El Templo de Afaya es uno de los tres templos del triángulo sagrado del Partenón, Sunión y Afayaa. Está situado en la isla argosarónica de Egina. Fue durante mucho tiempo considerado como el templo de Zeus Panhelénico, después de Atenea (aún a veces se le llama "Atenea Afaya"). Forma parte junto con el Partenón y el templo de Sunión de la gran triada de arquitectura clasicista indispensable para el conocimiento de la arquitectura helénica.
Sobre lo alto de una colina, rodeado de una vegetación mediterranea frondosa y con unas magníficas vistas al mar, se alza majestuoso el templo de Afaya.
El edificio dataría de entre los siglo VI y V a.C. por lo que podemos situarlo en un periodo de transición entre el arte arcaico y la arquitectura clasicista. Se encuentra ubicado en una pequeña elevación donde se han encontrado otros restos de edificaciones así como pequeños tributos o esculturas femeninas asociadas a antiguas divinidades femeninas. En este mismo lugar se han hallado restos de edificios anteriores pero sin lugar a dudas el más grandioso de todos ellos fue el dedicado a Afaya, tanto es así que durante mucho tiempo se pensó que un templo tan glorioso sólo podía levantarse en honor a Zeus y no a una diosa menor.
Según las fuentes clásicas el templo estaría dedicado a la divinidad de Afaya, una diosa local de Egina que algunos identifican con la Atenea clásica. Según Pausanias Afaya sería la hermanastra de Apolo cuya belleza era tan grande que se veía continuamente asolada por los hombres de toda la región; su desesperación la llevó a arrojarse al mar pero fue rescatada por las redes de unos pescadores. Apiadándose de ella Britomartis la convirtió en invisible de ahí su nombre ya que Afaya significa La invisible. Parece ser que el templo de Afaya sería levantado en el mismo lugar donde se pudo ver a la joven por última vez antes de hacerse invisible.
Afaya está identificada con la ninfa cretense Britomartis por Pausanias y Antonino Liberal. Habría sido hija de Leto y por tanto medio hermana de Apolo y Artemisa. Se le atribuye la invención de las redes de caza. Muy bella, fue perseguida sin cesar por los hombres. Minos la persiguió. Ella intentó escaparse lanzándose al mar, pero fue recogida por las redes de un pescador egineta. Éste se enamoró de ella.
Se trata de un templo dórico, hexástilo y períptero, con 12 columnas en sus lados largos. Fue construido con un sistema arquitrabado y adintelado en piedra caliza local. Tiene algunas columnas monolíticas, mientras que otras se han realizado con tambores. Los muros de la naos estarían realizados con sillería isódoma, dispuesta al hilo y unida con grapas o piezas metálicas. Estaría cubierto por un tejado a dos aguas con tejas de terracota.
Es un edificio realizado en piedra de toba calcárea y que sigue los cánones marcados por el estilo dórico. La construcción se eleva sobre una plataforma escalonada, la krepis, y está rodeado por columnas dóricas de manera que se trata de un templo períptero y hexástilo. Sobre las columnas arrancaba un arquitrabe y posteriormente un entablamento formado por triglifos y metopas que ha sido restaurado en la zona norte y este del templo.
En el interior, la construcción presenta una naos divida en tres naves diferentes a través de columnas superpuestas; este espacio albergaba una inmensa escultura crisoelefantina de la diosa que hoy ha desaparecido. Precediendo a la naos o cella se encontraba la pronaos y de manera independiente había una cámara del tesoro u opistodomos. En algunas zonas aún son visibles los restos de policromía que adornaban los distintos espacios del templo.
Otros de los aspectos visibles del templo son los arquitrabes y las metopas que soportarían el techo del templo, no obstante el elemento arquitectónico más espectacular del templo no es lo que se puede contemplar en Egina sino lo que es aun visible en Munich, y son las esculturas que conformaban los frontones este y oeste.
Su importancia esencialmente reside en el estilo, situándose entre dos periodos el arcaico y el clásico, en este caso Atenea ya no se representa con la sonrisa de las korés arcaicas sino con elementos intermedios, más detalle, más movimiento, más expresión.
El templo tiene una planta rectangular, las columnas se yerguen sobre pódium o crepis, con varios escalones, llamados estereóbato, el último de ellos, conocido como estilóbato y desde ahí arrancan las columnas. En la disposición interior, nos encontramos una naos, precedida por una pronaos y un opistodomos, ambos con dos columnas “in antis”. Las columnas son el principal elemento sustentante, se observan algunas monolíticas (talladas en un solo bloque) y otras realizadas a partir de tambores. Las columnas tienen un módulo (relación entre el diámetro y la altura) de aproximadamente 12, lo que las hace mucho más elegantes y esbeltas que en el periodo anterior, al tratarse de columnas dóricas no tienen basa y su capitel está formado por un collarino, un equino y un ábaco, ahora de unas dimensiones más reducidas, también se observa como el éntasis de la columna es menos pronunciado lo que constituye otro rasgo de clasicismo. Sobre las columnas encontramos un entablamento formado por el arquitrabe, un friso de metopas y triglifos y una cornisa. Sobre esta se sitúa el frontón, en los tímpanos de los frontones se situaron esculturas, unas de las más conocidas del llamado “Estilo Severo” que suponen una transición hacia el clasicismo, hoy se encuentran en la Gliptoteca de Munich. Sobre los frontones habría un tejado a dos aguas cubierto con tejas de terracota.
En cuanto a la decoración, se han encontrado restos de estuco, por lo que seguramente sería polícromado, que resaltaría sus objetos decorativos, como los triglifos, las esculturas y las acroteras que se encontrarían en los vértices del frontón. Las esculturas representan la lucha de los eginetas, junto a Ajax y protegidos por Aphaia en la Guerra de Troya.
El templo griego fue concebido como casa o morada del Dios o Diosa, en su cella albergaba la escultura del Dios adorado, y tenía una función simbólica, ya que no estaba concebido para albergar fieles o celebrar ritos en su interior. Todos los ritos y procesiones se celebraban en su exterior para lo que se disponía un altar. Esta concepción del templo hacia el exterior ha llevado en ocasiones a considerar la arquitectura griega como una arquitectura escultórica, al prescindir de muchas de las funciones de otros edificios.
El templo de Aphaia en Egina, no sólo por sus innovaciones arquitectónicas sino también por las esculturas de sus frontones, se considera un edificio paradigmática del periodo de transición y ejemplo para el estudio y comprensión del paso de la Etapa Arcaica al periodo Clásico. Como hemos visto, en la concepción del edificio, se logran definir algunos de los conceptos que se habían ensayado durante todo el Periodo Arcaico, y la concepción de belleza basada en el número, la medida y la armonía (proporción entre las partes) toman una forma concreta, más equilibrada, elegante y esbelta. En cuanto a la escultura, se avanza hacia un naturalismo más humano, se van abandonando ciertos convencionalismos y un menor empleo de la geometría para alcanzar nuevas cotas de dinamismo y movimiento, aún así conservarán del arcaísmo su hieratismo o falta de expresión en el rostro por lo que será conocido como “Estilo Severo”.
Podemos decir que el Clasicismo arranca con el Templo de Aphaia en Egina, que supone un punto de inflexión, con nuevas concepciones estéticas que seguirán evolucionando hasta concretarse alrededor del 450 a. C. en una expresión puramente clásica como el templo del Partenón en Atenas, o en esculturas como el Doríforo, que serán la máxima expresión de esa belleza ideal concebida a partir de la armonía y proporción de las partes.
El templo tiene una planta rectangular, las columnas se yerguen sobre pódium o crepis, con varios escalones, llamados estereóbato, el último de ellos, conocido como estilóbato y desde ahí arrancan las columnas. En la disposición interior, nos encontramos una naos, precedida por una pronaos y un opistodomos, ambos con dos columnas “in antis”. Las columnas son el principal elemento sustentante, se observan algunas monolíticas (talladas en un solo bloque) y otras realizadas a partir de tambores. Las columnas tienen un módulo (relación entre el diámetro y la altura) de aproximadamente 12, lo que las hace mucho más elegantes y esbeltas que en el periodo anterior, al tratarse de columnas dóricas no tienen basa y su capitel está formado por un collarino, un equino y un ábaco, ahora de unas dimensiones más reducidas, también se observa como el éntasis de la columna es menos pronunciado lo que constituye otro rasgo de clasicismo. Sobre las columnas encontramos un entablamento formado por el arquitrabe, un friso de metopas y triglifos y una cornisa. Sobre esta se sitúa el frontón, en los tímpanos de los frontones se situaron esculturas, unas de las más conocidas del llamado “Estilo Severo” que suponen una transición hacia el clasicismo, hoy se encuentran en la Gliptoteca de Munich. Sobre los frontones habría un tejado a dos aguas cubierto con tejas de terracota.
En cuanto a la decoración, se han encontrado restos de estuco, por lo que seguramente sería polícromado, que resaltaría sus objetos decorativos, como los triglifos, las esculturas y las acroteras que se encontrarían en los vértices del frontón. Las esculturas representan la lucha de los eginetas, junto a Ajax y protegidos por Aphaia en la Guerra de Troya.
El templo de Aphaia en Egina, no sólo por sus innovaciones arquitectónicas sino también por las esculturas de sus frontones, se considera un edificio paradigmática del periodo de transición y ejemplo para el estudio y comprensión del paso de la Etapa Arcaica al periodo Clásico. Como hemos visto, en la concepción del edificio, se logran definir algunos de los conceptos que se habían ensayado durante todo el Periodo Arcaico, y la concepción de belleza basada en el número, la medida y la armonía (proporción entre las partes) toman una forma concreta, más equilibrada, elegante y esbelta. En cuanto a la escultura, se avanza hacia un naturalismo más humano, se van abandonando ciertos convencionalismos y un menor empleo de la geometría para alcanzar nuevas cotas de dinamismo y movimiento, aún así conservarán del arcaísmo su hieratismo o falta de expresión en el rostro por lo que será conocido como “Estilo Severo”.
Podemos decir que el Clasicismo arranca con el Templo de Aphaia en Egina, que supone un punto de inflexión, con nuevas concepciones estéticas que seguirán evolucionando hasta concretarse alrededor del 450 a. C. en una expresión puramente clásica como el templo del Partenón en Atenas, o en esculturas como el Doríforo, que serán la máxima expresión de esa belleza ideal concebida a partir de la armonía y proporción de las partes.
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