El grupo de “Apolo y Dafne”, una de las obras más conocidas de Gian Lorenzo Bernini y la más famosa de las obras de Borghese, representa un pasaje de la “Metamorfosis” de Ovidio, en la que el joven Apolo, inflamado por amor pasional, pretende alcanzar a la ninfa que huye angustiada, pero que por su intervención se trasforma en un árbol. Rodeada por la corteza y las ramas del laurel, se convierte en una parte de la naturaleza que a partir de entonces, en forma de corona de laurel, será sagrada para el afligido Apolo. Este es el mito más célebre del dios.
Comprada por el cardenal Scipione Borghese en agosto de 1622 para adornar la villa de Porta Pinciana, el trabajo se interrumpió en el verano del año siguiente para terminar el “David”, y se retomó en abril de 1624. Bernini fue ayudado por uno de sus discípulos, Giuliano Finelli, que esculpe la parte del follaje. La obra capta plenamente la expectación y este mármol inmediatamente se colocó entre las obras más emocionantes, unánimemente considerada, aun por sus mayores detractores, la obra maestra de Bernini.
Podemos observar en esta obra majestuosa la idealización clasicista de las figuras y la suavidad y perfección de las superficies parecen muy alejadas de todo realismo. Sin embargo, la interpretación del acontecimiento no podría ser más realista: Bernini representó el movimiento transitorio de la metamorfosis misma. Nada semejante se había intentado antes en escultura, pues este es un tema pictórico y no puede caber duda alguna de que el artista fue animado por representaciones pintadas o grabadas.
Hay un conflicto entre sensaciones y las reacciones físicas que encontramos en el grupo. Dafne se vuelve horrorizada porque siente la mano del perseguidor, pero no es consciente de la transformación simultánea de su propio cuerpo. Apolo, sin embargo, advierte con asombro la transformación en el mismo momento en que parecía estar seguro de su presa; pero su cuerpo no ha tenido tiempo de reaccionar y sigue todavía tras lo que, de repente, ve que es inalcanzable.
Gian Lorenzo ha captado en una perfecta instantánea el momento justo. En plena posesión de los recursos barrocos, resuelve la composición mediante dos líneas: Apolo se ha movido corriendo sobre el suelo, en una línea puramente horizontal; mientras, Dafne escapa hacia su liberación en vertical. Ambas líneas dramatizan en este instante mítico su sentido perpetuo: la horizontal, el aquí, la terrenalidad y, al cabo de los placeres propios de ésta, así como la muerte; la vertical, en cambio, el tránsito gozoso a un orden superior. En efecto, Dafne triunfa sobre Apolo, que halla frustradas sus apetencias.
Apolo, dios de la poesía, vanagloriándose de usar mejor que nadie el arco y las flechas, se ve punido por Cupido (Eros) que lo hiere con una flecha de plomo (símbolo del amor no correspondido), haciéndole enamorar perdidamente de la bella ninfa Dafne.
En el grupo se reúnen los dos momentos principales, el de la carrera y el de la transformación, inmediatamente sucesivo, con equilibrio de formas, figuras y superficies que colocan al grupo entre los máximos ejemplos en la historia de la escultura.
Desde el principio, esta obra estaba colocada en la misma sala de la Galería Borghese que se encuentra hoy, pero originalmente descansaba sobre una base más baja y estrecha, apoyada en la pared, hacia la escalera. La presencia de esta fábula pagana en la casa del cardenal fue justificada con un dístico moral, compuesto en latín por el cardenal Maffeo Barberini (futuro Papa Urbano VIII) y grabado en el adorno en forma de papel de la base, que dice: “Quisquis amans sequitur fugitivae gaudia formae / fronde manus implet, baccas seu carpit amaras” (“quién ama seguir las huidizas formas de la diversión, al final encuentra hojas y bayas amargas en la mano”).
Psicológica y técnicamente Bernini alcanzó en este grupo la cumbre de su primer estilo, y nunca más intentó un tratamiento tan brillante y elegante de un problema escultórico. Su tremendo virtuosismo como artesano le proporciona deleite al enfrentarse a dificultades que hasta entonces habían parecido estar fuera del alcance de la escultura, como la figura de Dafne, que parece flotar en el aire, o las hojas de laurel, que se proyectan libremente hacia el espacio. La meta que se proponía se puede deducir de una observación hecha por él muchos años después en París, cuando mencionaba con orgullo la levedad que había conseguido en el cabello de Dafne.
Cuando Bernini representa al dios y a la ninfa, transforma la versión poética de Ovidio de la historia en palabras a una imagen en mármol. La transformación de lo verbal a lo visual es una metamorfosis artística, el arte como metamorfosis de un medio a otro.
Sin duda Bernini conocía y admiraba los frescos dedicados a Apolo y Dafne que Domenichino pintó en la Villa Aldobrandini de Frascati. El escultor debía conocer asimismo la versión de la leyenda ofrecida por Ovidio, pues se acogió de inmediato como un clásico moderno y fue prácticamente la única obra de Bernini que despertó admiración en los siglos XVIII y XIX.
Para terminar con esta obra excepcional, tomaré prestadas las palabras de Paul Barolsky:
“En “Apolo y Dafne” de Bernini, lo clásico se transforma en moderno; la piedra parece transformarse en carne, que toma la apariencia de la forma arbórea, ante nuestros ojos. Lo que es invisible, el viento, es visiblemente presente; lo que de hecho es pesado, el mármol, parece liviano; lo que parece natural, es muy artificial; lo que es realmente rígido parece blando; lo que parece ser carne, es piedra. Lo que es exquisitamente ingenioso parece ingenuo, lo que evoca el flujo del tiempo es eterno, lo que es silencio parece llorar, el llanto de Dafne, que evoca palabras, nuestras palabras, mudas”.
https://www.culturagenial.com/es/apolo-y-dafne-de-bernini/
https://historia-arte.com/obras/apolo-y-dafne
https://enclasedehistoria.wordpress.com/2021/04/04/apolo-y-dafne-gianlorenzo-bernini/
https://www.elestudiodelpintor.com/2015/04/comentario-exhaustivo-iii-apolo-y-dafne-gian-lorenzo-bernini/#:~:text=El%20grupo%20de%20%E2%80%9CApolo%20y,que%20por%20su%20intervenci%C3%B3n%20se
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