antes de ser cegadas.
La fábrica de esta cabecera románica de San Pedro de Villanueva destaca por su perfecta sillería, lo que imprime en sus volúmenes unas sobrias e imponentes formas arquitectónicas
La portada está, sin embargo, muy ricamente decorada. Tiene cuatro arquivoltas de medio punto con decoración floral y geométrica (el habitual zigzagueado no falta tampoco en san Pedro de Villanueva).
Los capiteles son muy interesantes pues muestran escenas refinadas y galantes, donde la temática amorosa y la caza son protagonistas.
Fue uno de los más importantes del oriente asturiano. Estaba formado por una iglesia, un claustro, la torre y las dependencias propias de un cenobio: alcobas, refectorio, coro, y celdas, siendo el templo la única arquitectura románica que ha perdurado en el tiempo.
Los ábsides están ornados con interesantes capiteles figurados, dispuestos en los arcos triunfales y en los vanos que intercomunican dichos ábsides. Su característica fundamental es la dualidad o enfrentamiento entre aves y monstruos, ángel y demonio, oponiendo el Bien al Mal como camino de Salvación.
En el siglo XVIII se cambia la techumbre de madera por las bóvedas de piedra. Finalmente, a mediados de nuestro siglo, fue rehabilitado tras un largo periodo de abandono. La iglesia monacal, románica, sigue el esquema benedictino de una nave única, rectangular, rematada por tres ábsides semicirculares, siendo mayor el central.
Los ábsides se comunican mediante arcos de medio punto. Otros tres arcos triunfales separan el cuerpo de la iglesia de la cabecera. Las cubiertas son abovedadas, pero originariamente la nave sostuvo una techumbre de madera a dos aguas.
Tiene tres portadas: una está cegada, otra comunica con el claustro, siendo la tercera la de ingreso al templo, en el costado meridional. Esta portada constituye uno de los más bellos ejemplos del labrado en piedra del románico astur. Cuatro arquivoltas de medio punto, decoradas con florones, descansan sobre magníficos capiteles, ornados con motivos florales a la derecha y con bellas escenas caballerescas a la izquierda.
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