jueves, 12 de septiembre de 2019

LOS SIGLOS OSCUROS Y LA POBLACIÓN DE LA RIOJA


Los siglos que van desde la caída del poder central romano hasta la época de la reconquista, pasando por las invasiones bárbaras, la época visigoda y la dominación árabe, se califican de "obscuros" en razón de nuestra falta de información sobre los mismos. La cultura sufre un colapso, no por más conocido, menos digno de ponderación. Y con él, las fuentes literarias, la historia propiamente dicha, palidece. Nuestro conocimiento de todo este período o conjunto de períodos es inevitablemente "oscuro".
La oscuridad se acrecienta porque tampoco la arqueología, hasta ahora, había conseguido identificar vías de acercamiento al problema del enunciado. Los restos visigóticos son escasos; casi todos ellos de carácter sagrado y, en una primera consideración superficial, bastante inconexos, por lo menos en la medida de nuestros conocimientos actuales.
Y, sin embargo, no hay duda de que esos pocos y dispersos restos, sobre todo si los consideramos sobre el fondo de una documentada población de los siglos del dominio de Roma , están clamando por una explicación, venga ésta de donde venga. Y como suele ocurrir en los más graves problemas, la solución es algo elemental y bien visible, no identificada antes precisamente en razón de su visibilidad y de ciertos prejuicios que habían condicionado la recta inteligencia de la realidad . La solución está en Las Cuevas.
Hay en la provincia de Logroño, lo mismo que en otras provincias españolas y en otras partes del mundo, un fenómeno de apariencia geológica, pero en realidad "manu jacto", elaborado por la mano del hombre, que tradicionalmente, en la concepción popular ha venido siendo relacionado con la dominación árabe, Son las "Cuevas de los Moros" o las "Boticas de los Moros". Y es a este fenómeno al que vamos  a prestar la atención.
Para cualquiera que haya recorrido la provincia siguiendo el curso de sus ríos, necesariamente habrán sido objeto de asombro y de interrogación los agujeros que salpican, al parecer arbitrariamente, cualquiera de los farallones que caen sobre las vegas o el cauce mismo de los ríos. Si se comienza la excursión viniendo desde el occidente, todavía en la provincia de Burgos, ya en el límite mismo con Logroño, se ven los agujeros sobre un farallón no lejos de la carretera nacional 120. Ya en la provincia de Logroño, el río Tirón nos los ofrece en el farallón de su margen izquierda a la altura de Leiva, y luego salpicadamente hasta Cerezo del Río Tirón. El Najerilla ve sus cortes geológicos de la Era Terciaria horadados de manera muy abundante en Nájera, y luego, río arriba, a la altura de Camprovín, Baños de Río Tobía, Bobadilla, etc. En el Iregua son famosas las cuevas de Albelda, pero hay muchas más: las hay entre Alberite y Albelda, las hay en Los Palomares de Nalda, las hay en Islallana y en Castañares de las Cuevas. Menos visibles son las de la margen izquierda del Leza, a la altura del pueblo del mismo nombre si no se entra en el casco urbano, pero desde éste las cuevas son y constituyen la interrogante de siempre dibujada en el horizonte.
Sin duda alguna, el río que lleva la palma es el Cidacos. En cuanto se abandona Quel, río arriba, las oquedades no dejan de vigilarnos hasta Arnedillo, en las rocas de la margen izquierda del valle. Muy numerosas e importantes son las de Arnedo, bien visibles sobre todo desde la carretera de Cervera o, incluso, si se sigue la ruta de circunvalación de la ciudad; abundan entre Arnedo y Herce y son impresionantes en las rocas que dominan este último pueblo; revisten particular interés las de Santa Eulalia Bajera y, sobre todo, las de Santa Eulalia Somera, como veremos.
Y, por no ser menos, la cuenca del Alhama también está adornada con las cavidades del terreno, hasta el punto de ofrecer en Inestrillas el poblado rupestre más alucinante de la provincia.

En esta figura vemos un mapa con la distribución de las cuevas, que hasta el presente se han podido identificar . Su distribución no es caprichosa. Se puede afirmar de manera general que se da una serie de características que son comunes a todas ellas. Así, por ejemplo: todas ellas se hallan excavadas a una cota de altura más o menos idéntica: ni en el valle ni en la sierra. Están construidas en función del agua cercana de los ríos. Son verdaderas fortalezas, que dan la impresión de haber sido elegidas como morada en previsión de eventuales ataques o agresiones de cualquier índole . Las cuevas que aquí nos interesa considerar, y sobre las que se apoya este estudio, son cuevas talladas de acuerdo con una tradición arquitectónica clásica, de paredes verticales y techos planos y aristas cortándose en ángulos rectos, incluso manifestando, dentro de lo posible, un plano racional de habitabilidad y sanidad . Finalmente, todas están orientadas sobre los valles, lo que hace pensar en una tradición económica fundamentada en la producción de las tierras bajas.

Si con algunas características similares a las indicadas o parcialmente las mismas se dan también otras cuevas que se incluyen en el mapa, éstas nos ayudan a trazar el cuadro completo de esta tesis, pero no es sobre éstas sobre las que se apoya el razonamiento, sino sobre las construidas por la mano humana. En qué medida unas y otras suministren datos para la reconstrucción de la historia regional habrá de ser determinado por ulteriores estudios arqueológicos .
Alusiones al hecho de las cuevas habitadas se encuentran ya en los autores antiguos,pero estas no van a ser objeto de estudio aqui. Son únicamente las teorías que se han ocupado de las cuevas como problema histórico o arqueológico las que nos interesa recoger. De manera general se pueden reducir a dos capítulos:
A) Los autores que consideraron las cuevas como un mero fenómeno geológico. Así parece haberlas visto  C. Sánchez Albornoz cuando dice: "Albelda... edificada en suelo poco firme, agujereado por multitud de cuevas y pronto a desprenderse" . En este mismo grupo podemos citar a I. del Pan  y, más o menos, J. García Prado, que, sin embargo, parece haber vislumbrado la existencia de un problema histórico bajo la geología de las cuevas, cuando al concluir su trabajo dice: "Existe una notoria semejanza entre las cuevas habitadas en la Ribera Navarra, la provincia de Granada, algunos pueblos de la Rioja y de un modo especial en Arnedo. ¿Cómo explicarla?... He aquí un problema a dilucidar: ¿las cuevas habitadas de Arnedo son simplemente el resultado de la reacción humana ante el medio biofísico que le rodea o existen causas culturales, políticas o históricas exteriores que expliquen su existencia y su fisonomía?" .
B) Los autores que parten del hecho de la excavación artificial de las cuevas y tratan de darle un contexto que las haga comprensibles. Así R. Puertas Tricas estudió en concreto algunas cuevas de Nájera y en sus conclusiones se inclina por situarlas en el tiempo de la repoblación monacal tras la reconquista, intentando explicar así las afirmaciones de las fuentes documentales de la fundación de monasterios, a la vez que la carencia de restos de construcciones que comprueben tales fundaciones .
Más recientemente, Latxaga, en un libro de mas ambición documentalística que estudio profundo, pero lleno de intuicióníha tratado del mismo fenómeno que aqui se  considera, limitado a la provincia de Álava, concluyendo que las cuevas forman parte del mismo fenómeno que se dio en San Millán de la Cogolla y que, por tanto, han de situarse en época visigótica .
Hay además un sinnúmero de trabajos referentes a cuevas de las características que aquí se consideran. Sus contenidos no modifican ni añaden nuevos horizontes a los que se acaba de indicar.


Frente a las teorías que ven en el monacato la razón determinante de la construcción de las cuevas, bien se puede afirmar que éstas constituyen un fenómeno sociológico urbanístico de tipo civil que precede al monacato, si bien no mucho en el tiempo. Concedemos, por lo demás, que es el monacato el que da pervivencia al hecho.
Las cuevas constituyen el tipo de vivienda que se comienza a establecer cuando, a partir de las invasiones de fines del siglo III, la vida en el valle se hace terriblemente insegura. Tal dispersión de poblamiento alcanzaría su mayor auge en el siglo V, reduciéndose más tarde a las agrupaciones rupestres monacales y seguramente a otros grupos de cuevas que por su peculiar situación y agrupamiento habían llegado a ser sede de poblados, cuya existencia puede detectarse todavía hoy con carácter meramente cívico.

La relación entre cuevas y monasterios es algo constatado por las fuentes literarias prácticamente hasta la desamortización . Nada tiene de extraño, por ello, que ésta haya sido la primera explicación de las cuevas, en el primer momento en que se planteó el problema.
La cuestión, sin embargo, merece una atención más pormenorizada, ya que es precisamente esa relación de cuevas-monasterios la que nos va a obligar a remontarnos en el tiempo varios siglos atrás en la datación de las cuevas y de los monasterios.


En este mapa estan  recogidos  los monasterios que, en el estado actual,se conocen en la provincia de Logroño,
Si observamos atentamente el mapa veremos que la coincidencia entre monasterios y cuevas es limitada: San Asensio posiblemente, Nájera, San Millán de la Cogolla, quizás Anguiano, Monasterio de Valvanera, Albelda, quizá Nalda, Viguera, puede que Torrecilla en Cameros, quizá Nieva, San Prudencio de Monte Laturce, posiblemente Hornillos y Herce.
La segunda y más interesante constatación es que los monasterios aparecen fundados de manera prevalente y casi exclusiva en la mitad occidental de la provincia, mientras que las cuevas abundan probablemente más en la mitad oriental.
Es cierto que aún no está exhumada toda la documentación referente a monasterios en la provincia y que probablemente irá apareciendo más información sobre fundaciones a medida que avance la investigación, pero no creo que cambie fundamentalmente la proporción de monasterios conocidos en cada una de las dos mitades de la provincia para los tiempos posteriores a la reconquista . La razón que nos mueve a afirmar esto se apoya en la documentación existente y en la marcha de la reconquista: mientras que la Rioja Alta quedó encuadrada en el mundo cristiano de una manera definitiva ya en la primera mitad del siglo X, la Rioja Baja se mantuvo abierta a las batidas de los reyes moros de Zaragoza durante mucho más tiempo. Y cuando los moros fueron expulsados definitivamente de Zaragoza, ya no tenía tanto interés estratégico el afianzar los terrenos conquistados con fundaciones religiosas y estructuras monacales, ya que eran tiempos de mayor fuerza de la cultura urbana. Es por esto por lo que creemos que no es casualidad la dispersión de los monasterios tal como se nos presenta hoy, ni tampoco fruto de los azares de la investigación.
Así, pues, si cuevas y monasterios se identificaron en algún momento, hay que situar tal momento ya en época visigoda y no solamente en tiempos posteriores a la reconquista por la razón fundamental de la no coincidencia de los mapas de monasterios de la post-reconquista y de las cuevas. Y podemos añadir una razón subsidiaria: son demasiadas las fundaciones que se sitúan después de la expulsión de los moros para que puedan explicarse por la repoblación. La única forma que explicar tantas fundaciones es suponer que ya había monjes viviendo en los lugares en los que se fundan los monasterios, o por lo menos en muchos de ellos. Los lugares como Albelda o San Millán, en los que se da coincidencia entre cuevas y monasterios, serían los más indicados para ver en ellos tal desarrollo del repoblamiento monarcal después de la reconquista.

Por todo lo dicho parece evidente que las cuevas jugaron un importante papel en la vida del monacato y del mundo cristiano de tiempos visigóticos. El problema ahora es determinar si fueron una creación de los monjes o más bien el empleo monacal fue una reliquia o supervivencia de situaciones previas que la explicarían. Dicho de otra manera: ¿fue la huida del mundo por razones espirituales la que determinó la excavación de las cuevas que consideramos? ¿O más bien fueron las viviendas creadas por una sociedad dispersa y angustiada por el problema elemental de la posibilidad de sobrevivir, lo que los monjes aprendieron, emplearon y convirtieron en algo "monacal", haciéndolo sobrevivir? Nos inclinamos por esta segunda solución por las razones ya apuntadas del poblamiento cívico y por las que pasamos a exponer.


Una recta valoración del tema nos obliga a comenzar por ponderar su amplitud y reales dimensiones. Y en este caso hemos de comenzar por constatar que no es en España donde las cuevas tienen ni mayor interés ni mayor volumen de abundancia.
Lo más interesante del caso es que podemos situar la floración del monacato capadocio en los últimos siglos de la antigüedad tardía; también tenemos fuentes literarias que nos hablan de las cuevas como refugio de la población civil en situaciones de grave peligro proveniente de invasiones o situaciones de total inseguridad. Por citar un solo ejemplo recordemos el texto de San Juan Crisóstomo:
"Las ciudades ahora (comienzos del siglo V, exactamente el año 406) sólo son paredes y techos; en cambio, los desfiladeros y selvas se han convertido en ciudades. Lo mismo que las fieras terribles, como leones y leopardos, juzgan que para ellas es más segura la soledad que las ciudades, así los hombres que habitamos en Armenia cada día nos vemos obligados a emigrar de unos lugares a otros haciendo vida de hamaxobios y de nómadas, y no descansando nunca con ánimo confiado. ¡Hasta tal punto está todo lleno de tumulto y perturbación! Aquéllos (los isaurios), en efecto, a su llegada, a unos los degüellan, a otros los queman y de los libres hacen siervos. A otros con sólo el rumor, los hacen huir y abandonar las ciudades, o mejor dicho, los matan. ¡Cuántos adolescentes, por lo común a media noche, y llenándolo todo el fragor, de repente se vieron obligados a huir de casa, empujándolos el miedo del rumor como si fuera humo; y para ir a la muerte no les hizo falta la espada isaúrica, sino que congelándose en la nieve entregaron su espíritu; y lo que había sido para ellos causa de huir de la muerte, eso mismo fue causa de la muerte. Esta es la situación en la que nos encontramos"



En cuanto a la situación social de la Rioja en la antigüedad tardia,es ya tradicional hablar de la revuelta de Materno el año 186 como la prehistoria del movimiento bagauda, pero no es la prehistoria de las revueltas lo que aquí nos interesa, sino las turbaciones y conmociones violentas que desarraigan a poblaciones enteras. De tales revueltas, creemos que la primera de que podemos hablar en relación con nuestras tierras bajas es la invasión o invasiones de los francos en los años del comienzo de la segunda mitad del siglo III.
Las consecuencias de esta nueva situación producida por las invasiones son: seguridad para los que viven protegidos por las murallas que rodean, a partir de tal situación, a ciudades y villas importantes; e inseguridad para los que tenían que vivir en villas no fortificadas o en la inmensidad de la tierra llana. Y estos últimos, sin remedio, se ven sometidos a una fuerza centrífuga que los impulsa hacia la supervivencia, y, al no caber en los recintos amurallados, hacia otros lugares en los que se consigan los mismos beneficios: en la espesura o en refugios más o menos naturales o artificiales. Las bandas de fugitivos se configurarían diversamente, y entre ellas debió surgir, como fenómeno concomitante, el movimiento bagáudico.Es hacia el 283-284 cuando los bagaudas hacen su primera aparición bajo este nombre .
Durante el siglo IV no hay especial referencia a invasiones. Pero no faltan las turbaciones.En cualquier caso, la situación no se estabiliza del todo. Calahorra no vuelve a recuperarse. Y sobre todo hemos de destacar que la vida del espíritu ya se ha contagiado del movimiento centrífugo. En toda España, pero muy especialmente en la mitad noroccidental, el priscilianismo parece gozar de especial favor entre el pueblo. No vamos a tratar aquí del priscilianismo en concreto; sólo queremos destacar su tendencia hacia la soledad y que parece que su ámbito geográfico más importante es el triángulo que forma Astorga-Zaragoza-Burdeos y, por tanto, esta región está incluida . Y no es solamente el movimiento priscilianista el que actúa. Más bien... es sólo uno más. Recordemos que Prudencio, senador y hombre de mundo, gusta de retirarse a su Calahorra, y que Ausonio y Paulino de Nola pasan también por la campiña y mantienen correspondencia con nuestro poeta, al que sitúan en Calahorra, la pedregosa . Ni podemos olvidar que los himnos prudencianos respiran espiritualidad monacal . En este sentido si los priscilianistas se retiraban durante temporadas a los descampados, es probable que en tiempos de Prudencio también hubiera monjes viviendo en los descampados de esta provincia  y que sean ellos los destinatarios de no pocas de las composiciones del poeta. Pero insisto en que es la vida de todos los indefensos la que se ha puesto "a la defensiva" y muy probablemente el movimiento espiritual no es otra cosa que la sublimación de una realidad dura de vida de refugiados.
La gran invasión comienza el 406. Suevos, vándalos v alanos entran en España y comienza la depredación. En el 418 los visigodos se asocian al Imperio Romano como federados y comienzan a combatir a los otros pueblos que les habían precedido en el cruzar la frontera pirenaica. Teniendo como sede Tolosa, cruzan una y otra vez hacia la Tarraconense y el Valle del Ebro para luchar por toda la geografía peninsular. Los trastornos de tales idas y venidas ya se dejan suponer.



Concluyendo,de momento, y mientras no se lleve a cabo una exploración y un estudio sistemático de cada una de las cuevas, sólo se pueden hacer sugerencias generales en torno al papel, origen y funcionalidad de las cuevas y a su influencia en la configuración de la geografía humana de la Rioja, pero así y todo bien vale la pena hacerlas, ya que, en el peor de los casos, constituirán excelentes hipótesis de trabajo, que con frecuencia alcanzan el valor de afirmaciones ciertas. Así, pues:
a) La población que en la época de la "pax romana" vivía dispersa por los valles o asentada en torno a los núcleos urbanos regidos por el derecho romano, ante la presión que ejercen las invasiones del siglo III entra en situación de búsqueda de un nuevo equilibrio demográfico: parte se encierra dentro de las murallas de las ciudades o de las villas y parte huye de la llanura, pero sin alejarse mucho, pues sigue trabajando la tierra y viviendo según la tradición de la economía agrícola arraigada durante siglos de intensa romanización.
b) Es en esta búsqueda de equilibrio demográfico cuando comienzan a adquirir importancia los poblamientos rupestres, que en alguna medida ya se habían dado anteriormente . Es ahora cuantío se tallan las cuevas al modo de las viviendas construidas según tradición arquitectónica clásica, con líneas verticales y techos planos y sobre todo cuando se tallan las cuevas que, a la vez que de viviendas, sirven de fortaleza y refugio.
c) Cuando venga la invasión árabe la línea de replegamiento será otra. Los visigodos huirán a las cumbres de los montes, y asi el obispo de Calahorra San Félix organizará en el actual Prado de San Félix, entre Hornillos y La Monjía, su cenobio en compañía de su clero, o los nobles se refugiarán en tierras de Valdeosera y similares, desde donde comenzará poco después la reconquista. Las razones de esta diferencia de solución al mismo problema hay que buscarla:, tanto en la diferencia tipológica entre una invasión y otra como también, muy especialmente, en el cambio de economía. Los siglos transcurridos de inestabilidad social y de ruina del comercio han ido haciendo que una economía fundamentalmente agrícola haya ido siendo suplida por una economía de carácter más ganadero, en la que interesa menos la tierra llana y admite más fácil trasplante a plena montaña.
d) Con la segunda invasión, la árabe, las cuevas no dejan de utilizarse, y podríamos decir que incluso quizá continúe la excavación, pero no en todas partes. Son sólo los poblamientos que han adquirido consistencia, ya sea por haberse formado un poblado natural agrupado, ya por haberse erigido un monasterio. Entre los primeros pudiéramos tal vez situar casos como el ya citado de Inestrillas. Entre, los segundos, además del caso de Santa Eulalia, que habrá de ser confirmado, podemos citar Albelda.
e) En el estudio, ya intentado alguna vez , de precisar el origen de los pueblos riojanos, el material que se maneja aquí ha de ser tenido muy en cuenta. No podemos olvidar que la Rioja está orientada demográficamente sobre el curso de sus siete ríos y que las cuevas están talladas sobre el curso de los mismos ríos y son un puente que sirve de unión entre la vieja cultura romana y la cultura medieval. En concreto, nos atrevemos a sugerir la importancia de las cuevas, desde el punto de vista que las venimos considerando, para la explicación del origen o de la historia de pueblos como Ines-trillas, Cervera, Turruncún, Arnedo, Herce, las dos Santa Eulalia, Leza, Albelda, Islallana, Castañares de las Cuevas, Nájera y algunos otros de la cuenca del Najerilla, así como de varios de la del Tirón. De un modo general puede decirse que allí donde hay cuevas del tipo de las estudiadas en el presente trabajo, tales cuevas constituyen un capítulo importante de la historia del lugar.
f) Por lo mismo la historia de la antigüedad tardía y la de la época visigoda habrá de orientarse en adelante mucho más a la consideración del fenómeno rupestre, que podrá aportar datos muy valiosos sobre poblamiento, economía, intereses y hasta espiritualidad de estos siglos. Es claro que problemas como el de los comienzos del monacato, así como el de los movimientos bagáudicos encuentran en este tipo de geografía un excelente punto de referencia e iluminación.
g)Finalmente, y como conclusión negativa, pero científicamente alentadora, no parece posible que se pueda ya sostener la afirmación de que "pasados los siglos imperiales las ciudades de la llanura continuaron pobladas, pero de la parte montañosa sólo tenemos testimonio literarios y arqueológicos de población en la zona de San Millán de la Cogolla" .Testimonios arqueológicos hay en muchísimos más puntos de la geografía riojana. Los que son  dignos de atención y estudio han quedado designados en el mapa primero del presente estudio.



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